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Juegos de mesa en familia: mucho más importante de lo que parece

Los juegos de mesa nos ofrecen la oportunidad no solo de compartir un momento de juego junto a nuestros hijos sino de conocerlos más. Compartimos todos los beneficios de esta actividad.

La familia reunida alrededor de un juego de mesa es una postal en extinción. Las pantallas han ido ganando terreno por sobre los juegos no virtuales y es más común ver a padres e hijos como hipnotizados frente al celular, la televisión o la consola de juegos, cada uno por su lado, que jugando juntos.

Pero no hay juego virtual que pueda reemplazar la magia de un juego de mesa. Para comprobarlo basta con proponérselo a los chicos: una tarde de domingo, todos juntos alrededor de una mesa, un juego que ellos elijan, cosas ricas para compartir y listo. Los resultados los veremos al instante y también días y meses después cuando ellos nos recuerden lo divertido que fue.

¿A qué edad podemos comenzar con el “proyecto: juego de mesa”? Si bien no hay una edad estipulada para incorporar los juegos de mesa, en la juguetería veremos que la edad mínima sugerida suele ser de tres años en adelante. Esto no es arbitrario, sino que se relaciona con la etapa de desarrollo del niño. A esta edad, por lo general, los chicos van dejando progresivamente ese egocentrismo característico de los primeros momentos del desarrollo para comenzar a reconocerse como uno más entre el resto. Como el juego de mesa requiere la posibilidad de compartir con otros, esperar un turno y seguir una serie de reglas, es bueno esperar a que tengan la edad suficiente para que puedan disfrutarlo.
 

Beneficios de los juegos de mesa


Jugar es una parte esencial para el desarrollo de nuestros hijos y trasciende el juego en sí mismo. Muchas cosas salen a la luz o se “trabajan” cuando los chicos juegan. Si prestamos atención, durante el juego podemos ver aspectos de nuestros hijos que tal vez en otras situaciones no notamos e incluso pueden surgir charlas que de otra manera no se hubieran dado.

Con respecto a los beneficios de los juegos de mesa en particular, son varios:        

Beneficios emocionales

  • Como todo juego, es el modo de expresión del niño, que al jugar manifiesta sus emociones. Por eso, es una oportunidad de conocer aún más a nuestro hijo, sus reacciones, sus emociones y de que circule el afecto y cariño en la relación.
  • Es una forma de comunicación social: implica relacionarse con otros. Por lo tanto, ayuda a afianzar la interacción con los demás.
  • Estimula una actitud crítica ya que requiere la posibilidad de ponerse en el lugar del otro.
  • Fomenta el trabajo cooperativo.
  • Estimula la formación de valores: unidad familiar, trabajo en equipo, compañerismo, respeto.
  • Colabora en la construcción de la norma, dado que tiene reglas: “esto se puede/ esto no se puede”.
  • Enseña a esperar (un turno).
  • Desarrolla la capacidad de tolerar la frustración.
  • Ayuda a valorar los esfuerzos.

Y en cuanto a sus beneficios cognitivos, los juegos de mesa les permiten a los chicos aprender a resolver problemas, tomar decisiones, imaginar, crear, aprender sobre distintos temas como el lenguaje, las matemáticas (al contar el puntaje, las fichas o avanzar casilleros), la cultura general así como también favorecen el ejercicio de la memoria, la atención, la categorización, la comparación, la asociación, el análisis y la síntesis. Por otro lado, estimulan la motricidad fina, por ejemplo, a través de la manipulación de fichas, dados, etc.

¿Qué debemos evitar cuando jugamos con nuestros hijos?

Todos los beneficios mencionados no se dan solos sino que necesitan de un contexto de juego saludable. Es decir que si les proponemos esta actividad a nuestros hijos debemos tener en cuenta algunas cosas para que ellos realmente la disfruten. 

  • La sugerencia principal es tomar el juego de mesa como una oportunidad familiar de descanso y disfrute. Que además de los chicos, nosotros también entremos en el mundo lúdico y lo disfrutemos plenamente.

 Para esto no debemos perder de vista algunos puntos:

  • Cuando jugamos con nuestros hijos la autenticidad, la libertad y la espontaneidad son fundamentales. Por eso, durante el juego cada uno, dentro de ciertos límites, debe despojarse de su rol familiar y todos deben responder a las mismas reglas.
  • Más importante que la cantidad de tiempo que juguemos es la calidad del momento compartido.
  • Es importante celebrar los logros de los ganadores o una respuesta correcta, sin desmerecer los errores ni ponerse en una actitud competitiva excesiva.
  • Ante los problemas que plantee el juego es clave favorecer la autoestima del niño y estimularlo para que los resuelva.
  • Reforzar el trabajo en equipo es otro de los puntos importantes.


En cuanto a lo que debemos evitar, la ideal es no evaluar ni vigilar, no ser un ojo que sigue constantemente al chico, como observándolo con lupa. También hay que evitar las preguntas constantes acerca de lo que sucede durante el juego, en todo caso hay que saber mirar entre líneas. El juego necesita del placer, no soporta vigilancia alguna. 

Tampoco debemos tratar de dirigir ni de marcar errores como si los estuviéramos evaluando.

Si vemos que nuestro hijo tiene reacciones emocionales desmedidas al frustrarse o cuando pierde, o reacciones agresivas ante respuestas erróneas, podemos orientarlo y colaborar para que manifieste sus emociones de una manera diferente, sin retarlo ni enojarnos con él y recordando que los chicos aprenden de lo que nosotros hacemos: si no sabemos perder o si burlamos al que pierde, lo más probable es que ellos hagan lo mismo.

 

Claves para elegir los juegos de mesa

 

Cuando vamos a elegir un juego de mesa para compartir con ellos, lo primero que debemos tener en cuenta son sus intereses. También podemos pensar en la habilidad o los valores que nos gustaría incentivar a través de la propuesta, pero el disfrute debe ser lo principal y no debemos utilizar el juego para evaluarlos o con fines instructivos. 

Según la etapa del desarrollo que atraviese nuestro hijo, algunos juegos serán más recomendados que otros. No es lo mismo si ya sabe leer o escribir o si recién está desarrollando su lenguaje. 

Para los más chicos podemos elegir:

  • Juegos que inviten a ponerse en el lugar del otro y a cooperar.
  • Juegos que involucren habilidades cognitivas como la memoria, la actitud crítica y el desarrollo del lenguaje.
  • Ejemplos: Memotest, Dominó, Ludo, Juego de la oca, ¿Quién es quién?, Jenga, Uno.

 Para los adolescentes:

  • Juegos que involucren desafíos para la mente como los de ingenio, lógica, estrategia, palabras.
  • Juegos relacionados con los hobbies del adolescente.
  • Juegos que estimulen la imaginación  y la creatividad.
  • Ejemplos: Damas, Ajedrez, Monopoly, Carrera de mente, Preguntados, Scrabble, Tabú, Pictionary, Ajedrez. 

Recomendación para ver con los chicos: “El mundo mágico de Magorium” (6 de diciembre de 2007, Alemania), una película para toda la familia donde los padres pueden hacer foco en lo que les sucede a los personajes en relación al juego.


Asesoró: Lic. Cecilia Kalejman, psicóloga.
M.N.: 53794

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