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Estética facial: cómo estar mejor sin tener que pasar por el cirujano

Llega un momento en la vida de las mujeres en el que ven reflejado en el espejo algún rasgo de su cara que les gustaría modificar o, directamente, desterrar. Pero no todas están dispuestas a entrar al quirófano. ¿Qué otras opciones tienen?

La mujer que se mira al espejo y observa una imagen que no la satisface completamente sueña con una crema o un tratamiento que acabe, de una sola vez, con todos sus males. Algunas se imaginan entrando a un quirófano y saliendo absolutamente renovadas, pero hay muchas que con sólo pensar en el bisturí empiezan a ver sus arrugas con más cariño.

A estas últimas hay que decirles que no todo está perdido y que hay mucho por hacer sin derramar sangre. Pero lo que también hay que aclarar es que no hay un único tratamiento que mejore todo.

El proceso de envejecimiento es natural e incluye la aparición de manchas en la piel, arrugas, surcos, venitas rojas, flaccidez y disminución de la grasa, entre otras cosas. Es importante aclarar que no hay un único tratamiento que mejore todas estas situaciones.

Es muy importante que la mujer se mire en un espejo con una buena iluminación y que le explique a su médico qué es lo que quiere mejorar, para ir buscando las opciones más adecuadas para cada uno de los puntos que señale.


Y hablando de opciones fuera del quirófano, existen varias opciones:


 Una primera opción consiste en adquirir un set de productos recomendados por el dermatólogo que son muy efectivos y con los que la persona comienza a ver mejorías en pocos días, ya que están preparados con sustancias medicinales y no son cremas cosméticas.

Esto se puede complementar con un peeling, que se hace en el consultorio y en el que se utilizan diferentes sustancias químicas anti-gyng. Los planes son secuenciales: se suele hacer 1 cada 15 días dentro de un programa de 6 peelings, lo que permite sacar una capa de células muertas y estimular a las células encargadas de mejorar la piel, por ejemplo, en relación a la producción de colágeno.

El paso siguiente –en costo y complejidad- es el Mesolifting, que se basa en la mesoterapia y en el cual se producen pequeñísimas escoriaciones en la piel en las que se depositan gotitas de sustancias –como el ácido hialurónico- que van a dar a la piel mayor turgencia, firmeza e hidratación.

Otro escalón sería la Luz Pulsada Intensa: se trabaja con un equipo norteamericano aprobado por la FDA, que lo manejan especialistas y complementa muy bien todos los tratamientos anteriores. La aplicación es muy poco molesta y sólo provoca una sensación de calor. Es especial para el fotorrejuvenecimiento facial y se realiza una sesión mensual –por lo menos 4- que brinda muy buenos resultados sobre las manchas marrones y los trayectos rojos.

Los rellenos se usan cuando hay surcos molestos, arrugas peribucales o cuando se quiere dar volumen a los pómulos. El ácido hialurónico, un relleno importado de Alemania que no es de origen animal, es una sustancia que tenemos todos los seres vivos y que estimula fuertemente la formación de colágeno propio.

Hay que tener en cuenta que cuanto más dura un relleno, más riesgos y problemas puede traer.

El Botox: la aplicación de toxina botulínica tipo A sirve para mejorar el gesto cansado, la boca que cae para abajo y las cejas caídas, entre otras cosas. Así se relajan algunos músculos y cuando se relaja un músculo agonista, el antagonista cobra fuerza, generando un nuevo equilibrio entre diferentes grupos musculares del rostro.

Con los tratamientos anteriores se abre el abanico de opciones para aquellas mujeres que quieren mejorar el aspecto de sus rostros, sin poner un pie en el quirófano y con opciones de distintos niveles de complejidad.

 

Asesoró: Doctor Daniel Spillman, miembro de la Sociedad Argentina de Dermatología.