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Características del niño: 7 años

Características del niño de 7 años

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Los siete años son la edad del entusiasmo y la curiosidad por excelencia. En la escuela, el niño se da cuenta de todo lo que está aprendiendo y va adquiriendo confianza en sus posibilidades académicas. Ya casi no hace "escenas" y, en caso de conflicto con los adultos o los pares, en vez de hacer un berrinche suele llorar o alejarse a un rincón. 
Ahora tu hijo quiere saber de todo, es un gran observador y, por lo tanto, un gran preguntón que ya formula sus propias opiniones acerca de muchas cosas.

El pensamiento es más analítico: aparece la crítica y los sentimientos de imposibilidad o contradicción. Es la edad del "pero" y del "sin embargo", la edad de la reflexión y la razón. Es casi un “pequeño científico”: se da cuenta de que las condiciones y las circunstancias pueden cambiar y le encanta preguntarse “¿qué pasaría si…?”. En algún sentido, plantea hipótesis como si fuera un científico y, de hecho, le fascina realizar experimentos en la escuela y en casa.

Dada su curiosidad y su pasión por experimentar, la jardinería es una actividad que le va a encantar a tu hijo a esta edad. Si tiene la posibilidad de trabajar la tierra en el jardín de tu casa o en los de los abuelos, sería perfecto. Si no, una maceta en la terraza o en el balcón puede ser suficiente para maravillarse viendo crecer una lechuga que más tarde puede cosechar y comer en una ensalada. Y, dado que está grande y le gusta ayudar en las tareas de la casa, regar las plantas puede ser una de sus obligaciones asignadas, así como retirar las hojas secas.

Si ves que le interesan particularmente los experimentos, la naturaleza o los animales, además de acercarle libros al respecto, puede encantarle que lo suscribas a una revista especializada o a un newsletter por Internet: ¡esperarla todos los meses le generará una enorme expectativa!
Y con respecto a los animales, pensá que su madurez ya le permitiría hacerse responsable de algunos aspectos del cuidado de una mascota: ¿te animás a incorporar un nuevo miembro a la familia?


Los siete años es la edad ideal para iniciarse en un deporte; y ya no hablamos de juegos pre-deportivos sino de la participación en un deporte real. En este sentido, es importante tener en cuenta que el deporte debe ser elegido por el niño y que nunca debe ser obligado a realizarlo –mucho menos castigado o retado por un resultado negativo en un partido- .

Sus progresos a nivel físico son notables: puede correr rápido y frenar o girar bruscamente sin caerse. La coordinación ojo-mano está muy avanzada.
Puede arrojar y patear una pelota con gran precisión y ya adquirió un gran equilibrio que muestra al andar en su bicicleta sin rueditas. Si todavía las usa, es importante saber que la dificultad para dejarlas puede tener que ver con un temor de los padres o del mismo niño. En este último caso, hay que ayudarlo a superarlo porque sin duda ya está más que en condiciones de hacerlo. Lo mismo sucede con los cordones: si todavía no se los ata solo… hay que lograrlo lo antes posible.

En relación a la autonomía, también es muy importante que los adultos no hagan todo por el niño y que aprenda, a través de la propia vivencia, que todas las acciones tienen consecuencias. Por ejemplo, si el domingo a la noche se acuerda de que debía hacer una tarea para la escuela, es mejor dejarlo que tenga que decirle a la maestra que se olvidó de hacerla antes que ponerse a buscar revistas para recortar y tratar de solucionarle el problema quedándose hasta tarde –además de que seguramente esto se hará en medio de un clima tenso, con retos de por medio-. De la primera manera, lo más probable es que no vuelva a olvidarse y lo responsabilizará por su falta. De la segunda, el niño aprenderá que siempre habrá alguien que lo cubra y no desarrollará un sentimiento de responsabilidad.

No es esperable que tu hijo crea que no puede hacer nada sin la ayuda de sus padres, y por eso hay que animarlo a hacer las cosas que quiere hacer solo y que no implican peligros. Si bien puede derramar al servirse una bebida por sí mismo, hay que reconocer que esto no es “peligroso” y estar dispuesto a poner el mantel en el lavarropas sin retarlo, simplemente explicándole que, a medida que practique, las cosas le irán saliendo mejor cada vez.

A esta edad, las diferencias de habilidades físicas con otros compañeros pueden ser muy obvias y pueden deberse a dos causas: la habilidad innata de cada niño a nivel físico y/o su nivel de ejercitación: si un niño sale a andar en bicicleta cada 15 días, obviamente lo hará peor que aquel que practica dos o tres veces por semana. Hay que estar atentos para no criar un niño con hábitos sedentarios y controlar las horas que pasan sentados frente a la computadora y/o el televisor. Las actividades al aire libre en familia combaten el sedentarismo y redundan en beneficios para todos: la plaza, el club, un día de campo… cada familia encontrará la manera de ponerse en movimiento que más le agrade.

Y aunque tu hijo ya no es tan pequeño, tené en cuenta que sigue siendo fundamental que pases tiempo con él: tiempo que debería ser de calidad, con tu atención dedicada a él exclusivamente por lo menos en algún momento del día. Estar en casa desconectada del niño, trabajando en la computadora o en las tareas domésticas, o “con la cabeza en otro lado” no cuenta como tiempo de calidad. Es importante analizar qué está sucediendo al respecto y generar espacios de intimidad para compartir con tu hijo: salir a desayunar algún día, mirar el reloj y decidir dejar las demás tareas por una hora para sentarte en el piso de su cuarto y ver qué propone… él te guiará, pero es fundamental recordar que los niños necesita mucho más que alimento y ropa limpia para crecer sanos.

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