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La adicción al alcohol

Se llega al alcoholismo cuando el consumo de alcohol es exagerado y genera dependencia en el individuo. ¿Cómo reconocer los síntomas y cómo ayudar a un alcohólico antes de que las consecuencias de su enfermedad sean irreversibles?

Un bebedor social, que toma una copa en compañía de amigos y que tiene control sobre su conducta en relación al alcohol, puede dar paso al alcohólico cuando, lentamente, se va aumentando la cantidad de bebida ingerida y cuando se recurre a ésta para solucionar diferentes cuestiones que deberían atenderse por otros medios: por ejemplo, para conciliar el sueño, calmar la angustia, aliviar la sensación de soledad, encontrar un “escape” a los problemas económicos, familiares, etc.

Se supone que el alcoholismo tiene bases relacionadas con lo orgánico y con lo psicológico, y todavía no ha podido demostrarse por qué hay personas que generan una adicción al alcohol y otras no, aunque tomen en la misma medida.

De la misma forma que esta adicción tiene dos patas: la orgánica y la psicológica, afecta a quien la padece en dos áreas: la orgánica –su salud- y la psicológica – sus relaciones-.

El exceso de alcohol puede provocar problemas cardíacos, cirrosis, demencia y, por otro lado, expone a la persona a innumerables riesgos cuando está ebria, porque no controla sus acciones. Si no se atiende, el alcoholismo puede llevar a la muerte.

En relación a lo social, esta enfermedad afecta gravemente el vínculo con la familia, los amigos y el trabajo. Con el alcohol, todo pasa a un segundo plano y se crea una especie de círculo vicioso a través del cual se generan situaciones negativas por culpa de la bebida y se bebe para “olvidarlas” o “escapar” de ellas. En el alcohólico, la necesidad de beber deja de lado toda su vida.

¿Cómo darse cuenta si una persona es alcohólica?

Si se bebe a solas cada vez más, se miente sobre lo que se consume, se emborracha a menudo, se pierde el apetito, se necesita cada vez más alcohol para conseguir el mismo efecto y el pensamiento se dirige hacia la bebida con mayor frecuencia, el problema está instalado o próximo a instalarse y hay que actuar.

Es muy probable que la persona que se encuentra en esta situación no pueda ver lo que le pasa o no pueda darle la dimensión que realmente tiene, por lo que la ayuda de sus familiares y amigos es muy importante para poder actuar a tiempo sobre el problema.

Llamar al médico cuando sea necesario, recurrir a un psicólogo e incentivar a la persona para que se acerque a un grupo de Alcohólicos Anónimos puede ser un paso en su recuperación. En muchos casos, la pareja y la familia del alcohólico puede necesitar también ayuda profesional para poder manejar las situaciones difíciles que se dan alrededor de esta enfermedad y que muchas veces incluyen maltrato psicológico y/o físico, problemas económicos y desequilibrio de la dinámica familiar.

Los familiares y amigos de un alcohólico deben saber que la adicción puede controlarse –se deja de beber alcohol por completo- pero no curarse, por lo que un alcohólico nunca podrá volver a probar bebidas alcohólicas aunque haya dejado de tomar años atrás.

Entender el alcoholismo como una enfermedad y no como una debilidad o un capricho es fundamental para poder acompañar a aquellos que la padecen.

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