Pasar al contenido principal

Cómo hablar de sexualidad con los chicos

El modo en que se aborden con los hijos las cuestiones vinculadas a la sexualidad dependerá, fundamentalmente, de la concepción que de esta tenga la familia y de la naturalidad con la que sea capaz de tomarla.

El modo en que se aborden con los hijos las cuestiones vinculadas a la sexualidad dependerá, fundamentalmente, de la concepción que de esta tenga la familia y de la naturalidad con la que sea capaz de tomarla.

Por lo general se escucha decir que a los chicos no hay que responderles más de lo que preguntan y ésto aplicaría para cualquier tema, no sólo para aquellos relacionados a la sexualidad. Esta es una postura que ya implica bastante, porque supone que el niño va a encontrar un adulto que resuelva la inquietud que se le presenta.

Otra cuestión que es fundamental a la hora de que ese intercambio de pregunta y respuesta sea valioso es el hecho de que el adulto no demuestre la sorpresa que le puede haber causado la pregunta del niño y que conteste con la verdad, sin caer en cientificismos ni en simplificaciones, con la misma naturalidad y con la misma actitud relajada con la que contestaría por qué hay que llevar a vacunar a la mascota de la casa.

Es claro que para que exista esta disposición a contestar cualquier cosa que el niño pregunte con absoluta naturalidad –es preferible obviar el “te lo voy a explicar cuando seas más grande”, porque si lo pregunta es porque le interesa ahora, aunque no sea capaz de comprenderlo en su totalidad-, es imprescindible que los padres asuman la sexualidad humana con naturalidad. Porque si para ellos es un tema tabú, de la misma forma se lo transmitirán a su hijo.

Y pensar en qué decir a cada edad es una preocupación que queda al margen si se respetan las preguntas y los intereses de los chicos: ellos pueden guiar cuán gradual o profunda será la información que reciban y no se van a “asustar” por nada que se les conteste. Por ejemplo, si un niño de seis años estuvo viendo televisión –aunque sea una propaganda- puede preguntar qué es un travesti, y en vez de pensar si debe saberlo a su edad, habrá que responder a su pregunta. Si no se conoce la respuesta, hay que decirles a los chicos que lo vamos a averiguar y hacerlo lo más rápidamente posible, porque por más que parezca que la inquietud se “diluyó”, el niño sigue esperando una respuesta.

A lo que sí hay que estar atentos es, por ejemplo, a los casos en los que los niños traen una pregunta que parece inadecuada para su edad o que demuestra un conocimiento de la genitalidad adulta que llama la atención. En esos casos, habrá que preguntarles tranquilamente quién les dijo eso o de dónde los sacaron. A veces estas preguntas son síntoma de casos de exceso de estimulación sexual –por ejemplo, chicos que estuvieron expuestos a videos o revistas para adultos- o, incluso, de algún tipo de abuso sexual.

Por otro lado, y yendo un paso más allá, también existe la posibilidad –y esto depende de la amplitud de cada familia- de que los temas de sexualidad no surjan solamente de una pregunta de los chicos, sino que sean tema de conversación familiar: por ejemplo, si la madre dice que se siente mal y le duele la panza, perfectamente puede explicarle a una criatura de cinco años qué es la menstruación, en lugar de usar evasivas o mentiras.

Lo mismo en relación a un turno con el ginecólogo, o a la elección sexual de algún familiar o amigo homosexual: se puede hablar con naturalidad del “novio del tío” siempre y cuando la familia lo acepte como un hecho natural.

Pero la realidad es que no todos los adultos están dispuestos o preparados para dar este tipo de respuestas y, siendo padres, habría que ir pensando desde que los hijos son bebés cómo le parece más adecuado a la pareja enfrentar estas cuestiones y analizar qué posturas tienen ellos mismos con respecto a temas como la homosexualidad, la anticoncepción, las relaciones prematrimoniales, etc. Sin duda, es necesario que primero lo tengan claro los grandes para que después puedan transmitírselo a los chicos.

