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Trastorno del Espectro Autista (TEA): preguntas frecuentes

El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es neurológico y afecta el comportamiento, la comunicación y las destrezas sociales del niño que lo tiene.

El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es un trastorno neurológico que afecta el comportamiento, la comunicación y las destrezas sociales del niño que lo tiene.

Como la mayoría de los niños con TEA desarrollan normalmente las destrezas motoras como sentarse, gatear y caminar, es posible que, en un principio, los padres no sospechen que hay retrasos en otras áreas. Sin embargo, luego de un diagnóstico, tal vez recuerden ciertas diferencias sutiles en la interacción y comunicación de su bebé, en relación a otros niños.

Este trastorno incluye lo que antes se conocía como trastorno autista, síndrome de Asperger, y trastorno generalizado del desarrollo no especificado, que en el último Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM- 5) de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, se unificaron en un diagnóstico único (TEA) con el objetivo de que sea más dimensional, más amplio, y que se pueda brindar el apoyo necesario y específico según la severidad del caso. Se lo llama "espectro" porque el autismo tiene síntomas que varían mucho de persona a persona, y pueden ir desde muy leves hasta más severos.

Dentro de esta actualización se consideran ahora dos áreas sintomáticas a evaluar: una es la que tiene que ver con la sociocomunicación, que incluye todo lo que es la interacción social, el lenguaje no verbal, la entonación (prosodia), el uso adecuado del lenguaje según las convenciones sociales, etc.; y una segunda área que tiene que ver con conductas repetitivas, intereses restringidos, movimientos estereotipados, etc., en la que se agregó el perfil sensorial. Siempre se supo que había algunas diferencias en el modo de procesar la información sensorial y la planificación motora (la capacidad de planear, coordinar y llevar a cabo una acción) en muchos chicos con diagnóstico de autismo, pero no era un criterio diagnóstico. Ahora es un criterio más a tener en cuenta.


¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico de TEA puede ser difícil porque no hay pruebas de laboratorio médicas específicas para arribar a él.

Los médicos deben basarse en la información que dan los padres y en lo que puedan observar durante las visitas de control.

La afección es compleja, y los síntomas son distintos en cada niño, por eso se recomienda que haya pruebas de detección de TEA durante determinadas visitas de control (sobre todo a los 18 y 24 meses).

Cuanto antes se identifique un TEA, más rápido se puede comenzar con un tratamiento enfocado en los síntomas centrales.

Como cada niño con autismo tiene necesidades diferentes, la intervención que resulta buena para un niño puede no serla para otro. Comenzar con un tratamiento lo antes posible puede mejorar el resultado para muchos niños con TEA. Por eso, ni bien se observen síntomas que hagan sospechar la presencia de TEA, el niño debe ser derivado para su diagnóstico e intervención temprana.

¿Cuáles son los síntomas de autismo o TEA?
Si bien no hay dos niños con un TEA que tengan los mismos síntomas, hay ciertos criterios estándar para su diagnóstico.

Según la Academia Americana de Pediatría, estos son ejemplos de cómo puede actuar un niño con un TEA:

Diferencias sociales:

  • No mantiene contacto visual o establece muy poco contacto visual.
  • No responde a la sonrisa ni a otras expresiones faciales de los padres.
  • No mira los objetos ni los eventos que están mirando o señalando los padres.
  • No señala objetos ni eventos para lograr que los padres los miren.
  • No lleva objetos de interés personal para mostrárselos a los padres.
  • No suele tener expresiones faciales adecuadas.
  • Le cuesta percibir lo que otros podrían estar pensando o sintiendo al observar sus expresiones faciales.
  • No demuestra preocupación (empatía) por los demás.
  • Le cuesta hacer amigos o no le interesa hacerlo.


Diferencias comunicativas:

  • No señala cosas para indicar sus necesidades ni comparte cosas con los demás.
  • No dice palabras sueltas a los 16 meses.
  • Repite exactamente lo que otros dicen sin comprender el significado (generalmente llamado repetición mecánica o ecolalia).
  • No responde cuando lo llaman por su nombre pero sí responde a otros sonidos (como la bocina de un automóvil o el maullido de un gato).
  • Puede referirse a él mismo como "tú" y a otros como "yo", y puede mezclar los pronombres.
  • Con frecuencia no parece querer comunicarse.
  • No comienza ni puede continuar una conversación.
  • No usa juguetes ni otros objetos para representar a la gente o la vida real en los juegos simulados.
  • Puede tener buena memoria, especialmente para los números, las letras, las canciones, las canciones publicitarias de la televisión o un tema específico.
  • Puede perder el lenguaje u otros logros sociales, generalmente entre los 15 y 24 meses (que con frecuencia se denomina regresión).


