Salsa blanca: un básico para combinar con todo
- 50g de manteca
- 2 cucharadas colmadas de harina
- ½ litro de leche caliente
- Sal, pimienta, queso rallado y nuez moscada, a gusto
En una cacerolita, colocar el trozo de manteca y moverlo con una cuchara de madera hasta que se derrita: el fuego no debe estar demasiado fuerte, si no la manteca se quemaría y la salsa sería… marrón.
Retirar del fuego e ir incorporando la harina de a poco, removiendo siempre. Agregar los condimentos. Cuando la manteca haya absorbido toda la harina, empezar a agregar la leche caliente de a chorritos (siempre fuera del fuego), siempre revolviendo, hasta incorporarla toda.
Llevar la cacerola al fuego y cocinar hasta que hierva durante por lo menos un minuto y espese.
Según la cantidad de leche que se agregue, se obtiene una preparación más liviana (ideal para salsear pastas) o más consistente (perfecta para incorporar a rellenos).
Mezclada con verduras cocidas (por ejemplo, espinaca), esta salsa es perfecta para alimentar a los más chiquitos (después de los 6 meses).
Sola y en un recipiente con tapa, la salsa blanca dura un año en el freezer.