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Las primeras visitas al pediatra

La llegada de un bebé implica el comienzo de una etapa de cambios profundos y constantes no sólo para él sino también para sus papás. Será el pediatra el encargado de asesorar acerca del cuidado y la crianza de este pequeño ser, convirtiéndose en un guía necesario y tranquilizador.

Una vez que la ansiedad por la espera y el parto han quedado atrás, los padres deben adaptarse a este nuevo integrante tan maravilloso como demandante. La salud del pequeño se convierte en la primera preocupación y es allí donde aparece el pediatra, no sólo para prevenir o alertar acerca de enfermedades y peligros, sino también, para cumplir el rol de consejero y acompañante del desarrollo del niño.

 

La primera consulta


Una vez que el bebé es dado de alta y ya está en su hogar, los padres deben programar con el pediatra su primera visita al consultorio, que suele realizarse entre el 4º y 7º día de vida.

En ella, el médico verifica los datos proporcionados por el servicio de neonatología del hospital o maternidad donde nació el bebé y corrobora que coincidan con lo que ve en el recién nacido a partir de una serie de revisaciones físicas:

  • Se verifica el ritmo cardíaco; el peso y la medida del bebé así como también el peso, la longitud y el perímetro de su cabeza.
  • Se palpa la fontanela (espacio blando que está en el cráneo antes de formarse el hueso)
  • Se revisan las extremidades, los genitales, la morfología de la boca y los oídos, para constatar que no presenten complejidades o alteraciones.
  • Se revisa también el ombligo, indicándole a los padres cómo deben aplicar el alcohol para que el cordón umbilical se seque correctamente.  
  • El pediatra observa además los reflejos del bebé, los movimientos de cadera y su columna.  
  • Se revisa la mirada: algunos pediatras observan con una linterna el reflejo rojo del bebé (estudio que luego profundiza el oftalmólogo).

En esta primera visita, los aspectos físicos son muy importantes, sin embargo, el pediatra también está atento a otros puntos que tienen que ver con el ritmo de alimentación del bebé, su rutina de sueño, el llanto y otros comportamientos. Para esto, los papás tienen que asistir al consultorio con toda la información posible y todas las dudas que consideren necesario despejar, ya que son ellos los primeros en observar al bebé y los encargados de transmitirle cada detalle al médico.

Las vacunas, la lactancia y la prevención de accidentes, son otros de los temas que se tratan en esta primera consulta que sirve para tranquilizar a los papás, quienes también pueden volcar en ella todos sus miedos e incertidumbres acerca de la crianza de su bebé.



Consultas posteriores


Cada especialista se encarga de establecer la periodicidad de las visitas, pero generalmente, tras la primera visita, el pediatra indica una nueva consulta a las 48 o 72 horas, dependiendo de cómo se encuentran tanto el bebé como los padres. Porque si ellos muestran cierto grado de ansiedad o preocupación, hay profesionales que agendan visitas al consultorio más seguidas para transmitirles tranquilidad.

Las siguientes visitas se realizan a los 15, a los 30 y a los 45 días de vida del bebé. En esta serie de consultas, los padres llevan al pediatra los resultados de los análisis que este les va indicando y a partir del segundo mes, entre una visita y otra, dependiendo de cada profesional, suelen pasar 45 días.

Entre el segundo y tercer mes, el médico receta una ecografía de cadera. Alrededor del quinto o sexto mes puede indicar la incorporación de papillas en la alimentación, dependiendo de cómo se muestra el bebé con respecto a las comidas y en los meses posteriores continúa corroborando el calendario de vacunas aplicando las indicadas y agregando distintos controles o análisis.

Luego del primer año de vida, las visitas suelen hacerse cada 3 meses y a partir de los 2 años, si el bebé está saludable y no presenta ninguna complicación y dependiendo siempre de la decisión del médico, se van haciendo cada seis meses aproximadamente.


Para tener en cuenta


Es bueno que todas las visitas al pediatra sean aprovechadas al máximo porque es en ellas donde los papás tienen la oportunidad de sacarse cada una de sus dudas, que, si es necesario, pueden llevar anotadas.

Desde las preguntas más importantes hasta las más obvias, necesitan una respuesta. Esta es una de las razones por la que los padres no deben subestimar ninguna duda que les haya surgido y  tienen que irse del consultorio sintiéndose tranquilos y satisfechos con la información brindada por el profesional.

Tanto para los padres como para el bebé, el pediatra cumple un rol muy importante ya que es quien los acompañará en este largo camino y los asesorará en todo lo relacionado al cuidado, la crianza y la salud, ofreciéndoles la tranquilidad y confianza necesarias.

Por eso, es fundamental para el niño que sus papás no utilicen la figura del pediatra ni de ningún médico como amenaza, asustándolo con frases como “si no te portás bien te llevo al doctor”, porque de esta manera cada consulta será un suplicio para el pequeño.

Lo ideal es que tanto el padre como la madre estén presentes en las primeras consultas al pediatra. Pero como esto suele ser muy difícil, lo mejor es que el que vaya le trasmita al otro todo lo conversado con el médico, para que de esta manera se sienta partícipe de la nueva experiencia.


Asesoró: Dra. Silvia Cossa, Médica Pediatra

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