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Hepatitis y embarazo

¿Qué es la hepatitis? ¿Cómo se contagia? ¿Qué pasa si la contraigo en el embarazo? ¿Le puede hacer daño a mi bebé?

La hepatitis es una inflamación del hígado causada comúnmente por una infección viral. Existen cinco tipos de virus de la hepatitis : A, B, C, D y E que tienen distintas causas, síntomas y efectos sobre el cuerpo humano. En el caso del embarazo, los efectos que se producen sobre la mamá y el bebé dependerán del virus contraído.

 

Hepatitis A 

 

¿Cómo se transmite?
Se transmite por vía fecal-oral (la vía de contagio es ano-mano-boca). Ingerir alimentos o agua contaminada con este virus es la vía más común de transmisión. Por eso es muy importante lavarse las manos después de ir al baño, antes de cocinar y de comer, lavar bien las frutas y verduras que se consumirán crudas, beber agua segura, cocinar bien las carnes y evitar comer en puestos callejeros o restaurantes que no cumplan con las condiciones de higiene necesarias.

¿Cuáles son los síntomas?

Los síntomas de esta enfermedad suelen ser decaimiento, cansancio y en algunos casos puede aparecer fiebre e ictericia (coloración amarillenta de la piel), vómitos, pérdida de apetito y una coloración blanquecina de la materia fecal. En la mayoría de los casos los niños y jóvenes no presentan síntomas, y en los adultos la ictericia es el síntoma más frecuente. Hay  formas hiperagudas que pueden llevar rápidamente a la falla hepática fulminante  cuyo tratamiento es el trasplante de hígado.  Afortunadamente con la vacunación, esta hepatitis ha desaparecido como causa de trasplante en la edad pediátrica desde el año 2007.

¿Cómo se detecta?

La Hepatitis A se detecta mediante un análisis de sangre por anticuerpos específicos.

¿Qué riesgos tiene para la mamá y el bebé?

La Hepatitis A es una enfermedad autolimitada, es decir que se cura sola en forma espontánea, sin tratamiento especial, en unas semanas y sin riesgos para la madre y el bebé, y de la que no se han detectado evidencias de efectos a largo plazo.

El bebé puede llegar a contraerla en el parto al entrar en contacto con la sangre de la mamá o bien por vía oral, pero afortunadamente la hepatitis A no suele ser grave como otro tipo de hepatitis, y una vez que el bebé la contrae, genera anticuerpos para toda la vida.

¿Cuál es su tratamiento?

Su tratamiento consta de reposo relativo y una dieta cuidada,  durante dos o tres semanas, que es el tiempo que suele durar este virus en el cuerpo hasta que se cura, sin dejar secuelas. La hepatitis A no se convierte en crónica.

En el caso de los niños, es importante cumplir con la dosis de vacunación contra la hepatitis A indicada en el Calendario Nacional de Vacunación.

 

Hepatitis B

 

¿Cómo se transmite?
El contagio de la Hepatitis B se produce a través de la sangre, el semen y otros fluidos corporales, es decir que las relaciones sexuales sin protección son una fuente de contagio. También lo son los accidentes con materiales contaminados como agujas y jeringas o equipos de diálisis que no están correctamente esterilizados, transfusiones de sangre no controladas, compartir jeringas y agujas, pincharse accidentalmente con una aguja contaminada o efectuar un tatuaje o piercing en un lugar que no cumple con las condiciones de higiene adecuadas ni cuenta con material descartable.

El bebé puede contagiarse durante el parto, por eso es importante realizar estudios durante el embarazo que determinen la condición de la mamá con respecto a esta enfermedad, para prevenir el contagio (hay embarazadas que solo son portadoras del virus y que no sufren la enfermedad, pero sí la infección y por ende también pueden contagiar al bebé).

¿Cuáles son los síntomas?
Si bien los síntomas son parecidos a los de la hepatitis A (cansancio, dolor abdominal, dolor de articulaciones, ictericia, con menos síntomas digestivos. etc.), el tiempo de incubación de esta enfermedad puede ser de hasta 6 meses, y en muchos casos puede que no presente ningún síntoma y por eso también puede pasar desapercibida. A esta hepatitis y a la Hepatitis C se las denomina “epidemia silenciosa”, precisamente por la ausencia de síntomas.

A diferencia de la hepatitis A, la hepatitis B puede llegar a convertirse en crónica, en un 5 % de las formas agudas,  y en un porcentaje mayor en las formas que no presentan síntomas. El problema de que se convierta en crónica es que esto puede ser causante de cirrosis hepática, o de cáncer de hígado, denominado hepatocarcinoma.

¿Cómo se detecta?
La hepatitis B se detecta mediante análisis de sangre que en la Argentina como en muchos otros países son de rutina y obligatorios en los embarazos, y a partir del cual el médico determinará si es necesario hacer más estudios para confirmar un resultado positivo, y si la enfermedad es crónica, aguda o si la mujer es portadora del virus.

¿Qué riesgos tiene para la mamá y el bebé?
La gestación no empeora el pronóstico de la enfermedad, excepto que la futura mamá tenga daños previos al embarazo en el hígado.

El problema es que hay una probabilidad del 95% de que esta enfermedad se convierta en crónica si el recién nacido la contrae, con todo lo que esto implica.

¿Cuál es su tratamiento?
Si se detecta el virus de la hepatitis B durante el embarazo, el médico puede indicar diferentes drogas que ayudan a que la carga viral en sangre baje hasta que sea indetectable (negativizar la viremia).

