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Mi hijo no habla, ¿es un haragán?

Suele creerse que los niños que no hablan son vagos y los que hablan mucho son inteligentes, ¿podemos decir que esto es siempre cierto?...

Es una teoría popular que los niños que no hablan son vagos o haraganes y los que hablan mucho son inteligentes. Ahora bien ¿podemos decir que esto es siempre cierto? No, no lo es.

Los niños que hablan mucho, son inteligentes en el área del lenguaje, y habría que conocerlos para ver cómo se desenvuelven en algunas áreas como el juego, el espacio, la sociedad, la independencia, entre otras.

Los niños que no hablan, no lo hacen porque no pueden, o porque no quieren. Esa es la perspectiva desde la cual comenzaremos a conocer a esa personita, que con pocas palabras o con ninguna está inmerso en un medio hablante que demanda de ellos más de lo que pueden dar.

Entre un niño que no habla y uno que habla mucho hay una extensa gama de posibilidades, ahí ubicamos a casi todos los niños. Lo importante es cómo y cuánto se comunica.

Muchas veces se dice que el niño "no habla", y en realidad, cuenta con un caudal muy escaso de palabras.

El medio familiar, principal estimulador, y a la vez "evaluador" de las capacidades del niño, puede ser muy laxo o muy exigente con él. Así hay algunos que son muy presionados, y otros que a los 3 años acuden con un léxico de 10 palabras (correspondiente a 15 meses de edad aproximadamente).

Si partimos de la base de que el niño es un haragán, no valoraremos otros intentos comunicativos válidos, como gestos, miradas, sonidos, y aún más descuidaremos otras áreas que sustentan al lenguaje y que son sus pilares, en las cuales podría estar la clave de la dificultad del lenguaje.

¿Cuándo es necesario hacer una consulta si mi hijo aún no habla?
Cuando surge una duda sobre el lenguaje del niño, el problema ya está instalado, porque la preocupación de los padres incide en su evolución ya que pierden espontaneidad en la estimulación, por el desconcierto, por los múltiples consejos y miradas del entorno, y por la falta de respuesta del niño. Una consulta no siempre implica un tratamiento, la evaluación puede dar lugar a pautas a los padres que agilizarían el desenvolvimiento del niño.


¿En qué consisten esas pautas que los padres podrían recibir?
Una orientación adecuada tendrá como principal objetivo rescatar actitudes espontáneas de los padres, reforzándolas, y descartar aquellas que no son favorecedoras para el desarrollo del lenguaje.

Veamos un ejemplo: suponemos que un niño de 20 meses no tiene ninguna palabra, se maneja con sonidos, algunas expresiones como "Ay!" "Uh!". Es capaz de señalar cuando quiere algo. Imita a sus padres en las actividades del hogar, como mecer un muñeco, o trata de peinarse mirándose al espejo. Con estos pocos datos podemos decir que es un niño comunicativo, que cuenta con capacidades correspondientes a su edad en áreas como autonomía y comunicación. La expresión verbal no se está desarrollando acorde a lo esperado. Una pauta adecuada sería que siempre se valoren los intentos comunicativos, que no se ignoren sus esfuerzos por expresar un deseo o necesidad.

Esto es fundamental. Muchas veces creemos que con hacernos los desentendidos estamos propiciando la expresión verbal, sin embargo, el primer paso para ésta es la motivación, y si el niño no tiene con quién hablar o esto requiere demasiado esfuerzo perderá las ganas de hacerlo.

Como conclusión podemos decir que para tener un parámetro la primera palabra surge entre los 10 y los 18 meses. Luego de este surgimiento acontece una "explosión denominativa", cuando el niño adquiere palabras nuevas cada día, y asimila con mucha facilidad todo aquello que es de su interés y lo motiva. Mas allá de la cantidad de palabras, es importante la calidad comunicativa, sobre la cual construirá su lenguaje.

La clave está entonces en valorar cada intento comunicativo, escuchándolo con atención, dándole un modelo adecuado con un lenguaje claro y adulto (sin utilizar palabras mal pronunciadas o lenguaje de bebé como "guau guau no tá, hace nono"), y lo principal: confiar en la intuición ya que todas las pautas que se le dan a los padres están tomadas de la estimulación natural.

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