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¿Cómo manejar la agenda?

Ya sea digital o de papel, la agenda de la mujer de hoy es complicada: trabajo, familia, pareja, amigos, actividad física. Las obligaciones son muchas y hay que saber organizarlas para que quede algún espacio en blanco para el ocio y el placer.

Mirar la agenda un lunes por la mañana produce la sensación de que el tiempo nunca alcanza, porque las actividades son miles y los espacios para el descanso y el disfrute, unos pocos. Por eso, para no llevar una vida sólo de obligaciones –que además nunca terminan de cumplirse-, es fundamental hacer “economía” del tiempo y organizarse.

Para lograrlo, cada mujer deberá encontrar un equilibrio personal entre la rigidez y la flexibilidad: de nada vale armar una agenda súper organizada, sin márgenes de tiempo para imprevistos, porque al primer contratiempo se atrasa y se desarma todo lo que se había anticipado.

Una buena idea para empezar a organizar la agenda semanal es partir de los horarios fijos de trabajo –que deberían tener pautados tanto las amas de casa, como las mujeres que trabajan desde el hogar, además de quienes cumplen horario en una oficina- y de la escuela de los chicos.

Tratar de improvisar lo menos posible y evitar tener que resolver muchas cosas sobre la marcha alivia el estrés de la organización cotidiana: por ejemplo, se puede resolver quién retira a los chicos de la escuela, quién los lleva a sus actividades extraescolares, quién y cuándo se realiza la compra semanal y quién paga los servicios y los gastos fijos.

El tiempo para estar en casa con los hijos y compartir un rato con ellos debería ser un punto más de la agenda que hay que respetar tanto como el turno con el médico. Un ejemplo: todos los días, después del baño y con los deberes hechos, mientras la cena está en el horno, padres e hijos se dedican una hora para jugar, leer juntos o conversar. Y tan inamovible como éste debería ser el tiempo para la pareja: hay quienes eligen un día de la semana y combinan con los abuelos, amigos o con una niñera para dejar a los chicos y salir solos a comer, al cine, o aunque sea, a tomar un café después de cenar. Ese tiempo también debería ser sagrado.

La actividad física es otro punto de la agenda que no conviene dejar de lado, porque es tan necesaria para la salud como descansar y alimentarse bien. Si durante el día cuesta hacerse un hueco para ir a un gimnasio, siempre es posible levantarse un rato antes para hacer una caminata o usar la bicicleta fija que está de adorno en el cuarto.

El fin de semana hay que tener especial cuidado, porque para quienes viven una vida muy agitada de lunes a viernes, el sábado y el domingo son los días en los que se hace todo lo que quedó pendiente, de modo que se corre el riesgo de transformar el fin de semana en una maratón de visitas a familiares y amigos, cumpleaños, supermercado, club, etc., que lleva a arrancar la semana agotados.

Ponerse límites y no organizar más de una actividad social por fin de semana, dejando tiempo para hacer una actividad en familia y también para pasar tiempo “sin hacer nada”, es un objetivo de la agenda del fin de semana.

Y en algún momento de la semana en el que haya un hueco, se puede dedicar un rato a pensar el menú semanal y a planificar las compras en función del mismo. De ese modo se evitará llegar a casa a las siete de la tarde y recién en ese momento pensar qué se va a comer y salir corriendo a hacer compras de último momento.

Por último, no sobrecargarse, saber dejar para mañana, aprender a decir que no y establecer prioridades a la hora de anotar las obligaciones en la agenda es la base de la organización de una vida que deje lugar para el placer entre tanta actividad cotidiana.