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Cómo manejar los enojos y caprichos (6 a 8 años)

Entre los 6 y los 8 años el nivel de comprensión de los chicos es muy importante, así como el manejo que tienen del lenguaje, de modo que se puede esperar de ellos otro tipo de reacciones ante la frustración que implica un no.

Entre los 6 y los 8 años el nivel de comprensión de los chicos es muy importante, así como el manejo que tienen del lenguaje, de modo que se puede esperar de ellos otro tipo de reacciones ante la frustración que implica un "no". Además, esta edad coincide con los primeros años de la escuela primaria donde, a diferencia del jardín de infantes, las actividades son más pautadas y donde los chicos tienen que adaptarse a reglas que no son las de su casa.

Algunos de los problemas con los chicos de esta edad son similares a los que se dan con los más pequeños: no quieren bañarse, no quieren abrigarse para salir, insisten en ponerse un conjunto de ropa que no es adecuado para determinada ocasión, se niegan a comer algunos platos, etc.

Otros conflictos que son más específicos de la edad tienen que ver con hacer los deberes de la escuela, aceptar los límites en relación al tiempo y al tipo de programas que ven en televisión u online, apagar la computadora o no pasar más del tiempo permitido con los juegos online, en consolas, tablet, etc. Las invitaciones suelen ser también un tema a esta edad: a la salida de la escuela deciden ir o invitar amigos sin haberlo acordado previamente, nunca les alcanza el tiempo que pasan con ellos y pretenden que la visita se quede a dormir, etc. El pijama-party, con un gran grupo de chicos que se empeña en no dormir, también puede traer discusiones en esta etapa, ya que cada vez se organizan a una edad más temprana.

Algunos de los ejemplos anteriores pueden resultar conflictivos en algunas familias y en otras no, porque en cada casa se establecen límites diferentes. Lo importante es que a los chicos de entre 6 y 8 años se les explique brevemente la razón del límite que se les impone y que los padres no se dejen convencer por llantos y berrinches.

Cuando se impone una penitencia, como que no vean televisión o no se conecten a Internet, es fundamental que los padres sostengan su decisión. Si hay un desacuerdo entre ellos, lo mejor es que lo conversen a solas y que planteen otra estrategia para la próxima vez, pero que no se modifique lo decidido para ese caso puntual. La palabra de los padres debe generar confianza en los chicos y tienen que saber que cuando les prometen algo, tiene tanto valor como cuando les imponen una penitencia.

Cuando el niño se haya calmado, es necesario que se le explique que es mucho mejor hablar de lo que le pasa que llorar sin decirlo. Esto es, fundamentalmente, porque muchas de las situaciones conflictivas con los chicos de esta edad pueden solucionarse cuando ellos logran expresar con calma lo que desean, ya que de esa forma los padres pueden intentar conformarlos pero manteniendo el límite que consideran necesario.

Por ejemplo, un chico se puede enojar, ponerse a llorar y negarse a que su hermano se vaya a la casa de un amigo. Si los padres pueden interpretar en el momento lo que sucede y le ofrecen la posibilidad de que él haga un programa –como invitar también a un amigo o hacer una salida especial-, después pueden explicarle que si en vez de hacer toda esa escena hubiera planteado de entrada que no quería quedarse solo y que él también deseaba hacer un programa especial, se podría haber evitado el conflicto.

De todas formas, hay que tener en cuenta que esto es un aprendizaje que dura toda la vida, porque muchas veces los mismos adultos se ponen mal por cuestiones que podrían resolverse si se plantearan con calma y voluntad de negociación.

Pero también hay que tener claro que, dentro de este margen de edad, los berrinches ya no deberían manifestarse como sucedía en el jardín: si un niño de entre 6 y 8 años sigue tirándose al suelo, pegando y pataleando, se impone una consulta con un profesional para que oriente a los padres y les brinde estrategias para lograr un cambio.

Niños Psicología del niño y la familia