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La importancia de aprender constantemente

Aprender aprendemos todos, y todos los días. Se aprende en la relación de pareja, se aprende en el trabajo, en el club con los amigos o en una salida al cine. Aprendemos desde que nacemos y cada día desde que nos levantamos

Aprender aprendemos todos, y todos los días. Se aprende en la relación de pareja, se aprende en el trabajo, en el club con los amigos o en una salida al cine. Aprendemos desde que nacemos y cada día desde que nos levantamos.

Se aprende a hablar, a comer, a estudiar, a criar hijos...y ninguno de estos conocimientos le llegan a los seres humanos a través del instinto.

¿Cómo podemos estimular este "seguir aprendiendo" fuera de las instituciones que formalmente se ocupan de educar?

Como padres, por ejemplo, podemos plantearnos la importancia de llevar a nuestros hijos al cine, al teatro, a museos, a exposiciones, a escuchar un concierto... hay muchas ofertas "buenas y baratas" para aprovechar.

Como adultos sin hijos también podemos plantearnos esto mismo: muchas veces criticamos a los más jóvenes porque, por ejemplo, no leen, pero tenemos que prestar atención al hecho de que los adultos nos dejamos atrapar en la misma medida que ellos por la televisión o por la computadora. No quiero decir con esto que debamos prescindir de ver un programa que nos guste, de navegar por internet o de chatear con amigos, ya que eso es también enriquecedor y no todo en la vida debe hacerse con una función específica. El puro placer es también una razón importante. Pero todo en su justa medida.

Así como nos preocupamos por estar al día con los avances de la disciplina en la que trabajamos, o con la información general, también es importante que nos hagamos un planteo acerca de cómo vamos a seguir formándonos como personas inmersas en una cultura. Y para esto las excusas no pueden ser económicas, porque, como decía antes, la oferta cultural gratuita o muy accesible es, por suerte, muy amplia en la Ciudad de Buenos Aires y también accesible en otros lugares del país.

Otro pretexto que solemos dar (y darnos) a nosotros mismos es la cuestión del tiempo. Es cierto y terrible que hoy en día cada vez hay que trabajar más horas para obtener los mismos resultados y también es verdad que la vida de los argentinos, con sus inseguridades de todo tipo, nos dejan sin energía y con un nivel de estrés altísimo. Pero seguramente coincidirán conmigo en que una tarde de sábado pasada frente al televisor no contribuye a revertir esto. Si recordamos la sensación de haber paseado por un parque hasta el que nunca habíamos ido, o de recorrer las salas de un museo que visitamos por primera vez, tal vez en ese recuerdo sí encontremos un paliativo a la rutina y al "embotamiento" de lo cotidiano.

Por todo esto les propongo que salgamos a pasear, a recorrer, a conocer y que llevemos a nuestros hijos, sobrinos y amigos, que compartamos estas experiencias.

Les propongo que nos propongamos salir a aprender.

Niños Educación y estimulación