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La comunicación y el vínculo con el bebé recién nacido

Con este nuevo bebé nacerá una nueva madre y un nuevo padre. ¿Cómo alimentar el vínculo entre este nuevo ser y sus padres?

El vínculo con nuestro bebé


Tener un bebé y convertirse en mamá y en papá es una experiencia maravillosa e inédita, que invita a inventarse en este nuevo rol, es decir, brinda la oportunidad de ejercer la maternidad y la paternidad, poniendo un sello personal en la crianza y la educación de un hijo o una hija.

Esto no es tan sencillo si no estamos permeables a sentir y a pensar qué necesitamos y qué necesita de nosotros nuestro bebé en cada instante de su vida. Ya que a criar se aprende. No es un don que nos viene dado de manera natural, si bien tenemos tendencia a repetir modelos aprendidos, nuestra propia historia como hijos y, en un principio, automáticamente, los ponemos en práctica.

Pero si podemos conectarnos con nuestro bebé, estar atentos, disponibles y amorosos, él irá mostrando abierta y especialmente lo que necesita y lo que siente en cada momento, y nosotros responderemos de manera “original”.

A través de su llanto, sus gestos, sonrisas y movimientos de a poco se irá haciendo entender y tan solo con mirarlo a los ojos descubriremos qué nos está pidiendo y qué le pasa o demanda.

El primer lazo de amor que establece el bebé es con su mamá. Cada caricia, cada upa, cada palabra o movimiento lo conecta en un encuentro irrepetible y especial. Nada le es ajeno. Pero, a la vez, todo es nuevo para él. Su único referente “conocido” es su mamá, a la que siente como parte de sí mismo. Aún no puede reconocerse diferente. Madre e hijo son una misma persona y están muy unidos.

Estos primeros momentos son de mucha fusión, encuentro y necesidad mutua de estar muy juntos.

Es importante darle lugar a esta necesidad que es vital para ambos. De a poco irán conociéndose y con el tiempo podrán comprenderse más fácilmente y diferenciarse.

Un bebé siempre es sensible a los tonos de voz, las miradas, las presencias, los olores. Vive y piensa a través de sus sentidos sumamente agudizados luego del nacimiento. Este estado de tanta conexión lo mantendrá en la medida que su entorno lo permita y lo favorezca.

 

La comunicación con el bebé


¿Cómo podemos ayudarlo a establecer la conexión con nosotros? Convirtiéndonos primeramente en sus decodificadores personales. Prestándole palabras a sus sentimientos aún difíciles de expresar. Ayudándolo a que se sienta amado, comprendido, satisfecho, cómodo, cuidado, protegido y respetado en sus necesidades.

La intuición y el sentido común de la madre serán los instrumentos principales para favorecer esta función, más que la razón y el pensamiento. Es la conexión corazón a corazón, cuerpo a cuerpo, la que marca el ritmo de los encuentros entre la mamá y su hijo. Estas primeras experiencias irán modelando las futuras.

Las acciones básicas que favorecen el vínculo en el primer año de vida beben estar centradas en:

  • Aprovechar toda actividad de la vida cotidiana para favorecer el encuentro y el contacto con el bebé, como la hora de la alimentación, la higiene, el baño, el tiempo de ir a dormir, etc.
  • Hablarle, cantarle, es decir, buscar relacionarse a través de sus conductas.
  • Dejarse conocer por el bebé: que nos toque, nos tire del pelo, nos descubra, nos reconozca.


Los bebés conocen a través de su boca, cuando chupan, cuando muerden. A medida que el bebé crezca, su participación será cada vez más activa. Pero al principio debe ser la mamá o quien ocupe la función materna, quien la favorezca.

Es conveniente darle un entorno estable organizado y previsible; que la rutina, de a poco, con paciencia y tolerancia, pueda ir instalándose en casa.

Esta organización familiar lo ayudará día a día a darle sentido a su vida, y pasar del caos natural con el que viene al mundo a vivencias nuevas, conocidas, placenteras y enriquecedoras. Luego esperará que se repitan y las buscará. Y esto lo tranquilizará.

Los bebés se comunican al principio sin palabras, a través de gestos y actitudes, que transmiten lo que sienten y también comprenden lo que su mamá siente. Están en completa sintonía.

Por eso es importante revisar cómo estamos, cómo nos sentimos luego del nacimiento, y durante los primeros días, cuando llegamos con el bebé a casa.

Si estamos desbordadas o contenidas; asustadas o tranquilas; tristes o felices; fuertes o débiles. El propio autoanálisis de la mamá hará que el bebé reciba saludablemente desde su sensibilidad a flor de piel todo el impacto emocional que la madre puede experimentar.

Para generar este acercamiento ideal de este primer vínculo, necesitamos sentirnos contenidas, queridas y acompañadas. Tener con quien expresar nuestras emociones, a veces contradictorias, que de a poco se irán estabilizando.

Esta cadena de amor y comprensión facilitará los momentos de contacto con el bebé y convertirá a cada uno de ellos en un “gran encuentro”.

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