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Los hermanos y el uso de la tecnología: ¿por qué él puede y yo no?

El uso de la tecnología no es el mismo en todas las edades y manejar los permisos puede ser difícil cuando los hermanos reclaman. ¿Qué tener en cuenta?

Una pregunta frecuente que escuchamos los padres cuando tenemos más de un hijo es “¿Por qué él puede y yo no?”, y el acceso a la tecnología, así como la compra de dispositivos, no se quedan afuera de este reclamo.

Para enfrentar preguntas como “¿Por qué el tiene celular nuevo y yo no?, “¿Por qué puede conectarse a Internet si a mi no me dejan?” “¿Por qué yo no puedo tener Facebook y él sí?”, los padres debemos tener claro que las diferencias entre los hermanos existen y existirán siempre, por eso, con el uso de las tecnologías habría que manejarse como en otras áreas de la crianza: ¿Le permitimos a nuestro hijo de 8 salir solo como su hermano adolescente? ¿Dejamos que nuestro hijo de 5 cruce la calle solo como nuestro hijo de 13? Con la tecnología sucede lo mismo: los permisos dependen de las posibilidades y limitaciones de nuestros hijos, acordes a la edad de cada uno.

En la medida en que estemos seguros de lo que hacemos y creemos, podremos transmitirlo con tranquilidad y calma a los hijos. Lo más importante es poder explicar los criterios y valores con que se maneja una familia, y estos no suelen estar aislados, en general suelen tener una lógica interna que responde a los valores y postura ante la vida de los padres.

En cuanto a los celos entre hermanos, en la medida que podamos explicar y contener, los hijos podrán cuestionar y pedir, y nosotros podremos, a su vez, responder.
 
Los hermanos menores suelen recibir juguetes o ropa heredada de hermanos mayores, primos o hasta de amigos y vecinos... pero no solo se visten con ropa usada, también se les compra ropa nueva. Siguiendo ese criterio, y dependiendo de las posibilidades económicas de la familia -que marcan un límite más allá del deseo-, un hermano menor puede recibir un teléfono heredado de su hermano mayor que ya no usa porque accedió a uno mejor y disfrutarlo igual, porque de no ser así no lo tendría (hay casos en los que heredarlo les permite tenerlo antes del tiempo en que se lo hubieran comprado).

Todo depende del modo en se vean las cosas: si uno se queda en que solo tiene lo usado no valora que tiene algo cuando podría no tenerlo. Y si se mira completa la situación familiar, es posible que ese hermano reciba un aparato ya en uso pero por otro lado tenga un jueguito o juguete nuevo.

Es importante conversar con los chicos para que aprendan a tener esta mirada más positiva y, también, no limitar la adquisición de aparatos tecnológicos independientemente del resto de adquisiciones en la familia: hoy día, en  la era del consumo y de lo descartable, nada es eterno y las adquisiciones son temporarias y dinámicas.

Otra cosa a tener en cuenta en relación a la edad, es que darle un teléfono de última generación a un chico de 10 años –incluso cuando podemos pagarlo-, puede que no sea lo mejor: es probable que lo pierda, se lo olvide, o quede más expuesto a que se lo roben que un chico más grande y más consciente de los riesgos. A los 10 años los chicos no están preparados para hacerse cargo de algo tan costoso, entonces, retarlo porque lo perdió o se le rompió es contradictorio, ya que el error no es del chico que lo perdió sino de los padres que se lo dieron.

Tener en claro que tomamos estas decisiones para cuidar a nuestros hijos, y no para castigarlos, y poner punto final a los reclamos después de haber dado una buena explicación es clave: el hijo debe aceptar la decisión simplemente porque mamá y papá creen que eso es lo mejor. No siempre las explicaciones dejan satisfechos a los hijos, de todas maneras, no siempre tienen que hacerlo.

Puede suceder que en la escuela los hijos vean que otras familias toman otras decisiones y reclamen al respecto. En ese caso, hay que conversar acerca de que cada familia tiene sus propios valores, códigos, etc.

Las diferencias van a existir siempre y lo fundamental es que los padres sostengamos nuestras decisiones y que también, en algunas oportunidades, podamos negociar, escuchar los argumentos de nuestros hijos y cambiar de criterio si consideramos que es lo que corresponde. Eso es una gran enseñanza para los chicos, que verán en sus padres virtudes como la flexibilidad y la capacidad de adaptación, cosas que también tendrán que aplicar ellos en su vida.

 

Claves para tener en cuenta

  • Es bueno transmitirles a los niños el mensaje de que uno no “es” en función de sus pertenencias, así el “tener” no se convierte en el centro de atención ni es lo que le da sentido a la vida.
  • Siempre es positivo explicarles que lo material no representa el cariño que se tiene por ellos. 
  • A la hora de mantenerse firmes en las decisiones tomadas, hay que saber que los chicos suelen cuestionar los límites y desafiar a los padres, entonces hay que explicar que no todo se puede siempre, que un “no” hoy no quiere decir nunca, que ya llegará el tiempo para cada cosa. 
  • Es importante que los padres registren las necesidades de cada edad, acepten las diferencias y reconozcan las posibilidades y limitaciones de cada uno de sus hijos para ser los más “justos” posible.


Asesoró: Lic. Gisela Holc, del equipo de Hémera,
Centro de estudios del estrés y la ansiedad

 

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