Diferencias de comportamiento (comportamientos repetitivos y obsesivos):

  • Se mece, se balancea, gira, se retuerce los dedos, camina en puntillas durante mucho tiempo o agita las manos (comportamiento estereotípico).
  • Le gustan las rutinas, el orden y los rituales; tiene dificultades con los cambios.
  • Insiste con unas pocas actividades o con actividades inusuales, y las realiza repetidamente durante el día (lo que se denomina intereses restringidos).
  • Juega con partes de los juguetes en lugar del juguete entero (por ejemplo, hace girar las ruedas de un camión de juguete).
  • No parece sentir dolor.
  • Puede ser muy sensible o ser totalmente insensible a los olores, los sonidos, las luces, las texturas y al tacto.
  • Uso inusual de la visión o la mirada: mira los objetos desde ángulos inusuales


¿Hay diferentes tipos o diagnósticos de TEA?
Ya no hay distintos tipos ni diagnósticos de TEA. Esto quiere decir que, aunque se sigan escuchando estas diferenciaciones, en la práctica médica ya no existen varios tipos de diagnósticos o categorías como los llamados trastorno autista, síndrome de Asperger, o trastorno generalizado del desarrollo no especificado.

¿Qué debo hacer si sospecho que mi hijo tiene TEA?
Si hay sospechas de que un niño tiene un TEA, es importante realizar una evaluación integral para confirmarlo o descartarlo. Esta puede ser realizada por un médico o psicólogo especializado en TEA o, idealmente, por un equipo de especialistas que incluya un pediatra especializado en desarrollo, un psicólogo, un neurólogo, un fonoaudiólogo, un terapeuta ocupacional, etc.

Hay un protocolo internacional que el neurólogo debe seguir para dar un diagnóstico de TEA, que incluye evaluaciones estandarizadas, análisis genéticos y estudios de sueño, entre otros.

La evaluación con un pediatra del desarrollo o un neuropsicólogo puede incluir:

  • Observación de la interacción del niño durante el juego con su cuidador o padre.
  • Análisis detallado de antecedentes y examen físico.
  • Evaluación de todas las destrezas: motoras, lingüísticas, sociales, cognitivas. 
  • Evaluación de la audición.
  • Evaluación lingüística para el lenguaje expresivo y receptivo, además de una evaluación del uso social del lenguaje y de la pronunciación.


¿Qué pruebas médicas se indican en niños con TEA?
Como el TEA puede estar asociado a un síndrome o una afección médica conocida, es posible que se indiquen algunas pruebas de laboratorio para descartarlas.

En este caso, el niño puede ser derivado a un genetista o a un neurólogo para diagnosticar afecciones médicas que podrían causar o estar asociadas a los síntomas de autismo.

¿Qué produce un TEA?
Si bien no se puede señalar una causa específica, hay muchos factores que pueden causar los síntomas del TEA.

Distintos estudios han determinado que existe una predisposición genética al TEA. De todas maneras, aunque a los síntomas del TEA se han asociado anomalías cromosómicas y genéticas, no todos los niños afectados con TEA las presentan.

Si una familia ya tiene un hijo diagnosticado con TEA, hay de 5 a 10 veces más probabilidades de que los hermanos también puedan tener algún tipo de TEA en comparación con las de la población en general.

Los factores ambientales podrían tener un rol secundario en algunos niños con TEA, sin embargo, actualmente se desconoce cuáles son los factores y en qué casos afectarían el desarrollo.

El síndrome de X frágil, la esclerosis tuberosa, el síndrome de Down y otros trastornos genéticos aumentan las probabilidades de tener autismo. De todas maneras, la mayoría de los niños con TEA no tienen estas afecciones ni otras afecciones genéticas específicas.

En los bebés prematuros los síntomas de TEA pueden ser más frecuentes.

