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Los chicos que pierden las cosas

¿Por qué pierde los útiles? ¿Por qué no valora los elementos que ponemos a su alcance, a veces con tanto esfuerzo? ¿Qué se puede hacer para revertir esta situación?

 La visita constante a la librería para volver a comprar aquello de la lista que ya adquirimos tres veces en lo que va del año, pero que "desaparece" cada tanto, suele ser motivo de una eterna "pelea" con los chicos. Los adultos no pueden entender que no registre la falta de la campera, que no sepa dónde dejó la lunchera o por qué no avisó antes de la prueba que no encontraba el libro de matemática. Por lo general, frente al interrogatorio de los padres, las respuestas de los chicos son vagas y los adultos se quedan con la idea de que los niños "no valoran" lo que tienen.

 

A cuidar se aprende 


Lo que los grandes deben tener en cuenta en esos momentos, es el hecho de que saber cuidar los objetos personales no es un reflejo innato que los seres humanos traen desde el útero de su madre, sino que a los chicos hay que enseñarles a cuidar las cosas desde que son chiquitos –y chiquitos no quiere decir cuando empiezan la primaria y estrenan cartuchera, sino mucho antes-.

La escuela primaria viene cargada de una enorme variedad de objetos "perdibles" y, además, es una etapa en la que los maestros esperan de los chicos cierta autonomía y no van a correr detrás de los niños como tal vez hacían en el jardín. Para evitar, entonces, tener que luchar con "perdedores crónicos de útiles escolares", los padres tienen que haber hecho los deberes haciéndolos asumir responsabilidades de a poco.

Desde que soplan la primera velita, los chicos pueden –y deben- participar en la tarea de ordenar los juguetes, de meter las zapatillas en el placard, de llevar la panera a la mesa, y todas esas tareas deben ir complejizándose a medida que los chicos vayan creciendo. Es importante no ordenarles siempre las cosas, hacerlos responsables del librito que quisieron llevar, de la campera que decidieron sacarse y no reponerles inmediatamente las cosas que perdieron por falta de cuidado. En el caso de contar con ayuda para las tareas domésticas, también es importante dejarle claro al niño y a la persona que se encarga de las tareas que el hecho de que ella esté no significa que no haya que ayudar a poner la mesa, o que los chicos puedan desentenderse por completo del desorden de los juguetes. Aunque sea simbólico, es importante que lleven y retiren algo de la mesa y que entren primero ellos a ordenar el cuarto, para que recién después lo haga el adulto. De esa manera, también aprenden a respetar el trabajo y el esfuerzo de los demás.

Por último, es fundamental revisar las propias actitudes de orden y cuidado, que son el verdadero modelo frente a los niños. Porque no es suficiente hablar sobre el cuidado; es importante construir con ellos estrategias sencillas de las que se puedan apropiar y que sean adecuadas para cada uno, ya que no a todos les resultan las mismas acciones.

 

Los más grandecitos

 

Tal vez los chicos de 2do Ciclo todavía no puedan dar explicaciones satisfactorias sobre cómo, en qué circunstancia o por qué perdieron sus cosas, pero sí pueden comprender la necesidad de evitar que estas situaciones se repitan y proponer estrategias junto con sus padres para lograr un cambio de conducta.

Una buena idea es la de acompañarlos, sin por eso reemplazarlos: ellos pueden ponerle nombre a sus útiles y preparar la mochila para el día siguiente, de ese modo van a comprometerse más y van a tener más claro qué es lo que llevan, para recordar lo que deben traer de vuelta.

También sacar una vez por semana todo de la mochila para ver qué hay en el fondo, da buenos resultados.

Cuando pierdan algo, es mejor dejarles a los chicos la responsabilidad de acordarse, al otro día, de hablar con su maestra y recorrer los lugares en los que puede haber quedado el objeto que se perdió. Si esto no alcanza, recién en una segunda instancia entrarán en acción los padres, escribiéndole una nota a la maestra o yendo personalmente a la escuela.

Así, el abordaje es a dos vías: por un lado, elaborar estrategias que apunten a resolver el problema, por otro, avanzar hacia la construcción de un compromiso reflexivo sobre la necesidad de cuidar los elementos que les son útiles y queridos en el camino del aprendizaje y el crecimiento.

Niños Adolescentes Educación y estimulación Psicologia, educación y familia