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Bullying: chicos agredidos y acosados en la escuela

El término bullying fue desarrollado por el psicólogo noruego D. Olweus, quien lo define como “una conducta de persecución física y/o psicológica, intencionada y repetitiva, que realiza un alumno contra otro al que escoge como víctima de repetidos ataques”. Este concepto abarca conductas violentas tanto verbales, físicas como psicológicas, que tienen una duración en el tiempo.

Y si bien la violencia dentro del ámbito escolar no es una problemática novedosa, porque desde épocas remotas se registran problemas de conducta y peleas entre los alumnos, el bullying designa un particular modo de agresión escolar: de intimidación y acoso.

Se pueden establecer cuatro criterios para definir una conducta como bullying y diferenciarla de otros modos de violencia que pueden observarse en el ámbito escolar:

  • Se trata de un acoso agresivo e intencionadamente dañino
  • Se produce en forma repetida
  • Da cuenta de un desequilibrio de poder
  • Es independiente de la provocación de la víctima, por lo cual se considera abuso

El niño que es víctima del bullying, sufre una violencia psicológica que produce daños psíquicos que pueden perdurar aún cuando la situación haya cesado. Las víctimas del bullying son, en su mayoría, niños retraídos, tímidos, solitarios, con baja autoestima. Son niños que padecen en forma silenciosa la situación de violencia a la que están expuestos, la cual mantienen oculta por temor.

La situación de agresión provocará una fuerte baja en la autoestima del niño y su posibilidad de inserción social en el grupo se verá gravemente afectada -no sólo por el rechazo de los agresores sino también por la complicidad del resto del grupo-, quedando aislado y excluido. El niño queda oprimido y pasivo ante su sufrimiento, pudiendo llegar a aparecer sentimientos depresivos. Como consecuencia, la posibilidad de aprendizaje y la calidad del estudio se verán fuertemente afectados. 

¿Qué pasa con la escuela?


El bullying se manifiesta dentro del ámbito escolar en forma sutil y oculto de la mirada de los adultos. Esto, sumado a la dificultad que tiene la víctima para denunciar la situación, hace que la violencia no salga a la luz.  Así, la agresión queda “naturalizada” y, cuando se detecta, el caso ya es grave y difícil de revertir, tanto por su persistencia en el tiempo como por los daños psicológicos producidos en la víctima. Dependerá de las características individuales de cada niño la posibilidad de elaborar la situación padecida o la necesidad de realizar una consulta psicológica que posibilite trabajarla. En muchos casos, el trabajo dentro del ámbito escolar, con el gabinete psicológico,  permite la elaboración de la situación. 

Sin duda, la situación de violencia manifestada en el bullying pone en evidencia un importante problema de comunicación dentro de la escuela. Y la institución deberá trabajar a nivel preventivo abriendo la comunicación para que las manifestaciones agresivas encuentren un lugar de expresión.

El lugar de los padres


Los padres -tanto de los niños que padecen la violencia como de los que la ejercen-, deberán ofrecer un espacio abierto de comunicación que brinde confianza a los niños, de manera que encuentren en los adultos referentes que brinden comprensión y contención. Los padres deberán ser un importante sostén para el niño, ayudando a reparar la autoestima dañada. Deberán enseñarle al niño agredido a buscar ayuda y a no contestar los ataques que reciba con agresión, sino a poder canalizar la defensa.

Muchas veces son los padres de la “víctima” los que acercan la información del maltrato a la escuela, debido a la sutileza con que se manifiestan estos actos. Por eso, la comunicación fluida con la escuela es fundamental, así como la exigencia de que se atienda la situación, teniendo como referencia el padecer del niño. 

La escuela deberá trabajar y revertir la situación de violencia establecida, y en esta tarea, los padres deberán ser un aliado.  Así como el rol de los padres en el sostén de su hijo es de gran importancia, también lo es la actitud de la escuela y las acciones que implemente frente a estas situaciones. Será crucial la respuesta que los padres obtengan de parte de las autoridades de la escuela, para sostener o recuperar la confianza en ésta.

Frente a esta problemática, la institución deberá llevar adelante acciones tanto de prevención como de atención a las situaciones de conflicto que se manifiesten.

Será primordial que los padres sientan que comparten los valores que transmite la escuela, los que se pondrán de manifiesto en las acciones que implemente y en la cotidianeidad escolar. Cuando la comunicación con la escuela se rompe, o hay cortocircuitos en la ideología y valores entre la casa y la escuela, la elección del colegio debería ser replanteada. 

En los últimos años, con el auge de la tecnología y las redes sociales, el bullying adquirió una nueva modalidad de expresión, virtual: el ciberbullying. Esta modalidad ha crecido de forma alarmante. Los adolescentes de hoy se vinculan de una manera particular en función de las redes sociales, los encuentros tienen una modalidad virtual, y allí también puede manifestarse la violencia porque las redes sociales fomentan el anonimato, la posibilidad de no tener que estar “cara a cara”, una “intimidad”, que resulta ampliamente favorable para expresar agresión. En el ámbito virtual, el hostigamiento, la reiteración de éste y el ocultamiento de la agresión encuentran posibilidades ilimitadas. 

El hecho de que un niño sea criado en un ambiente de confianza, con una autoestima adecuada, con la seguridad de que puede hablar con sus padres de sus problemas y con la certeza de que no debe agredir ni permitir ser agredido, será fundamental para prevenir situaciones de este tipo.

 

Asesoró: Viviana Garbulsky, licenciada en Psicología, MN 17887

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