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Dejar el chupete

Dejar el chupete es una de las despedidas más difíciles que el bebé tiene que realizar para ingresar al mundo de los niños más grandes. ¿Cómo podemos ayudarlo?

Es muy difícil poder hablar con algo en la boca, en este caso, con el chupete. Por eso es muy común que los chicos que aún no han dejado de usarlo, tengan menos posibilidades de comunicarse a través de la palabra y que lo hagan con gestos, expresiones y llanto, como los bebés más chiquitos.

Entre los 18 y 24 meses, es decir, entre el año y medio y los dos, es conveniente ayudarlos a acotar los tiempos en los que usa el chupete, para que tengan su boca libre para comenzar a hablar.

Decirle “chau” al chupete es una de las despedidas más difíciles que el bebé tiene que realizar para ingresar al mundo de los niños más grandes. La succión produce mucho placer y, en determinado momento, le decimos que tiene que resignarlo.

El chupete pudo haber estado presente para calmar dolores, tristezas, esperas o para simplemente succionarlo por el placer mismo de hacerlo.

Pero como todo objeto en la vida de los niños pequeños cumple su función en un momento determinado y pasado el mismo, puede complicar o retrasar algún nuevo logro o aprendizaje.

Para que la despedida sea menos dolorosa tiene que sentir que hay alguna ganancia en esto. ¿Cuál sería? El ingreso al universo de las palabras, del lenguaje, de la comunicación con los demás. La necesidad de hacerse entender mejor, de vincularse con sus pares (amigos del jardín, de la plaza), pedir lo que necesita y que el otro lo entienda; incluirse en un grupo, ser reconocido y aceptado.

No es fácil lograrlo solo, por eso necesita ayuda. Y esa ayuda es hablar con él principalmente acerca de ir pensando en decirle “chau” al chupete.

Es recomendable explicarle que entendemos que no le guste mucho la idea, pero que va a ser bueno para él, y que este cambio será paulatino; primero va a quedar acotado al ámbito de la cama y sólo lo usará cuando tenga ganas de dormir, si lo necesita, y que pronto podrá con ayuda y nuestro convencimiento, dejarlo.

El día que se  tome la decisión en familia y de común acuerdo, es importante tratar de no volver atrás. Sostenerla y entender que puede enojarlo, puede extrañar lo conocido que antes lo calmaba y le llevará tiempo comprender que  ese objeto tan significativo ya no está. Será entonces necesario que se busquen alternativas para que ese espacio vacío posibilite el encuentro de experiencias nuevas placenteras para compartir.

Leer un libro juntos a la hora de dormir o elegir un muñeco o un juguete que lo acompañe, serán alternativas que irán surgiendo entre mamá, papá y el bebé-niño, para ir desprendiéndose de ese objeto que fue tan importante para él.

Fundamental: encontrar algún ritual que pueda ayudarlo a “olvidar”, o mejor dicho a “recordar” ese objeto tan querido, poder añorarlo pero a la vez dejándolo en el pasado y sintiéndose orgulloso por ello. Aunque aún no se exprese claramente con palabras.

Y cuál es la clave para que así sea? Que su mamá y su papá valoren su diario crecimiento, lo acompañen mucho en este tránsito y que muestren su orgullo por verlo crecer día a día.

Asesoró Lic. Alejandra Libenson
Psicóloga, Psicopedagoga
Especialista en crianza, vínculos familiares, pareja y fertilidad
Autora de libro “Criando hijos, creando personas”

 

Crianza, familia y educación Psicología del niño y la familia