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Niños que se comen las uñas

Comerse las uñas es una costumbre muy común en los chicos y, a menos que se trate de una respuesta a mucho estrés o problemas emocionales, no tiene por qué ser preocupante. Aquí, algunos consejos para ayudarlos a que dejen de hacerlo

Comerse las uñas, al igual que otro hábito o tic nervioso, es difícil de evitar porque es un acto inconsciente, una descarga motriz que alivia y que permite trasladar la ansiedad a una parte de uno posible como es la uña.

Lo ideal es que los chicos que tienen este hábito también desarrollen hábitos de descarga motriz como juegos, deportes o actividad física que permiten transformar el estrés en endorfinas y los ayudan a sentirse más aliviados y relajados. Anotarlos en clases de yoga o relajación para niños también puede ayudar.

Mientras tanto, si el niño no se lastima y no se trata de una respuesta a mucho estrés, hay que tratar de mantener sus uñas cortas y parejitas para que no se las muerda y mostrarle que esa puede ser una buena manera de evitar que se las coma (porque cuanto más rotas están, más tentadoras resultan).

Hay que darle tiempo y tranquilidad para que pueda abandonar ese hábito y tratar de hablar con él acerca de los tics nerviosos para que entienda de qué se tratan y pueda identificar lo que está haciendo, porque si uno lo presiona o lo reta cada vez que lo hace su respuesta va a ser negativa.

Para que tome conciencia de este hábito, una buena manera es ayudarlo a darse cuenta cuándo y dónde lo hace, siempre sin retarlo ni castigarlo. Pueden establecer un código entre los dos, como un guiño, para que note que lo está haciendo otra vez y buscar actividades alternativas que calmen su ansiedad, como armar un rompecabezas o sostener algún objeto pequeño que lo calme. Hay por ejemplo unas pelotitas de goma espuma semiblanda que se pueden estrujar con las manos y vienen en colores o con dibujos infantiles.

En el caso de las niñas adolescentes, si son coquetas y les gusta arreglarse, una alternativa es mantener sus uñas prolijitas pintándoselas con un esmalte transparente (para que puedan usarlas así en el colegio sin problemas), como para que noten que las uñas y las manos pueden verse muy bonitas cuando las cuidan, y no a manera de castigo.

Si se trata de un niño que quiere dejar de hacerlo y no puede o que sufre porque se burlan de él en el colegio, pueden hablar de ayudas extras como por ejemplo colocar en sus uñas una solución amarga que se vende en farmacias (pedirle al farmacéutico algún producto especial para niños) o curitas en la punta de los dedos, a modo de recordatorio.

En el caso de que se haga daño, sangre, se muerda también la piel alrededor de las uñas lastimándose aún más o sume a este hábito otros tics nerviosos, es importante consultar con el pediatra posibles soluciones porque tal vez se trate de un niño que está pasando por una situación muy estresante, difícil de identificar.

Asesoró: Lic. Alejandra Libenson, psicóloga y psicopedagoga

Niños Psicología del niño y la familia