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Las consecuencias del abuso sexual infantil

Más allá de las secuelas inmediatas, como el embarazo, el contagio de una infección de transmisión sexual, un desgarro o irritación y el impacto en lo emocional, el abuso sexual infantil tiene otras consecuencias a mediano y a largo plazo.

Más allá de las secuelas inmediatas, como el embarazo, el contagio de una infección de transmisión sexual, un desgarro o irritación y el impacto en lo emocional, el abuso sexual infantil tiene otras consecuencias a mediano y a largo plazo.

El quiebre de la confianza del niño hacia el adulto, el aislamiento, el retraso en el aprendizaje y hasta las regresiones -el retroceso a conductas ya superadas, como chuparse el dedo o hacerse pis encima- son algunos de los síntomas que pueden quedar instalados después de que un niño haya sido víctima de abuso sexual.

En la medida que los chicos crecen, puede aparecer un gran sentimiento de culpa en relación al abuso sufrido y, en la adolescencia, cuando comienzan naturalmente la vida sexual, ésta puede verse seriamente afectada. De alguna manera, los chicos y chicas que fueron abusados no se sienten dignos de establecer una relación normal con sus pares, donde la exploración sexual debería surgir con naturalidad.

La baja autoestima, la auto-agresión, la depresión, la fobia y los trastornos de la memoria y de la concentración son otras consecuencias que pueden afectar la vida del joven que fue abusado. De esta manera, ese hecho que tal vez ocurrió cuando tenía pocos años puede ser la causa, por ejemplo, del fracaso en los estudios superiores.

El estrés postraumático puede llevar a que una persona adulta no logre disfrutar de su vida sexual porque ese momento le trae a la memoria el recuerdo de la situación de abuso. Y, sobre todo si la pareja desconoce lo sucedido, las consecuencias del abuso pueden llevar a que no se logre construir una relación a largo plazo.

Más tarde, si la persona que fue abusada tiene hijos, el rol de padre puede reactivar el abuso sufrido en la infancia o puede generar temores o fobias que afecten la crianza y la vida de ese hijo que nada sabe de lo que le ocurrió a su madre o a su padre cuando eran pequeños.

Sin duda, las secuelas de haber sido abusado sexualmente de niño no se pueden borrar y están latentes toda la vida, mostrando sus consecuencias de manera más o menos activa. Pero el tratamiento psicológico puede permitir que la víctima esté atenta a la aparición de conductas relacionadas con ese hecho traumático y que pueda ir analizándolas y modificándolas de modo que no afecten negativamente su vida –o que por lo menos lo hagan en la menor medida posible-.

Como padres es importante saber que, de confirmarse el abuso, la decisión de que ese hecho “se olvide” y de no hablar de él creyendo que de esa forma la herida cicatrizará mejor y más rápidamente es sólo otra etapa de la victimización del pequeño: en estos casos, el niño fue víctima del abuso y después es víctima del silencio.

Un niño que sufrió alguna clase de abuso sexual –incluso cuando no haya habido violación de por medio-, necesita atención psicológica y también su familia. Padres y hermanos deben poder trabajar lo sucedido para elaborarlo y poder seguir adelante sin secretos de por medio.


En este link podrás descargar gratis una guía* que ofrece consejos prácticos sobre qué hacer ante la sospecha de abuso sexual en un niño o niña, las medidas de salud y jurídicas que deben tomarse inmediatamente así como información útil sobre a dónde recurrir en casos de abuso.

*Realizada por la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM), la Asociación Argentina de Mujeres de Carreras Jurídicas (AAMCJ) y Salud Activa, con el apoyo del Fondo Canadá para Iniciativas Locales.

Crianza, familia y educación Psicología del niño y la familia