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Los efectos del divorcio en los niños de 3 a 8 años y cómo se los puede ayudar

¿Cómo atenuar el impacto emocional que produce el divorcio en los hijos?

El divorcio siempre produce un alto impacto emocional en los hijos. Atenuar este impacto para que sus consecuencias no acarreen un daño irreversible en su desarrollo psico-evolutivo, así como alcanzar una reorganización familiar viable es crucial para los niños.

Es muy importante que los padres sepan cuales son las reacciones más comunes de los chicos y cómo actuar. Los progenitores que se divorcian suelen sentir culpa y por lo general esa culpa los vuelve incompetentes para cumplir con las funciones normativas.

Por otro lado, cuando se trata de bebes o niños pequeños, hay familias que creen que por ser chiquitos no perciben lo que sucede pero no es asi ya que los hijos detectan que algo diferente a lo habitual está pasando.

Cuando la separación es un hecho y no hay vuelta atrás, tomar los recaudos necesarios para disminuir el impacto de la ruptura marital en los hijos debe ser prioridad para los padres. Hay dos cosas que en estas circunstancias deben saber: la primera es, nadie mejor que ellos para ayudar a sus hijos a transitar la crisis y la segunda, que para ayudar a sus hijos deben estar bien informados. El efecto reparador que produce en los niños, especialmente en los más pequeños, el mensaje dicho por ambos padres: "aunque ya no vivamos todos juntos, los dos te vamos a seguir queriendo mucho toda la vida y te vamos a seguir cuidando juntos", no puede ser superado.

Investigadores de distintas especialidades han estudiado los efectos del divorcio en los niños y adolescentes, pero no hay conclusiones unánimes. Un estudio publicado por UNICEF señala que las consecuencias pueden ir de moderadas a graves, de transitorias a permanentes y que dependen: 1) del grado del conflicto previo, especialmente que se involucre o no a los hijos, 2) del ejercicio o no de la coparentalidad (crianza conjunta de los hijos) y 3) de los efectos del deterioro económico y del estilo de vida que por lo general trae aparejado.

El divorcio se ha instituido para los cónyuges, no para los padres, no existen "ex hijos" ni "ex padres". Las parejas no se divorcian de sus hijos, ni entre sí como padres, o... al menos, no deberían hacerlo.

Las reacciones y sentimientos de los niños dependen de diferentes factores: edad, explicaciones recibidas, continuidad de la relación con ambos padres, acuerdos o desacuerdos entre los padres, grado de hostilidad entre los mismos, intervención de otros adultos o sistemas, etc.

 

Entre los 3 y 5 años


Es común que los niños pequeños esperen la reconciliación durante varios años. También creen ser responsables por el divorcio y, como si hubieran hecho algo malo, se preguntan si el papá (o la mamá) se fue porque ellos hicieron algo que no debían.

Pueden desarrollar:

  • conductas regresivas como orinarse en la cama, succionar el pulgar, hablar como bebé o portarse mal
  • miedo ante el derrumbe de la estructura familiar
  • miedo a no ver más al adulto de la pareja que se va de la casa o a que el otro lo abandone
  • miedo a que los padres dejen de quererlo. Miedo al rechazo.
  • enojo, que manifiestan golpeando o rompiendo sus juguetes
  • tristeza, depresión, baja autoestima
  • se sienten responsables del divorcio: autoacusaciones
  • preocupación
  • usan la fantasía para negar lo que está sucediendo e imaginan que "sus padres se volverán a unir".

En esta etapa, los padres los ayudan cuando:

  • les aseguran una y otra vez que los quieren y los querrán siempre. Hay que repetírselos y demostrarlo tanta veces como sea necesario,
  • les aseguran que verán regularmente al adulto que ya no convive (si efectivamente va a ser así),
  • les aseguran que no son responsables del divorcio,
  • les dicen que ellos también lamentan el divorcio y no haber podido resolver las cosas de otra manera,
  • los escuchan, permitiéndoles expresar su tristeza y su enojo,
  • les brindan apoyo y compresión,
  • no hablan mal del otro padre en su presencia. Los niños reciben cómo dirigida hacia su propia persona cualquier apreciación negativa o injuriosa que recaiga sobre un progenitor,
  • no los usan como mensajeros, espías o rehenes,
  • no les piden información acerca de que cosas tienen o hacen en la otra casa,
  • no los involucran en las peleas,
  • discriminan su rol de padres de su rol de ex cónyuges,
  • les explican los arreglos de vivienda, visitas y otros cambios que sucederán.