Y con respecto a los libros o videos que existen en el mercado y que fueron preparados para explicarles a los chicos los cambios físicos y psicológicos que deberán transitar con la pubertad, así como cuestiones generales de sexualidad, será también una decisión de la familia el hecho de tenerlos en casa. Un libro de este tipo puede estar en la biblioteca de la casa, los padres pueden comprárselo al niño, mostrárselo y dejarlo ahí, para que él lo explore en la medida en que tenga ganas, pero de ninguna manera hace falta sentarse –a instancias del adulto- una vez por semana con los hijos a leer y comentar ese material.

Así como en casa no se “estudia” matemática –excepto cuando los padres colaboran con sus hijos en una tarea-, tampoco hay que estudiar “sexualidad humana”. Porque en el hogar –a diferencia de la escuela, donde estos conocimientos sí deben presentarse sistematizados-, el tema de la sexualidad debería ser tratado con la misma naturalidad con la que se habla de la alimentación, de la salud, de la vida y la muerte, etc.

Algunas preguntas frecuentes


¿Cómo se hacen los bebés?
Ser capaces de articular una respuesta frente a estas preguntas que llegan sorpresivamente es ya un paso que tiene valor siempre y cuando esa respuesta sea verdadera: nada de repollos ni de cigüeñas. Es preferible hablar de células, aunque el chico no sepa qué son, en lugar de hacer una analogía imposible que sólo va a lograr confundirlo más.

Se le puede decir algo como lo siguiente, siempre teniendo en cuenta las posturas familiares:

“Para que nazca un bebé, hace falta que se junten dos células, (se podría decir que son ‘como semillas’, aunque no lo sean,  para que el niño pueda comprender el término célula) que se llaman óvulo, en el caso de la mujer  y espermatozoide, para el hombre.

Cuando esas dos células se unen comienza a formarse un ‘huevo’ a partir del cual va a crecer el bebé en la panza de la mamá, en una ‘bolsa’ especial que se llama útero.

Muchas veces los niños no hacen todas las preguntas a la vez y les alcanza con respuestas parciales. Pero si en cambio, continúan preguntando y desean saber

¿Cómo es que se juntan estas dos células (o semillitas) y llegan hasta la panza de la mamá? habrá que responderles su inquietud, siempre teniendo en cuenta las posturas familiares.

Una respuesta podría ser la siguiente: “Las células del papá (espermatozoides) están en el pene (pito) del papá y las células de la mamá (óvulos) están dentro de su panza.

Para que estas dos células se junten, el papá le introduce el pene en la vagina de la mamá y deposita su célula para que se una con la célula de la mamá”.


¿Cómo nacen los bebés?
Cuando llega el momento del nacimiento, el útero empieza a apretar y soltar, apretar y soltar, haciendo fuerza para que el bebé salga. El bebito también ayuda y se va acomodando y moviendo hasta que sale por la vagina de la mamá. A veces, cuando hay algún problema y el bebé no puede salir por ahí, los médicos le hacen un cortecito en la panza a la mamá –se llama cesárea- y sacan al bebé por ese lugar”.

Algunos niños, tal vez pueden impresionarse cuando se les menciona la palabra “cortecito”. En ese caso se les puede aclarar que es un proceso indoloro ya que se utiliza un líquido especial llamado anestesia que sirve para “dormir por un rato” esa parte de la piel de la panza.


¿Qué significa ser gay?
Un gay es una persona que elige como pareja a otra persona de su mismo sexo; un hombre puede elegir a un hombre o una mujer a otra mujer –en ese caso se las llama ‘lesbianas’-. Se eligen para quererse como novios y  para cuidarse y amarse como cualquier pareja. También se los llama homosexuales”.

Hay que tener en cuenta que los chicos también aprenden sobre sexualidad humana y toman ejemplo de las acciones de los padres y de los comentarios que escuchan entre los adultos cuando no se trata de una charla “oficial” sobre sexualidad entre padres e hijos. Por ejemplo, se puede ser muy correcto hablando con los hijos acerca de la importancia de no discriminar, pero si ellos escuchan que los grandes se burlan de un compañero de trabajo porque es “mariquita”, se quedarán con esa idea más que con la teoría.

Por eso, pensar en cómo hablar de sexualidad con los hijos implica, previamente, pensar qué posiciones tomamos como adultos en relación a esos temas.

 

 

Niños Psicología del niño y la familia

Contenidos Relacionados