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Cómo prevenir la contaminación de alimentos

Comprar y preparar alimentos de manera segura es posible a partir de algunos cuidados que ayudan a evitar enfermedades y problemas relacionados con alimentos en mal estado o mal cocidos.

Los alimentos y el agua son seguros cuando no tienen ningún tipo de microbios peligrosos, químicos tóxicos o agentes físicos externos (como tierra, insectos, pelo, etc.) que son un riesgo para la salud.

Para que el agua sea considerada “segura”, no debe tener ni olor ni color y debe haber recibido algún tratamiento de purificación.

Saber cómo lograr una alimentación segura es muy importante porque las enfermedades transmitidas por los alimentos son graves y afectan sobre todo a lactantes, niños pequeños, ancianos y personas enfermas.

Uno de los peligros que puede estar presente en los alimentos “no seguros” es la Escherichia coli, una bacteria capaz de causar Síndrome Urémico Hemolítico (SUH), enfermedad que suele afectar a los niños y que en algunos casos puede llegar a complicarse y a desarrollar insuficiencia renal aguda en los chicos y trastornos de coagulación en adultos.

El SUH puede presentarse a través de síntomas como diarrea con sangre, dolores abdominales, vómitos y otros más severos como deficiencias renales.

Para prevenirlo, hay que tener cuidado sobre todo a la hora de cocinar carne picada, hamburguesas, pollo, etc. porque la Escherichia colli suele estar presente en ese tipo de alimentos que si quedan crudos representan un peligro potencial. Pero además,  la leche sin pasteurizar, productos lácteos elaborados a partir de leche sin pasteurizar, aguas contaminadas, lechuga, repollo y otros vegetales que se consumen crudos, también representan un peligro.

Por eso, hay algunos consejos a la hora de comprar, manipular y cocinar los alimentos para evitar problemas:


Al comprar

  • Comenzar por los productos envasados y dejar para el final los perecederos como carnes, aves, pescados o productos lácteos.
  • Si se compra carne picada, elegir la que fue procesada en el momento y consumirla inmediatamente. Cabe recordar que este producto se altera más rápido que una pieza de carne entera.
  • Controlar las fechas de vencimiento de todos los productos. No comprar alimentos sin fecha, marca o números de registro, ni aquellos cuyo envase se encuentre en malas condiciones –latas o pack de cartón abollados o hinchados, o bolsas plásticas rotas–.
  • No comprar alimentos preparados que se exhiban a temperatura ambiente.
  • No permitir que la persona que manipule el pan lo haga sin guantes o luego de haber tocado dinero.
  • No comprar huevos que tengan su cáscara rota o sucia.
  • Los productos como las carnes, aves y pescados deben guardarse en bolsas, separados de otros alimentos, para evitar que los jugos de los mismos puedan contaminarlos.
  • No guardar los productos de limpieza en las mismas bolsas que los alimentos.
  • Devolver al correspondiente refrigerador para evitar que se corte la cadena de frío, aquellos alimentos que fueron seleccionados pero que finalmente no van a ser comprados.


En el hogar

  • Al guardar la mercadería, colocar adelante los productos que venzan primero, a fin de consumirlos antes de que eso ocurra.
  • No mezclar alimentos crudos y cocidos. Guardar en heladera y tapados aquellos alimentos que no van a ser sometidos al calor antes de ser ingeridos. De esta forma, se prevendrán posibles contaminaciones con otros productos.
  • Lavar las verduras y las frutas antes de ubicarlas en la heladera. Proceder de la misma forma con los envases de bebida.
  • Al abrir una lata de conserva, transferir todo el contenido a un envase de vidrio o de plástico. Nunca conservar el excedente en el envase original (lata).
  • Conservar los huevos en la heladera y en su envase original, separados de otros alimentos listos para ser consumidos.
  • Higienizar y descongelar la heladera y/o freezer periódicamente.
  • No utilizar envases de alimentos o bebidas para guardar detergentes, limpiadores, insecticidas o solventes. Tampoco guardar alimentos en envases que hayan contenido otros productos.
  • No almacenar alimentos junto a productos de limpieza.
  • No guardar los alimentos en bolsas de residuos.
  • No emplear cualquier envase cerámico para guardar alimentos, porque podrían contener cantidades excesivas de plomo.
  • Si no se cuenta con agua de red controlada, hervirla hasta que salgan burbujas durante 3 minutos, y esperar a que se enfríe para consumirla. Otra opción es colocar 2 gotas de lavandina por cada litro de agua, y dejarla reposar 30 minutos antes de consumirla.



Durante la preparación

 

  • No volver a congelar un alimento que ya fue descongelado, porque eso favorece la contaminación con microorganismos y su posterior proliferación. Descongelar el producto en la heladera y no a temperatura ambiente, tampoco hay que exponerlo a una fuente de calor o al chorro de una canilla. Asegurarse de que, antes de cocinar el alimento, se haya completado su descongelación, sobre todo cuando se trata de piezas grandes.
  • No conservar más de 24 horas los preparados que contengan huevo crudo y las mezclas para preparar panqueques.
  • No cocinar verduras sin haberlas lavado previamente: la cocción puede destruir la contaminación microbiana presente pero no los contaminantes químicos (pesticidas, fertilizantes).
  • Cocinar la carne completamente, en especial la carne picada y los productos elaborados con ella de manera que no queden partes rosadas o rojas en su interior. 
  • Lavarse las manos con agua y jabón antes y después de ir al baño, antes de manipular alimentos y después de tocar alimentos crudos.
  • Lavar bien las frutas y verduras y consumir agua segura.


Cómo evitar la contaminación cruzada


La contaminación cruzada de los alimentos se da cuando, durante su preparación, se trasladan bacterias de uno contaminado a otro que no lo estaba. Por eso, además de los consejos dados, es muy importante utilizar una tabla para cortar o manipular alimentos crudos (como carnes, pescados y aves) y otra para aquellos alimentos que estén listos para consumir (carnes cocidas, frutas, verduras lavadas, verduras cocidas, etc.).
 
Y otro dato clave para no facilitarle la tarea a las bacterias es evitar las tablas de madera y optar por las de plástico, porque las tablas de madera, al presentar una superficie más porosa y con más ralladuras, son más difíciles de higienizar que las tablas de plástico y pueden por lo tanto albergar una mayor cantidad de bacterias.

Para lograr remover las bacterias de las tablas, se recomienda una vez por semana rasquetearla con una esponja y detergente, luego sumergirla completamente en una solución de lavandina (1 cucharadita de lavandina en un litro de agua) durante 5 minutos y finalmente dejarla secar al aire o secar con rollos de papel. Y si la tabla de madera o plástico presenta ralladuras y cortes difíciles de limpiar, reemplazarla por una nueva.


Fuente: Administración Nacional
de Medicamentos, Alimentos y
Tecnología Médica (ANMAT)

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