 

De 6 a 8 años


No relacionan en un principio la conducta de sus padres con la disolución de la familia. Sienten miedo, angustia y desconcierto; están confundidos tratando de comprender quienes son y adónde pertenecen. Cuando los padres se separan, los niños se sienten solos, impotentes, profundamente tristes, pero también con rabia y enojo.

El aspecto menos diagnosticado del divorcio es la depresión en los niños. A menudo están tristes, distantes y esquivos aunque les vaya bien en la escuela. Los síntomas incluyen mal humor, enojo y peleas. Habitualmente estos síntomas no son considerados una evidencia de depresión pero generalmente los son. Los chicos cuando se deprimen se vuelven irritables, contestan mal, no escuchan y hasta sobresaltan con exabruptos. Cuando la depresión no se detecta y orienta, estas conductas empeoran dejando perplejos y sin saber que hacer a padres y maestros.

A esta edad los niños:

  • idealizan al adulto ausente y agreden a aquél con el cual conviven,
  • sienten que sus padres son egoístas por no haber conservado la familia,
  • sienten que sus padres los han traicionado,
  • el miedo puede derivar en problemas de conducta,
  • están preocupados por el adulto que se va, no importa cómo haya sido su relación con él/ella,
  • otras veces sienten que el que se va de la casa los abandona deliberadamente,
  • sienten que no los quieren,
  • no pueden usar la fantasía para negar -como hacen los más chiquitos- pero no son lo suficientemente maduros como para entender el proceso de duelo,
  • anhelan volver a unir a sus padres,
  • se distraen con facilidad, dificultades para concentrarse en el juego y en las tareas escolares,
  • pueden convertirse en "cuidadores" de un padre (generalmente al que ven más sólo o más débil) o asumir un rol parental en el hogar,
  • llanto fácil, pesadillas, dolor de panza o de cabeza,
  • otras veces, dicen que "todo está bien", niegan la tristeza y la incomodidad o inventan historias sobre el padre/ madre ausente,
  • pueden tornarse demandantes para compensar lo que les falta,
  • en los "divorcios destructivos" el miedo deriva en el desarrollo patrones de comportamiento perjudiciales a largo plazo: mentira, robo o agresión,
  • otras veces, tienen conductas manipuladoras y aprovechan las fisuras entre los adultos para satisfacer sus caprichos,
  • hay niños que ven a sus padres violar las normas que ellos mismos les enseñaron y les da vergüenza cuando los escuchan pelear,
  • otros, cuando la tensión familiar crece, desarrollan síntomas físicos (vómitos, dolor de cabeza, de panza) para desviar la atención y la centren en el niño.

En esta etapa, los padres los ayudan cuando:

  • cumplen con lo especificado en el ítem anterior,
  • les explican el divorcio en términos que pueden entenderlos,
  • tratan de que entiendan, que así como no son responsables del divorcio, tampoco lo son de la reconciliación,
  • no los aceptan como "un jefe" en la casa, "cuidadores" o "aliados",
  • aceptan sus sentimientos de enojo o de tristeza como naturales,
  • no los involucran en pelea conyugal,
  • los padres deben tratar de conservar estables tantos aspectos de la vida de sus hijos como sea posible.

Otro aspecto sumamente importante a tener en cuenta para el desarrollo saludable de los hijos es que los padres deben mantener entre sí un diálogo regular que les permita compartir los progresos psicoevolutivos de los chicos y tomar conjuntamente las decisiones importantes. Cuando el nivel de hostilidad entre ellos no lo permite, es necesario buscar ayuda profesional para restaurar o construir el ejercicio conjunto de la parentalidad.

*Dora Davison. Presidente de la Fundación Familias Siglo XXI. Coordina el curso para padres en proceso de divorcio, " Acuerdos duraderos". Autora del libro: Familias Ensambladas. Mitos y realidades delos tuyos los míos y los nuestros. Vergara Ediciones y de numerosos trabajos sobre estos temas.

 

[1]Nuevas formas de familia. Perspectivas Nacionales e internacionales. UNICEF y UDELAR. Uruguay. Nov. 2003

Psicología del niño y la familia