Pasar al contenido principal

Las viandas para llevar al cole

Ya falta poco para empezar las clases y para tener que recomenzar la rutina de preparar viandas para el almuerzo de los chicos. Les cuento cómo me organicé en los ocho años que llevo haciendo “catering” para mis retoños.

 Hay colegios que no tienen servicio de comedor y otros que, aunque lo tienen, dan la opción de llevar la comida de casa para abaratar costos. Por una razón u otra, en muchas casas hay olor a milanesa a la mañana porque junto con el desayuno se prepara... ¡la vianda! Y para hablar de viandas hay que hablar primero de luncheras, que vienen en una enorme variedad de modelos.

 Básicamente, las que se consiguen en el mercado se dividen en dos tipos: rígidas (tipo mini heladerita para la playa, con una manija como para llevar en la mano) o de tela (también conservadoras, con una manija larga como para llevar colgando). Las primeras resisten mejor el trato de los chicos –que a veces hasta las usan de banquitos improvisados- y son más duraderas, pero las segundas son más livianas y dejan las manos libres. 

Teniendo en cuenta esto, mis hijas usaron las rígidas mientras iban y venían en auto al colegio y comenzaron a usar las de tela cuando necesitaron la mano libre para sacar el boleto en el colectivo.

 Según la política del colegio (hay algunos que guardan las luncheras en heladeras, o directamente el taper y otros que no ofrecen ningún tipo de refrigeración), habrá que incluir o no los sobrecitos refrigerantes que se congelan en el freezer para mantener la cadena de frío.

 Organizarse para dejar listas las viandas a la noche es lo mejor para no empezar el día corriendo. Y lo ideal es cocinar, junto con la cena, lo que se van a llevar al otro día. “Reciclar restos” también es muy importante para no tirar comida y para facilitarnos las cosas: unas sobras de arroz se pueden transformar en croquetitas, el trozo de carne al horno en salpicón, etc.

 Si lo dejamos hecho de la noche, el taper puede estar en la heladera y a la mañana, entre mate y mate, se arma la lunchera: tenedor, servilleta y uno o varios tapers con la comida. Una fruta, yogur o postrecito (cucharita si hace falta) y una botellita de agua que sacamos del freezer con ¼ de agua congelada. Se completa y a la hora del almuerzo los chicos encuentran el hielo está derretido y el agua, fría.

 Casi nunca les mandé cuchillo, un poco por seguridad y otro poco para no mandar plato (es difícil cortar dentro del taper). Mis hijas se acostumbraron a comer del taper con tenedor lo que ya iba cortado y a tomar el agua directamente del pico de la botellita. Sin embargo, hay escuelas que proveen platos, vasos y cubiertos a los que se puede trasladar el contenido del taper y hay madre más prolijas que agregan plato y vaso a la lunchera… ¡eso queda a criterio de cada una!

 Hay que tener en cuenta que cuando los chicos vayan a calentar la comida en la escuela, las cosas no suelen ser como en casa: en el microondas se colocan varios tapers con alimentos que requerirían distintas potencias y tiempos, pero que por una cuestión de practicidad se calientan por igual: los fideos pueden quedar fríos o “crocantes” y las masas de tartas o empanadas por lo general toman una consistencia espantosa. Por ese motivo, siempre trato de que no calienten y de que coman lo que llevan tal cual sale de la lunchera.

 Si hace mucho frío y quiero que coman algo caliente, por lo general elijo alguna de estas opciones: milanesa o carne con puré, algún guisito de lentejas, arroz o carne, pollo con verduras, etc. Si les mando tarta o empanadas, siempre es para comer sin calentar, y los fideos quedan para casa.

 Otras cuestiones que fui descubriendo con mis hijas es que conviene separar el tomate de una milanesa o una porción de tarta que van a comer fría, porque con el paso de las horas, si el tomate va cortado empapa con su jugo el pan rallado o la masa y la comida queda muy poco apetitosa.

 Será por eso que en mi casa hay una invasión de tapers de todas formas y tamaños, porque hay cosas que van juntas (como la milanesa con puré) y otras que van separadas (como la milanesa con tomate).

 Al volver a casa, los restos se tiran (porque los refrigerantes no duran toda la tarde y la cadena de frío se cortó) y a la lunchera hay que pasarle un trapo húmedo por dentro antes de guardarla para esperar hasta que, a la mañana siguiente, el ciclo comience nuevamente…

 Sí, es molesto el tema “vianda”, pero hay que saber que no dura toda la vida, y que si les ponemos alguna “sorpresa” (una notita con una frase amorosa, un paquete de figuritas, una pequeña golosina cada tanto) y usamos nuestra creatividad, la comida que llevan a la escuela es una forma más de cuidar y mimar a nuestros hijos.

Niños Nutrición infantil