¿Las vacunas pueden provocar autismo?
Aunque se ha relacionado el autismo con la vacunación, la evidencia científica actual no respalda una correlación entre cualquier combinación de vacunas y los trastornos del espectro autista (TEA).

Hace unos años se publicó un artículo de una investigación que vinculaba a la vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola (MMR) con el autismo, pero este artículo fue retractado oficialmente (eliminado) porque se detectaron graves errores en la manera en que se realizó la investigación.

Tampoco hay evidencia científica que respalde la relación entre el timerosal (un conservante que contiene mercurio, presente en algunas vacunas) y los TEA.

¿Existe un tratamiento para el TEA?
No existe un tratamiento único para todos los niños con TEA, algunos niños reaccionan bien a un tipo de tratamiento mientras que otros no. Por eso, antes de comenzar con un tratamiento, es importante evaluar con los profesionales las mejores opciones, riesgos y beneficios de cada uno y mientras tanto continuar con los exámenes o chequeos de rutina, iguales a los de los niños que no tienen este trastorno.

Es fundamental en todos los casos que el tratamiento sea integral e intensivo, sobre todo en un comienzo.

Los distintos tipos de tratamiento se pueden dividir en:

Terapias conductuales y de comunicación: este tipo de tratamientos ayudan a que el niño pueda desenvolverse positivamente en su entorno, le enseñan nuevas destrezas para comunicarse y hablar mejor, relacionarse con otras personas y adquirir mayor independencia. También pueden incluir a la familia para un tratamiento más integral. El método más utilizado por profesionales, en escuelas y centros de tratamiento, es el Análisis conductual aplicado (ABA, por sus siglas en inglés). En la Argentina suele usarse una modificación de esta técnica, llamada Terapia Cognitivo Conductual.

También están las Terapias Relacionales, que consisten en apoyar a padres y cuidadores para que lleven a cabo sesiones de juego diarias con los niños, promoviendo oportunidades para fortalecer aspectos de regulación, vinculación, así como expresar emociones o deseos a través de conductas comunicativas cada vez más complejas.

Tratamientos nutricionales: estos tratamientos se basan en la idea de que las alergias a los alimentos o la falta de vitaminas o minerales causan síntomas de TEA. Algunos padres creen que los cambios en la alimentación pueden provocar cambios en la manera en que un niño siente o actúa.

Como muchos de estos tratamientos no cuentan con la base científica necesaria para recomendarlos, lo ideal es hablar con un médico de confianza y un nutricionista antes de iniciar un tratamiento de este tipo.

Tratamientos farmacológicos: si bien no existen medicamentos para curar los TEA, ni para tratar sus síntomas principales, hay medicamentos que pueden ayudar a algunas personas a tratar síntomas relacionados. Por ejemplo, los medicamentos pueden ayudar a controlar la hiperactividad, la dificultad para concentrarse, la depresión o las convulsiones. También, la Administración de Drogas y Alimentos (FDA, por sus siglas en ingles) aprobó el uso de risperidona para tratar a niños de 5 a 16 años de edad con TEA y que presentan fuertes rabietas, agresión o que se autolesionan.

Tratamientos con medicina complementaria y alternativa: para aliviar los síntomas de los TEA, algunos padres y profesionales de la salud utilizan tratamientos alternativos.

A estos tratamientos se los conoce como “complementarios y alternativos”. Pueden ser dietas especiales, quelación (para extraer metales pesados del cuerpo como el plomo), medicamentos biológicos (por ej., secretina), o técnicas de manipulación corporales (como presión profunda).

Estos tipos de tratamientos son muy controvertidos. Las investigaciones actuales muestran que hasta un tercio de los padres de niños con TEA han intentado tratamientos con medicina complementaria o alternativa y hasta un 10 por ciento estarían utilizando tratamientos que pueden resultar peligrosos.

Por eso, antes de comenzar un tratamiento como estos se recomienda hablar con el médico e investigar bien al respecto.

Asesoró: Fundación Brincar por un autismo feliz
Fuentes consultadas: Academia Americana de Pediatría (AAP);
CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos)


Te invitamos a conocer el blog Sí, hablamos de autismo: ¡Hablamos de Autismo! Sin palabras difíciles ni eufemismos. Somos todos parte de este mundo y estamos en todas partes, démosle visibilidad al autismo.

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