En el caso de la hepatitis B aguda, no hay un tratamiento específico y las medidas se centran en mantener el bienestar y el equilibrio nutricional, evitando el alcohol y/o medicamentos que puedan afectar al hígado, y, en caso de que se hayan producido síntomas como vómitos y diarrea, la reposición de los líquidos perdidos como parte del tratamiento. Dependiendo el momento del embarazo, se puede llegar a indicar un tratamiento para evitar la infección del recién nacido.

En el caso de una infección crónica por el virus de la hepatitis B, es conveniente una consulta con un especialista (hepatólogo) para que siga con atención el desarrollo de la infección y su repercusión  y evitar las enfermedades crónicas derivadas de la hepatitis B. También se debe indicar un control de la familia, realizando análisis para determinar si alguno la contrajo. En caso de que ninguno la haya contraído, se recomienda la vacunación para evitarla, y la persona portadora deberá tener en cuenta los cuidados necesarios para no contagiar a su pareja, utilizando protección durante las relaciones sexuales, tener cuidado con las heridas, etc.

Tanto los partos vaginales como las cesáreas son seguras para las portadoras del virus de la hepatitis B. Las mamás también pueden amamantar a sus bebés protegiendo los pezones contra heridas y sangrados, porque la leche materna no es fuente de trasmisión del virus.

Si el médico detecta el virus de hepatitis B en la madre, se le aplicará  al bebé gammaglobulina específica para virus B inmediatamente después del parto hasta 24hs de nacido -que lo protegerá de una infección a corto plazo- junto con la vacuna contra la hepatitis B en el trascurso de las 12 primeras horas de vida (las siguientes dos dosis serán indicadas en las visitas de rutina al pediatra según el Calendario de Vacunación).

Para estar protegida de por vida, una persona debe recibir 3 dosis de esta vacuna. En el caso de los niños, que tienen más posibilidades que un adulto de sufrirla de manera crónica si la contraen, es fundamental cumplir con las dosis de la vacuna contra la hepatitis B indicadas según el Calendario Nacional de Vacunación.

 

Hepatitis C

 

¿Cómo se transmite?
En el caso de la hepatitis C,  que al igual que la hepatitis B puede transformarse en una enfermedad crónica,  se contagia a través del contacto con la sangre de una persona infectada, por transfusiones, trasplante de órganos, jeringas y agujas  contaminadas o pinchazos con agujas contaminadas. Su contagio a través de las relaciones sexuales es poco frecuente.

¿Cuáles son los síntomas?
Aunque la mayoría de las personas no suele presentar síntomas, algunas pueden presentar fiebre, cansancio, falta de apetito, náuseas, vómitos, dolores abdominales, coloración oscura de la orina, heces  de color grisáceo, dolores en las articulaciones e ictericia.

¿Cómo se detecta?
La hepatitis C se diagnostica a través de análisis de sangre.

¿Qué riesgos tiene para la mamá y el bebé?
No existen evidencias de que produzca problemas en la embarazada, el feto o enfermedades en el recién nacido, aunque puede transferirse al bebé si la embarazada tiene una infección con una elevada carga viral o padece HIV.

La leche materna no es fuente de trasmisión del virus de la hepatitis C, que en uno de cada seis casos puede convertirse en crónica.

¿Cuál es su tratamiento?
Por el momento no existe una vacuna para prevenirla ni tratamientos posibles que sean efectivos para la hepatitis C. Los infectados pueden llevar una vida normal, pero evitando todo aquello que sea nocivo para el hígado como el alcohol, los anticonceptivos hormonales, etc.

 

Hepatitis Delta (D)

 

Se trata de una infección que se da solo en personas que ya padecen de hepatitis B y es muy rara.

Por el momento no se conocen efectos sobre el embarazo o el bebé y no hay actualmente tratamientos posibles para esta enfermedad.

Hepatitis E

 

¿Cómo se transmite?
El virus de la hepatitis E, que es una enfermedad autolimitada, se transmite principalmente por vía fecal-oral, como consecuencia del consumo de agua contaminada por la materia fecal. También se transmite por ingerir productos derivados de animales infectados o por transfusión de productos sanguíneos contaminados. La embarazada también puede trasmitírsela al feto (transmisión vertical).

¿Cuáles son los síntomas?
Los signos y síntomas característicos de la hepatitis E son: ictericia, pérdida de apetito, hígado agrandado y con dolor, dolor  abdominal, náuseas y vómitos, fiebre, etc.

¿Cómo se detecta?
La hepatitis E se detecta a través de análisis de sangre.

¿Qué riesgos tiene para la mamá y el bebé?
Aunque en raras ocasiones la hepatitis E aguda se convierte en una hepatitis fulminante que conduce a la muerte, dentro de estas bajas probabilidades las embarazadas presentan un mayor riesgo de complicaciones obstétricas y mortalidad por hepatitis E. En la Argentina, es un virus muy poco frecuente.

¿Cuál es su tratamiento?
No existe ningún tratamiento que pueda alterar el curso de la hepatitis aguda. La prevención mediante prácticas higiénicas como lavarse las manos, sobre todo antes de manipular alimentos, evitar beber agua o consumir hielo de pureza desconocida, evitar el consumo de mariscos crudos y de frutas sin pelar o verduras crudas mal lavadas, suelen ser las medidas más eficaces contra esta enfermedad.


Asesoraron:  Dra Maria Cristina Cañero Velasco, Gastroenteróloga y Hepatóloga Infantil, Htal de Niños de San Justo. Docente Adscripta de Pediatría de la UBA y Vicepresidente de la AAEEH. Dr. Bernardo Friman, Jefe del Departamento de Medicina y de Hepatología del Hospital Argerich, Profesor Titular de Medicina de la Universidad Maimónides.

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