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Dejar los pañales: “adiós al pañal, adiós al bebé”

Abandonar el pañal es quizás el último hito que separa con una línea imaginaria el fin de una etapa y el comienzo de otra: el pasaje de ser un bebé para convertirse en un niño pequeño. Y esto es difícil tanto para el bebé, como para los papás. ¿Cómo ayudarlo a dejar los pañales?

Para un niño pequeño, decirle chau al pañal, no siempre es sencillo.

Necesita un poco de ayuda y de guía de los papás para poder lidiar con los sentimientos encontrados que le produce la sensación y las ganas de lograrlo o de no lograrlo todavía.

Es cierto, no siempre se disfrutan y sostienen los logros porque a veces sienten que si controlan con éxito, se pierde un lugar, una posición dentro de la familia: la de “su majestad el bebé”. Es por eso que ante cada aprendizaje, no siempre hay euforia y constancia porque lo que el bebé y sus padres sienten es que está creciendo y a veces esto duele un poquito.

Estos sentimientos contradictorios son normales en todas las familias al iniciar un cambio, el tema es cómo seguimos.

Abandonar el pañal es quizás el último hito que separa con una línea imaginaria el fin de una etapa y el comienzo de otra: el pasaje de ser un bebé para convertirse en  un niño pequeño.

Por eso es importante comprender que no es sólo dejar un objeto (pañal) que contenía lo que salía del cuerpo cuando el bebé simplemente sentía necesidad y ganas de… sino que significa que a partir de no usarlo deberá hacerse cargo de elegir cuándo, dónde y cómo dejar su pis y su caca.

Es notable todo el trabajo que esto significa. Necesitará registrar sus ganas y poder esperar, elegir el lugar y momento para “hacerse cargo” de su cuerpo y  hacer  sus “necesidades”.

Hasta ahora dependía de mamá, papá o un adulto que en lugar de él se daba cuenta que se hizo y lo cambiaba. Resolvía por él una situación; actuaba por él sin necesidad de su intervención.

Pero con el correr del tiempo, entre los 2 y 3 años, al ir dándose cuenta o incomodándose con sentirse mojado o sucio, podrá comenzar a sentir una necesidad de que algo cambie. Es importante cuando esta intención aparece alentarla. Favorecerla ofreciéndole ayuda.

Pero si aún no muestra ninguna señal, como esconderse para hacer, nombrar algo referente al tema aunque sea en media lengua, o jugar a que hace, es preferible no imponer la voluntad y el deseo absoluto del adulto. En general esto no funcionará. Será un mero adiestramiento si lo llega a lograr, pero no un verdadero aprendizaje sostenido en el tiempo.

Será de gran ayuda observar y estar atentos para poder comprender las señales que nos van dando los chicos, que son los que nos indican el camino de cuándo es el momento de comenzar con el proceso y cómo iniciarlo.

Porque es un proceso que se construye día a día y tiene idas y vueltas. Hay muchos mitos a su alrededor y “recetas” que no siempre funcionan del todo bien.

Lo que sí siempre funcionará es el amor y el acompañamiento para atravesar los cambios.

  

Asesoró Lic. Alejandra Libenson
Psicopedagoga, Psicóloga
Especialista en crianza, vínculos familiares,  pareja y fertilidad
Autora del libro “Criando hijos, creando personas”

 

Bebés Crianza, familia y educación

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