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Adopción: las preguntas más frecuentes en el consultorio del pediatra

Las demandas de los padres adoptantes frente al pediatra se han ido modificando con el correr de los tiempos, es debido en gran medida con la manera en la que el niño llega en la actualidad a la pareja aspirante.

Alrededor de veinte años atrás, algunas parejas consultaban al pediatra antes de la adopción, con el objeto de saber si podían contar con la presencia del profesional en el momento de la cesión del recién nacido para asegurarse de que el estado del mismo era satisfactorio. Esto bastaba; cabían las mismas posibilidades de desarrollar enfermedades que en el resto de la población infantil.

Si se trataba de un infante el caso era diferente ya que se contaba con antecedentes del historial clínico del Instituto o del hogar de tránsito donde estuviere alojado y que suministraba información valiosa tanto a los aspirantes a padres como al pediatra respecto a la salud del niño.

Aún hoy, algunos, muy pocos por cierto, mantienen el hábito de elegir el camino no legal, más corto e inseguro.

Una enorme cantidad de niños proviene de la zona norte de nuestro país en la que ciertas enfermedades son muy frecuentes y en la que las condiciones sanitario-socioculturales de parte de la población han contribuido a la adquisición de otras que podrían haber sido evitables con medidas de prevención.

Estas características han llevado a implementar una batería de estudios para conocer su estado de salud del niño a adoptar.

Tanto en el hospital público como en la medicina prepaga o de obra social se han normatizado estos estudios para la investigación de SIDA, Tuberculosis, Chagas y otras.

Los demás cuestionamientos son los mismos que con otros chicos. El color de los ojos, su crecimiento y desarrollo, la alimentación, inmunizaciones, etc.

A medida que el niño va creciendo también crece la confianza de los padres con el médico a quien participan de los avances en la gestión judicial y consultan sobre conductas ante las diferentes gestiones durante el trámite de adopción.

Las otras preguntas, las que están vinculadas con la revelación de su condición, de su origen, el por qué, el cómo y el cuando, depende fundamentalmente de si los adoptantes han podido o no acceder al asesoramiento de los equipos multidisciplinarios de profesionales.

Nadie puede negar que la madre actúa siempre frente a sus hijos de manera intuitiva haciendo uso del recurso más sutil, el sentido común, no obstante para evitar cometer errores, necesita tener clara la manera en la que debe conducirse frente a determinadas revelaciones.

Recibir orientación no es solamente hacer una consulta aclaratoria, es mantener un vínculo sincero y prolongado con los profesionales.

Si bien en el momento de emprender la maravillosa tarea de ahijar al hijo de otros, ya tenían claros los objetivos y los compromisos, cuando llegan las instancias de confirmación y reafirmación de sus condiciones y de su origen, algunos sienten que las fuerzas se debilitan y van postergando la revelación por temor a la pérdida del vínculo afectivo con el niño.

El apoyo de los equipos afines está dirigido a reforzar la confianza en sí mismos y facilitar ese difícil trance.

Las angustias se incrementan cuando el niño inicia una etapa de sociabilización ampliada, entendiéndose por esta la concurrencia a jardines de infantes, la escuela, clubes etc.

Ante los temores que puede generar esta situación basta recordar la manera en que años atrás se manejaban las personas frente a los hijos de padres separados o de madres solteras, dos hechos cada vez más frecuentes y que igualan de alguna manera a todos los chicos.

En las escuelas los días del padre y de la madre han sido reemplazados por el día de la familia.

La difusión que adquiere la adopción como hecho concreto a través de los medios de comunicación, ha abierto aún más las mentes de los padres adoptivos, ahuyentando los miedos de la misma manera que se ha generado un reconocimiento de los pares mayores cuando sus compañeros adoptados han dado a conocer su condición de tal en las aulas.


¿La adopción de niños mayores de 2 años de edad tiene alguna particularidad?
Tiene connotaciones propias, los adoptantes recibirán a un niño que no sólo no fue gestado por ellos, sino que también deberán renunciar a la crianza de un bebé.

La adopción de niños mayores genera vivencias, fantasías y temores específicos, pues los adoptantes temen a la repercusión y al impacto negativo del medio ambiente anterior sobre su cuerpo y su comportamiento.

El niño que es adoptado de grande ya ha establecido vínculos con distintos adultos que intervinieron en su proceso de crecimiento. Trae un bagaje genético y formas de ser, costumbres adquiridas durante su permanencia con los genitores y con los diferentes adultos con quienes fue conviviendo.

Se aferran por necesidad a juguetes o algún objeto que lo vincula con sus vivencias y con la familia biológica o con el hogar de tránsito.

Es fundamental que puedan expresarse y conversar sobre las experiencias pasadas, recordarlas y comprenderlas.

Podrán reconocer que los adultos con los que han tenido contacto hasta ahora no fueron el único modelo y que recibirán otras maneras de cuidado y protección.


¿Cuáles son algunos de los temores de los padres adoptantes cuando el hijo ingresa en la adolescencia?
Durante la adolescencia vuelven viejos temores y cobran nuevos sentidos tanto para el adolescente como para los padres adoptantes.

Ante el deseo de autonomía propio de la adolescencia, reaparecen en los padres miedos de ser abandonados por su hijo; emociones que no les permiten diferenciar entre la necesidad que tiene su hijo de saber sobre su origen y la probabilidad del abandono.

Otro de los temores que presentan los padres adoptantes es que el hijo se identifique con los padres biológicos y que puedan vivir la sexualidad adolescente como pecaminosa, peligrosa con los miedos a embarazos accidentales.

Los cambios físicos y psíquicos del adolescente repercuten en los padres adoptantes que si privilegian lo consanguíneo pueden generar situaciones de vivirse y de vivir al hijo como extraño.

Si hubiere conductas de desenfreno o de violencia en el adolescente se las atribuyen a lo heredado.

El adolescente adoptivo en la búsqueda de valores e ideales y en la construcción de su filiación, suele decir o pensar que "mis padres son otros", "ustedes no son mis padres".

En las circunstancias de la adopción los "otros" existen y tienen fantasía de encontrarlos.

Necesita buscar información y a veces logra tomar contacto con sus progenitores aunque en general decide y elige seguir conviviendo con su familia adoptiva: es la reafirmación que reconoce a los adoptantes como "sus padres".

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