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Parir sin sufrir - Parto vertical

La mayoría de las mujeres sueña con tener bebés y tarde o temprano se enfrentan a la concreción de ese anhelo. Sin embargo, una nube se mece sobre muchas casi desde el principio y sobre todo al culminar la gestación: el parto.


El Dr. Carlos Psevoznik, obstetra, nos cuenta en esta nota que se puede sortear la nube, y ser protagonistas de ese momento, sin sufrir.
 
Un poco de historia

Durante siglos el parto fue para la mujer un momento decisivo, no solo por significar la continuidad de la especie, sino por el riesgo concreto de vida que representaba.

Se sabía una situación riesgosa; un número nada despreciable de recién nacidos no atravesaba el momento con éxito, y una proporción respetable de madres sufrían complicaciones serias que aún ponían en riesgo su vida. El parto y las complicaciones derivadas del embarazo, era uno de los determinantes de la baja expectativa de vida de las mujeres hasta el fin el siglo pasado. Estudios de poblaciones europeas del siglo XVII mostraban que la chance de una mujer de vivir más de 35 años era poca y que cada una de ellas, promedio, sobrevivía a 5 partos. 

Las cosas cambian

El siglo XX trajo cambios fundamentales en la practica médica, que modificaron rotundamente estas cifras de forma que la mortalidad materna pasó a ser algo casi anecdótico, por lo menos en nuestro medio.

Paralelamente, en la medicamentalización del proceso de parto o sea su realización en el hospital en vez del domicilio, la atención por médicos en lugar de comadronas se "perdió" la posición natural para el parto, y se pasó del parto vertical al horizontal.

Se le atribuye al famoso obstetra Mauriceau, en el siglo XVII, el inicio de esta costumbre. Fue quien "acostó" a las mujeres para parir, en un principio, al parecer, para poder aplicar el instrumento de moda por esos tiempos, el fórceps.

Hasta ese momento los partos, desde los albores de la humanidad, se habían realizado en distintas variantes de posición vertical como lo muestran grabados o esculturas de prácticamente todas las culturas.

Con la década del 70 aparece la anestesia peridural, como un intento de solucionar el dolor del parto. Este elemento, sin embargo, favoreció aún más el uso de la posición horizontal, ya que poco, parecía, se le podían pedir posturas a una mujer analgesiada, con una movilidad de las piernas francamente restringida.

A mediados del siglo XX las experiencias de Caldeyro Barcia mostraron, a través de estudios sobre la fisiología de la contractilidad uterina, que el caminar durante el período dilatante mejoraba la calidad de las contracciones, acortaba la duración del trabajo de parto, y podía hacer más tolerable el dolor. Estos hallazgos refuerzan el incontestable hecho de que la mujer al caminar siente menos dolor y puede tener más control de sus movimientos, que acostada e inmóvil en una cama. No debemos olvidarnos además un aspecto pocas veces considerado: la opinión de las mujeres. Toda encuesta efectuada sobre el tema muestra que, las embarazadas que habían deambulado, preferían siempre el movimiento sobre permanecer acostada.

De hecho ni siquiera el control de la salud fetal con el monitoreo fetal justifica la posición de decúbito dorsal durante el trabajo de parto, ya que puede auscultarse al bebé en forma intermitente, existiendo además equipos que permiten mandar la señal del monitor sin la necesidad de cables (telemetría) De la misma forma, tampoco la rotura de bolsa es impedimento, ya que cuando la cabeza del niño está encajada, se puede caminar sin que exista riesgo de compresión del cordón. 

Durante el trabajo de parto

Otra posición alternativa al deambular durante el trabajo, es la de decúbito lateral - la mujer acostada sobre un lado- que también mejora la calidad de las contracciones, al margen de proteger de la compresión de la vena cava por el útero gestante, evitando de esa forma la disminución de la oxigenación del bebé durante el proceso de parto. El decúbito lateral es generalmente muy bien tolerada por la madre, reduciendo las molestias respiratorias y el riesgo de la aspiración de un eventual vómito.

En resumen, casi cualquier posición durante el trabajo de parto es mejor que la que adoptan muchas mujeres en nuestras maternidades, o sea, acostada boca arriba! 

Durante el período expulsivo

Con respecto a las posiciones para el período expulsivo, para la salida del niño en sí, en nuestro medio ocurre algo similar. La de uso más frecuente es la llamada de litotomía: la mujer acostada con las piernas en "L" a 90 grados, muchas veces atadas colgando de las llamadas perneras. Dicha posición es absolutamente contraria a todas las premisas del desarrollo del parto, dificultando el pujo.

Además el útero gestante puede comprimir los grandes vasos, la aorta y la vena cava, con la consiguiente alteración deirrigación de la placenta, y por ende con una reducción en la cantidad de oxígeno que recibe el bebé. Esto se traduce en cambios significativos en los latidos fetales, objetivables en el monitoreo. Muchas de las cesáreas que inundan nuestras maternidades son efectuadas por intentar hacer pujar a una mujer acostada en decúbito dorsal. No debemos olvidar que las alteraciones circulatorias de la anestesia peridural, de por sí, también reducen la irrigación del bebé. Se sabe que además, la posición de litotomía con las piernas colgando, estira en demasía el periné favoreciendo los desgarros y obligando muchas veces a efectuar episiotomías innecesarias. Además las piernas inmovilizadas actúan como "peso muerto" dificultando, en vez de favorecer, el esfuerzo de pujo. 

Más ventajas para el vertical

Históricamente el ser humano siempre ha tenido el parto en posiciones más o menos verticales del tronco.

Una de las posturas más utilizadas es la de cuclillas, así como la de sentada o semisentada con los muslos flexionados sobre el abdomen.

En esas posturas se modifica el diámetro transverso y antero posterior de la pelvis entre 1 y 2 centímetros, ya que al estar flexionados los fémures, actúan elevando los huesos inanimados de la pelvis.

De hecho la maniobra más utilizada para solucionar una de las complicaciones obstétricas más temidas, la distocia de hombros, se basa en la flexión máxima de los muslos de la madre sobre su abdomen aumentando así el diámetro de la pelvis y permitiendo la salida de los bebés que tienen dificultades por su excesivo tamaño a nivel torácico.

No debe olvidarse que también permite a la mujer ver el nacimiento de su hijo, motivándola a pujar en forma más efectiva, al margen de permitir un mayor control de la situación. Tan flagrante evidencia sobre las ventajas de las posiciones verticales, merece por lo menos una actitud más participativa de las embarazadas en la definición de la forma en la que van a tener su parto. Las mujeres tienen que saber que pueden elegir la postura que más les agrade para parir, la que más confortable les resulte y que todo el peso de las evidencias científicas están a favor de el uso de posiciones verticales, que hacen más corto, seguro y placentero el momento del nacimiento. 

Parto natural Preparación para el parto