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Crisis de pareja en el embarazo

Hay parejas que transitan el embarazo viviendo una crisis, ¿a qué se debe? ¿Cómo superarla?

El test da positivo y todo cambia, de un día para el otro notamos que las emociones están a flor de piel, que cosas que antes no nos molestaban, pasaban desapercibidas, ni notábamos, ahora nos irritan notablemente y en cuestión de segundos pasamos de la alegría a la tristeza o a la angustia, del amor al enojo profundo... y enfrente tenemos a nuestra pareja, que parece no haber notado todo lo que estamos viviendo y sintiendo.

En este panorama, hay parejas que comienzan a transitar por una crisis y piensan que el embarazo es el culpable, cuando en realidad no es más que un detonante que pone en relieve o saca a la luz ciertas diferencias que antes no se notaban o no resultaban importantes, pero que ahora, pensando en el futuro, en el bebé, en la familia, generan preocupación.

Por ejemplo, antes, cosas como que el hombre no hiciera nada en la casa tal vez no eran motivo de discusión, pero durante el embarazo, cuando la mujer se siente más cansada como para hacer todo sola y se pregunta cómo será cuando nazca el bebé, pueden ser una razón más para enojarse. Otro motivo pueden ser las salidas, que ahora, y pensando también en la llegada del bebé y las noches en vela, pueden convertirse en un tema de discusión cuando tal vez antes no lo eran porque la pareja tenía la libertad de ir y venir, sin horarios.

También pueden pesar las ilusiones que una tenía acerca de cómo sería su pareja con respecto al embarazo. Hay mujeres que imaginan a su pareja amorosa, totalmente comprometida con el embarazo, muy atenta con ellas, pero se encuentran con una realidad totalmente distinta donde su pareja no le toca la panza a menos que ella se lo pida, no la acompaña a los controles, ni se emociona con las ecografías tanto como ella quisiera.

Sucede que el embarazo es una etapa nueva y es normal, y esperable, que las cosas cambien, que ciertos pactos o acuerdos implícitos o explícitos, como quien se encarga de las cosas de la casa, necesiten ser renegociados. Lo importante ante este nuevo panorama es que ambos sean capaces de conversar aquellas cosas que les molestan, escuchar al otro y resolver juntos una nueva manera de afrontarlas.

Por otro lado, la desilusión forma parte de un vínculo y lo que será determinante en este caso es si se debe a que se rompieron las bases sobre las que se asentaba la pareja (como el respeto, el buen trato, la fidelidad, etc.) o si esas ilusiones insatisfechas, en realidad, no son tan “importantes”. Es decir, tal vez nos gustaría que toque la panza sin que se lo pidamos, pero la realidad es que el hecho de que no lo haga no significa que no nos quiera o no vaya a querer a su hijo.

 

¿La culpa es del otro?


Una crisis de pareja siempre es de la pareja, es decir, de a dos, no es algo que sea culpa de uno o de otro, y si hay un problema es importante asumirlo y afrontarlo desde ese lugar para poder resolverlo juntos.

¿Y por qué hay hombres que cambian tanto y para mal ante la inminente llegada de un hijo? Si bien cada caso es particular, a veces puede suceder que al hombre le cueste asumir la paternidad por todo lo que implica, como dar un apellido y asumir el paso del tiempo. Por otro lado, la paternidad se hereda, el hombre aprende a ser padre de su propio padre y algunos, según su estructura y recursos emocionales, tendrán más facilidad para asumirla mientras que a otros les costará más.

Y si bien la relación de pareja no tiene que ver con la paternidad, porque por un lado somos padres y madres y por otro lado novio o novia, “marido” o “mujer”, esta dificultad para asumir el rol de padre puede impactar en otros ámbitos de la vida como la pareja o el trabajo, enfermándolos.

La paternidad obliga al hombre a asumir una nueva identidad (su identidad de padre) y esto puede ser algo maravilloso o algo muy pesado para lo cual algunos no estarán preparados y tal vez necesiten ayuda y asesoramiento para lograrlo.

 

¿Y si el problema pasa por la sexualidad?

 

La sexualidad es uno de los escenarios del vínculo de pareja, un lugar más donde se pueden desplegar los conflictos.

A veces, la falta de ganas puede ser una demostración de rechazo, aunque otras veces quizás tenga que ver con otras razones como dolores, molestias, miedo a que le pase algo al bebé, angustia, etc. En todo caso, es importante hablarlo, plantear las dudas, los miedos, todo lo que se está sintiendo de manera respetuosa y abierta para poder ver qué es lo que no está funcionando para uno o para el otro y tratar de resolverlo juntos.

 

En resumen: claves

 

  • La comunicación es la clave, no se puede construir desde los silencios y las suposiciones.
  • El embarazo es una etapa nueva para ambos y por ende es normal que surjan dudas y temores de todo tipo. Evitar reprimirlos y hablarlos, aunque nos parezcan “tontos”, siempre ayuda.
  • Saber separar las cosas que nos molestan a raíz de que estamos emocionalmente más susceptibles de las cosas que son realmente importantes y nos molestan porque rompen con los fundamentos sobre los que habíamos construido la pareja. 
  • Los códigos de convivencia se pueden renegociar, siempre, pero en cuanto a un hijo, solo sabremos qué funciona y qué no cuando nazca, e incluso en ese momento tal vez también debamos renegociarlos o reconstruirlos de vez en cuando.
  • La maternidad y la paternidad pueden sorprendernos de una manera que no esperábamos o imaginábamos, pedir ayuda si vemos que se nos va de las manos es clave.


Asesoró: Lic. Florencia del Rocío López, psicóloga

Embarazo Mujer, pareja y familia