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El “chirlo”, prohibido por el nuevo Código Civil

El proyecto de reforma del Código Civil plantea la derogación del llamado “poder de corrección” de los padres hacia sus hijos y los pone como encargados de “prestar orientación y dirección”, quedando prohibido cualquier tipo de maltrato, incluido el famoso “chirlo”.

De un tiempo a esta parte, el maltrato físico ha dejado de ser visto como un recurso educativo, las imágenes de maestros golpeando con una regla, pellizcando o tirando de la oreja a los alumnos “descarriados” hoy son anacrónicas, sin embargo, lejos de la mirada de los otros y en el ámbito privado, la violencia sigue reproduciéndose.

En este sentido, la facultad de los padres de “corregir o hacer corregir la conducta de sus hijos menores”, “moderadamente”, es lo que se pretende modificar en el actual Código Civil, que tiene más de un siglo de vigencia.

En el nuevo Código Civil ya no se habla de un “poder de corrección” sobre los hijos sino del deber de los padres de “prestar orientación y dirección”, quedando “prohibidos el castigo corporal en cualquiera de sus formas, los malos tratos y cualquier hecho que lesione o menoscabe física o psíquicamente a los niños o adolescentes”. Es decir que el conocido “chirlo”, pasa a la ilegalidad.  

Pero, ¿qué hay detrás de un chirlo?, ¿por qué muchos padres lo siguen utilizando como recurso para poner límites?. Según la Lic. Silvina Galanterni, psicopedagoga, una de las causas de implementar el recurso del “chirlo” tiene que ver con reproducir un modelo de crianza que vivieron los padres cuando eran pequeños, también con un mito popular, apoyado por la frase “más vale un chirlo a tiempo...”, pero sobre todo se sostiene con la imposibilidad de poner límites claros y precisos.

Galanterni explica que estar atentos como padres a las necesidades de los hijos en etapas de crecimiento y mantener un diálogo permanente con afecto, que vaya marcando el camino del crecimiento y sus avatares con pautas claras, son recursos efectivos que, lejos del maltrato, ayudan a poner límites a tiempo.

Las amenazas, los castigos y las agresiones verbales también son formas de maltrato que reproducen más violencia y que no se justifican en la crianza ni en ningún otro ámbito. Siguiendo esta línea, en su libro “Criando hijos, creando personas”, la Lic. Alejandra Libenson explica que poner límites con firmeza “sin golpes ni castigos físicos o psíquicos” es una de las claves porque “no se aprende por humillación; de ese modo solo se somete y se lastima”.

Sin duda, aggiornar el antiguo Código Civil teniendo en cuenta los preceptos sociales del siglo XXI, ligados íntimamente a la crianza de las nuevas generaciones, era una cuenta pendiente desde hace mucho tiempo.

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