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La imagen corporal de nuestros hijos: más autoestima y menos dietas!

La mirada que los chicos tienen de su cuerpo es, en gran medida, influenciada por sus padres. ¿Cómo lograr que se sientan bien con su físico?

Más allá de la influencia ejercida por los medios de comunicación, los avisos publicitarios y la sociedad en general, la valoración del propio cuerpo es, en gran medida, producto de lo aprendido, escuchado y visto en casa.

Como padres es importante tener en claro que la autoestima no depende de la opinión de los demás ni de las exigencias de la sociedad, sino de lo que uno le transmite a los hijos: si les enseñamos que valemos por quienes somos, por nuestras características, nuestras habilidades y no por cómo nos vemos o lo delgados que estemos esto marcará la diferencia en su manera de pensar, de verse a sí mismos y, también, de ver a los demás.

En este sentido, es fundamental olvidarse de los parámetros culturales de belleza y construir confianza a través de actitudes que nos involucren:

  • Aceptar el propio cuerpo para que nuestro hijo/a acepte el suyo.
  • No dar ninguna referencia de que algo está mal con el cuerpo de él o ella, independientemente del peso o forma que tenga.
  • Tratar de brindarle una imagen positiva en relación a alguna característica propia, como por ejemplo: “Me encanta tener el pelo lacio/ondulado” o “Siempre me gustó ser bajita/alta, así que espero que a vos también…"
  • Buscar rasgos parecidos y positivos entre nosotros y nuestro hijo/a. 
  • Preguntarse si hay alguna característica física que simboliza la belleza en la familia y buscarla en las distintas generaciones para ayudarlo a crear una definición de belleza más amplia. 
  • No rechazar halagos.


Si los padres somos conscientes de las actitudes que tenemos en relación a nuestra imagen y la de nuestros hijos, podremos ayudarlos a sentirse firmes frente a la poderosa influencia de la cultura y, a la vez, aportar nuestro granito de arena para cambiar esa concepción social de que lo que importa es tener un cuerpo delgado, cueste lo que cueste.

Para contribuir con esta idea, podemos:

  • Realizar comentarios positivos acerca de nuestro cuerpo y el de los otros, evitando los negativos.
  • No discriminar a otros por su tamaño.
  • Rechazar verbalmente la idea del cuerpo perfecto.
  • Demostrar respeto por nuestro cuerpo y el de los demás.
  • Desafiar las imágenes de los medios de comunicación.
  • Valorar el cuerpo por lo que nos da cada día.
  • Pensar en aquello que uno admira de sus amigas/os. 


Por supuesto que todo esto no significa que dejemos de lado la salud. Tener un estilo de vida saludable, cuidar nuestro cuerpo para llevar una vida sana es una cosa y la obsesión es otra.

Si suspiramos angustiados al mirarnos en el espejo, decimos constantemente que no deberíamos comer esto o aquello, comentamos que necesitamos hacer dieta, nos quejamos de nuestra nariz, cabello, ojos, caderas, panza y/o piernas, expresamos inseguridades o insatisfacción sobre nuestra figura, etc. lo más seguro es que nuestros hijos crean que es natural no estar conforme con el propio cuerpo. Por eso, lo mejor es desterrar estas actitudes y comenzar a quererse para que ellos también lo hagan consigo mismos.


Asesoró: Dra. Mónica Katz, médica especialista en nutrición, fundadora del Equipo de Trastornos Alimentarios del Hospital Durand y autora de los libros “No dieta”, “Comer” y “Somos lo que comemos”.

Adolescentes Psicologia, educación y familia