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Características de los niños de 7 años y 6 meses

Características de los niños de 7 años y 6 meses

Tu hijo de siete años puede ser un “secretario” perfecto y tener en mente la agenda de toda la familia: sabe qué actividades hace cada uno y en qué día y horario. Como ya tiene un sentido bastante exacto del tiempo, comprende y puede anticipar la secuencia  de los acontecimientos en casa, la escuela, el club, etc. Por supuesto, ¡se enorgullece de esta capacidad!

Y por esto, el orden y las rutinas siguen siendo muy importantes para él sobre todo ahora que tiene real conciencia de ellas. Es importante que se levante a la misma hora todos los días y que no lo haga mucho más tarde de lo habitual el fin de semana; si no, la rutina de irse a la cama se desarma y el lunes le costará mucho madrugar. Lo ayuda mucho que la preparación para ir al colegio siga un orden preestablecido: despertarse, lavarse los dientes, vestirse y después desayunar. La ropa de la escuela, la mochila y los útiles pueden haber quedado preparados desde la noche anterior.

Al regresar de la escuela, también es útil que exista una rutina: lavarse las manos, tomar la merienda –o almorzar si va a un solo turno- y después, según prefiera cada familia, puede haber un tiempo de juego para dedicarse más tarde a ordenar la mochila y hacer lo tarea o, por el contrario, revisar las cosas de la escuela inmediatamente después de merendar, ordenar papeles, hacer los deberes, dejar todo listo para el día siguiente y ahí sí, tiempo libre pero tranquilos de que no queda nada pendiente.

Es importante que el niño tenga un lugar donde hacer su tarea y guardar sus libros y papeles de la escuela. Sería ideal que tuviera una pequeña biblioteca a su disposición –unos estantes a su alcance es suficiente-. Esto lo va a ayudar a formar el hábito de sentarse a trabajar en casa y, cuando sea más grande, a estudiar para las evaluaciones. El orden de este lugar y el hecho de que se siente a hacer la tarea siempre más o menos a la misma hora colabora a formar este hábito fundamental.

Aprender los modales correctos en la mesa es, sin duda, una materia que debe estar presente a los 7 años -si es que no ha comenzado antes-: esperar hasta que se les haya servido a todos antes de empezar a comer, comer con la boca cerrada, no hablar con la boca llena, apoyar los cubiertos mientras se mastica, no beber cuando se tiene comida en la boca, usar servilleta y mantenerla sobre el regazo, no hacer comentarios negativos sobre la comida que no te gusta (por ejemplo: “El brócoli es una porquería”), no levantar excesivamente los codos al cortar, pedir permiso para retirarse de la mesa si aún no se levantaron todos, etc. Todas las anteriores son normas que los chicos de esta edad pueden comprender y aplicar, aunque es sabido que el aprendizaje de los modales requiere años de buen ejemplo y de amables señalamientos.

Y lo mismo sucede con los buenos modales a la hora de atender el teléfono: saludar, decir quién es cuando llama y antes de pedir por favor que le comuniquen con su amigo, despedirse antes de cortar. Además de esto, debe saber que nunca debe dar datos a nadie, que no debe responder a las encuestas ni creer cuando le dicen que la familia ha ganado algo. En esos casos, siempre debe pasarle el teléfono a un adulto.

A la salida de la escuela, todos "hacen programa": unos invitan, otros son invitados y se despliega una agenda de compromisos sociales a veces más nutrida que la de los adultos. Pero, ¿qué pasa cuando nuestro hijo queda afuera de esa organización y ni es invitado ni quiere invitar?

 

Si algún conflicto surgido en la escuela es relatado en casa con angustia y las conversaciones del niño con los padres no son suficientes para resolverlo, lo mejor es pedir una entrevista con la maestra sin demora. Una vez allí, es importante saber que lo que relata tu hijo es “una campana” y que no hay que darle un cien por ciento de crédito. No porque pueda ser “mentira”, sino porque los chicos viven situaciones que se desarrollan a través del lenguaje verbal y no verbal y, al “traducirlas” para contarlas, pueden no ser iguales a las relatadas por el otro participante, que las interpreta de manera diferente.

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