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Características de los 5 años y 9 meses

A esta edad los niños van ganando cada vez más independencia. Pueden ir al baño solos, la mayoría de ellos están listos para hacerle frente a la escuela y no tienen problemas a la hora de separarse de sus padres para entrar al jardín. Pero, como a lo largo de todo su desarrollo, hay que seguir estando atentos a estos y otros cambios para poder acompañarlos y consultar cuando haga falta.

Tu hijo es pura energía y te cansa de solo verlo: no para de hacer actividades y, cuando creés que va a caer rendido, se recupera rapidísimo y quiere seguir jugando. Si todavía no le sacaste las rueditas a la bicicleta, es un buen momento para hacerlo: ¡su coordinación y su energía le permitirán aprender a andar sin ellas en sólo una tarde de plaza!

Toda esta actividad, sin embargo, debe ser acompañada de una alimentación adecuada y de un descanso acorde. A esta edad, un niño necesita dormir entre 10 y 12 horas diarias; por eso, y teniendo en cuenta que la mayoría ya no duerme siesta, irse a la cama temprano es fundamental. Tené en cuenta que la falta de sueño puede ponerlo irritable y/ o dificultarle la concentración durante el día. Los rituales para dormir deben seguir vigentes, los objetos electrónicos deberían estar fuera de su habitación y conviene recurrir a  una actividad tranquila antes de acostarse que sea el preludio del sueño: un cuento, un baño o una canción, según sus preferencias y las costumbres de la familia.

Con respecto a los alimentos, la vida social de tu hijo –invitaciones, cumpleaños, etc.- seguramente ya lo puso en contacto con la “comida chatarra” y las gaseosas, por mucho que hayas querido evitarlo. Y como hay situaciones que no se pueden controlar, prestá atención a lo que pasa en casa: las gaseosas deberían estar presentes sólo en ocasiones especiales y habría que evitar que la comida rápida o el delivery sean costumbre en el hogar. Carnes magras, frutas, verduras y cereales deberían ser la base de la alimentación de tu hijo. Si tenés dudas acerca de cómo lo estás alimentando, escribí durante una semana todo lo que tu hijo ingirió y mostrale este registro al pediatra; él sabrá orientarte para cubrir carencias y reducir o eliminar alimentos no tan convenientes. Además, no te olvides de sacar turno con el pediatra para que le recete a tu hijo las vacunas obligatorias del ingreso escolar.

La higiene también es importantísima para su salud: tu hijo ya puede desnudarse, poner la ropa en el canasto para lavar y bañarse solo aunque necesite supervisión y un poco de ayuda –sobre todo las nenas si tienen el cabello largo-. Si todavía no se limpia solo después de hacer caca, ya es hora de enseñárselo (las nenas deben aprender a limpiarse de adelante hacia atrás, para evitar infecciones). Y debe cepillarse los dientes al menos dos veces por día (una visita al odonto-pediatra puede ser de mucha utilidad).

A muchos padres les resulta difícil dar lugar a la autonomía de sus hijos a esta edad. Por un lado, “no les molesta” bañarlos y limpiarles la cola, lo hacen como “un mimo” pero no se dan cuenta de que están obstaculizando su crecimiento y retardando pasos que deben darse ahora para ser la base de logros futuros. Sin duda, es difícil despedirse del bebé; sin embargo, hay que encontrar el equilibrio entre darle espacio y estar ahí para todas las muchísimas cosas para las que todavía te necesita.

Hacia el final de los 5 años, el interés por la sexualidad decrece y se dirige a lo intelectual (se dice que entra en una etapa de “latencia” en relación a lo sexual): en el jardín aparecen los cuadernos, se habla de primer grado y la preocupación de tu hijo se dirige a su escolaridad futura y al temor por no poder seguir jugando.

A esta edad, tu hijo necesita menos grasa que antes en su dieta. Por eso, mucho ejercicio –media hora al día es lo ideal- y buenos hábitos a la hora de comer lo ayudarán a mantenerse saludable.

Nunca lo obligues a terminar su plato o a quedarse sentado y aburrido durante la sobremesa, mientras los adultos conversan. Sí puede aprender a pedir permiso para levantarse. Si te preocupa el peso de tu hijo o sus hábitos de alimentación, comentalo con su pediatra, quien podrá orientarte.

Con respecto a sus hábitos a la hora de ir al baño, al estar más alto el niño de esta edad ya puede pararse frente al inodoro o sentarse en él sin ayuda. Ya sabe que debe lavarse las manos luego de ir al baño y puede hacerlo solo.

El papel higiénico, el jabón y la toalla de mano –así como la que use para el bidet- deben estar a su alcance para que pueda desarrollar su autonomía en relación a la higiene corporal.

A los cinco, los niños casi no se hacen pis encima, pero si esto es muy frecuente durante el día y la noche, si moja su ropa interior con un “goteo” de orina o se queja de ardor o dolor mientras hace pis, hay que ver al médico para descartar algún tipo de infección. También puede haber una razón emocional si empieza a hacerse pis de noche después de años de control.

Cuando suceden estos “accidentes” nunca hay que retarlo ni permitir que sus hermanos se burlen de él/ ella: no puede controlarlo y sólo agregará vergüenza a su malestar, ya que se da cuenta perfectamente de que eso no debería haber sucedido.

Por otro lado, si va de cuerpo menos de tres veces por semana, sus heces son muy grandes, duras o en forma de “piedritas” también hay que consultar ya que puede haber un problema de estreñimiento que requiera alguna corrección en la alimentación, por ejemplo. Averiguá qué sucede en el jardín al respecto.

A esta edad, la mayoría de los niños están listos para hacer frente a la escuela y pueden separarse tranquilamente de sus padres para entrar al colegio, pero si observás que todavía le cuesta quedarse en el jardín, levantalo un rato antes para poder compartir un desayuno tranquilos y para que la separación no sea tan abrupta. Estar atento a esta capacidad para separarse es importante porque, cuando comience primer grado, los tiempos de adaptación ya no serán tan flexibles como los del jardín y es bueno que llegue lo más preparado posible. Si te preocupa la situación, podés comentarlo con el pediatra: a veces estas situaciones se deben sólo al carácter tímido del niño, pero en otras ocasiones puede tener que ver algún factor emocional (mudanza, separación de los padres, muerte de algún ser querido, colegio nuevo, etc.) y saberlo permite actuar en consecuencia y ayudarlo.

¿A qué jugamos?
Jugar “a la biblioteca”: desparramar todos los libros, ordenarlos por algún criterio, jugar a que alguno es el bibliotecario y le “recomienda” libros al otro contando de qué se trata, si es lindo y qué le gusta a él de ese libro. Ordenarlos en estantes según el criterio elegido.

Fabricar cuentos para la biblioteca de la habitación de tu hijo: inventar historias juntos y plasmarlas en diferentes formatos. 

Después de haber fabricado libros, construir una biblioteca puede ser el próximo proyecto.

Niños Educación y estimulación