Pasar al contenido principal

Los chicos y el alcohol: una relación que empieza cada vez más temprano y es cada vez más grave

El diálogo, los límites y el ejemplo que dan los padres son claves para abordar el problema del alcohol en la adolescencia.

Que los chicos sufren cada vez más intoxicaciones por alcohol –cada vez más graves- y lo hacen a edades cada vez más tempranas es una realidad que se ve en las guardias de los hospitales. Los médicos observan que los más chicos toman mucha cerveza y los más grandes, fernet con cola o vodka con bebidas energizantes.

A partir de los 18 años también se observan muchos casos de asociación de alcohol con pastillas y la idea de que no hay que mezclar el alcohol con medicamentos no solo se ha ido perdiendo, sino que los adolescentes mezclan adrede, para potenciar los efectos.

Los chicos tienen un metabolismo lento porque no tienen el hígado completamente desarrollado, por eso las intoxicaciones por alcohol son más graves. Por otra parte, no saben tomar, toman mucho de golpe y esto agrava la situación, dando altísimas concentraciones de alcohol en sangre. A los chicos, el alcohol les hace mucho daño a nivel neurológico y hepático.
 

El rol de los padres


La educación y el cuidado de los hijos implica básicamente que los padres mantengan un diálogo fluido con ellos, que les dediquen tiempo, que den el ejemplo en relación a las actitudes que esperan de sus hijos y que puedan poner límites y decir “No”. Obviamente, esto es válido en general, más allá de la problemática del alcohol, pero en este caso puede analizarse específicamente:

  • Dialogar: hay que buscar el momento, que no es justamente cuando los chicos están concentrados estudiando o jugando a un videojuego, y sacar el tema del abuso de sustancias en general y del alcohol en particular. Cuanto antes se empiece a hablar del tema con los chicos, mejor, y esto hay que hacerlo como sea, como se pueda, como les salga a los padres. No hay nada que reemplace al sentarse y hablar.
  • Dedicarles tiempo: para poder sentarse y hablar hay que prestarle atención al chico, dedicarle tiempo. A la hora de comer se comparte la mesa y se habla, los chicos tienen que tener tiempo con los padres para saber lo que piensan y para que los padres escuchen lo que piensan sus hijos.
  • Dar el ejemplo: los padres pueden tomar alcohol de forma moderada y con los cuidados necesarios. Por ejemplo, no manejar si se ha bebido alcohol. Si los chicos ven actitudes responsables van a desarrollar actitudes responsables. Ahora, si sus padres dicen una cosa y hacen otra, los hijos van a imitar lo que hacen, más allá de lo que digan. Cuidado con este punto.
  • Poner límites: es obligación de los padres poner límites y no permitir que sus hijos corran peligro porque  todos los demás padres dicen que sí. Hay que controlar a los hijos, mirar cómo llegan de las salidas, incluso olerlos para poder prevenir una situación y decir “No” cuando corresponde, buscando generar acuerdos con los otros padres para decir “No”.

A veces los padres se plantean si será mejor darles “de probar” en casa, o permitir que se haga “la previa” en la casa porque así pueden “controlar”. Convencidos de eso, algunos incluso compran la cerveza (sin darse cuenta de que los amigos llegan con mochilas cargadas de otras bebidas mucho más fuertes) y de este modo habilitan el descontrol. Esto no es para nada recomendable: el alcohol está prohibido antes de los 18 años y eso tiene una justificación, por lo tanto, los padres no tienen que darles a probar alcohol a sus hijos, no deben permitir que vayan a una “previa” y mucho menos hacer “la previa en casa”. No pueden ubicarse en una posición de “amigos” de sus hijos, porque esta permisividad ha llevado a que no haya reglas, a que todo dé igual.

Por eso, hay que tener algún sistema de premios y castigos, para que no dé igual cuando las cosas se hacen bien o se hacen mal. Sabemos que los chicos andan en la vida probando todo el tiempo, son los padres quienes tienen que estar al tanto y señalar lo que está bien y lo que está mal, así como mostrar que las acciones tienen consecuencias.

La familia tiene que ocupar su rol indelegable y no dejar en manos de la escuela, de las campañas que pueda hacer el Estado o de la policía (cuando los chicos salen) el cuidado de sus hijos. El chico se educa en casa y es fundamental que la familia recupere hábitos saludables, que se coma más temprano, que se coma mejor, que se pongan límites a la computadora y a la televisión, etc. Claramente, estos hijos van a demandar más y necesitan padres que se ocupen.

 Asesoró: Dr. Carlos Damin, Jefe de Toxicología del Hospital Fernández y Director de Fundartox.org

 

Adolescentes Salud en adolescentes