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Qué tener en cuenta antes de elegir un cachorro

La decisión de adoptar un animal surge muchas veces de un deseo poco analizado que lleva, una vez consumado, a situaciones complicadas para el perro y para los dueños. Por eso es importante saber qué implica un animal en la vida de una familia.

Una vez que la decisión de adoptar un cachorro está tomada, hay que pensar si se va a buscar un perro mestizo –que se puede adoptar sin costo en las asociaciones protectoras de animales- o si se desea una raza en particular –para lo cual se lo compra en una veterinaria o en un criadero-.

Al momento de elegir la raza, es muy importante asesorarse respecto del carácter, porque cada animal tiene un temperamento y esto va a incidir en el comportamiento posterior con la familia y en su adaptación al ambiente familiar, sobre todo si hay chicos, porque hay animales que por naturaleza son más dóciles que otros.

Los puntos a tener en cuenta antes de incorporar un cachorro a la vida de la casa son los siguientes:

Tamaño: hay que ver con qué espacio se cuenta, porque es imposible tener un animal de gran tamaño y muy inquieto en un departamento chiquito. Ahí es cuando se hace más difícil lograr una buena convivencia, porque el animal necesita un espacio para descargar energías como lo haría un chico. En relación al tamaño de la casa y del perro, también hay que tener en cuenta el crecimiento del animal, no confiarse en el tamaño que tiene al sacarlo de la veterinaria.

Disponibilidad de tiempo: si bien los paseadores de perros aportan una solución, es importante que el paseo del animal sea compartido y que los dueños también lo saquen. Además, deberían pensar si van a tener tiempo para estar con el animal, porque si no es más el tiempo que pasa solo, haciendo de la casa todo un terreno para él, sin tener en cuenta que hay otra gente que en realidad son los dueños de la casa.

Si hay poco tiempo para compartir, eso modifica las características de comportamiento del animal, que puede ponerse más ansioso, quiere estar con sus dueños y el poquito rato que está se pone muy molesto, sobre todo en los horarios de la comida, en los que está constantemente pegado, no porque quiera comer sino porque quiere estar acompañado. Hay que tener en cuenta que el animal es un integrante más de la familia a quien hay que respetar, es un compañero y tiene que tener el mismo espacio que los demás.

Presupuesto: También hay que considerar que la responsabilidad de tener un animal incluye una serie de gastos en alimento –que hay que ofrecerle de relativa calidad para que no le haga mal-, en un plan sanitario que hay que seguir como si se tratara de una persona –vacunas, desparacitación, medicamentos si son necesarios-, en paseo y baños si no se van a hacer siempre en la casa, etc. Muchas veces se piensa que como se adquirió un animal saludable, éste va a seguir así hasta que tenga diez años, pero la verdad es que requieren cuidados específicos.

La etapa de cachorro: hasta que el animal aprende a hacer sus necesidades donde debe y hasta que deja de roer las patas de la silla, comerse los cables y masticar pantuflas, pasa bastante tiempo. Por eso, al decidirse por un cachorro hay que tener en cuenta esto y armarse de paciencia para recorrer esta etapa de aprendizaje.

Las vacaciones: Muchas veces se adquiere el perro durante el año y, llegado el verano, se cae en la cuenta de que no se lo puede –o quiere- llevar de vacaciones. Esta es una situación que hay que tener resuelta antes de que el animal llegue a la casa. Las opciones son llevarlo con la familia, que es lo ideal, dejar alguien que lo cuide y acompañe, trasladarlo a la casa de un amigo o familiar o dejarlo en una “guardería para perros” –que debe ser de confianza-. En algunos casos esto puede significar un gasto y hay que saber que separar al perro de sus dueños va a ser un sufrimiento para el animal.

Un cachorro no es un juguete, sino un ser vivo que debería ser tratado como un miembro más de la familia, ejercitando una tenencia responsable para que la convivencia sea agradable tanto para el animal como para las personas que lo reciben en su casa.

Sin duda, se trata de una decisión que debe meditarse y en la que deben comprometerse todos los miembros de la familia, dejando claro de antemano quién se va a ocupar de cada una de las necesidades del animal que se adopte.

 

Miriam Pérez, Médica veterinaria

Niños Educación y estimulación