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¡A mi hijo no lo aguanto más!

Una nota sobre la desesperación que puede generar un hijo que no hace nunca lo que esperamos que haga, que a todo se rebela, que nada lo hace con fluidez y calma. Para madres y padres desesperados...y llenos de la culpa que genera solo el deseo de que se calle, o que se vaya al jardín, o que se duerma YA!!!!

Etapas de rebeldía “normal”

 

Hay varios momentos en la infancia donde es esperable que el bebé o el hijo pequeño esté más sensible o irritable que de costumbre...Pero, ¿cuáles son? ¿Los padres los conocen? Pueden ser desde el nacimiento, un bebé recién nacido está en plena adaptación a su mundo y a sus padres, y sus padres a él.

Todo es desconocido, es lógico que llore, se queje, duerma cortado, pida upa más de lo que muchos brazos pueden tolerar. Es una etapa que solo puede pasarse implementando paciencia y amor. No es “portarse mal”.

Luego los ataques de angustia del octavo o noveno mes... todos están incorporando de a poco que la mamá se va pero vuelve.

Llora con desconocidos, su miedo es inconmensurable a ser abandonado, no olvidemos que instintivamente sabe que si lo dejan... no podrá sobrevivir... y eso lo desespera.

Luego los berrinches de los dos a tres años, cuando debe fortalecer o mejor dicho instaurar un yo, autosuficiente, donde llora grita y patalea para hacer las cosas solo... y grita “yo puedo” o “yo quiero”. Es una “adolescencia” en mitad de la infancia y debe ser sobrellevada con la certeza de que pasará, y la firmeza adecuadas, sin tomar esas acciones como en contra de uno como padre o autoridad.

No lo hace para lastimarnos, ni porque no nos quiere, lo hace porque debe hacerlo. Y así podríamos seguir mucho más.

Informarse a fondo de las etapas y sus características del desarrollo normal de un niño, es fundamental. No es lo mismo saber que no saber, estar al tanto ayuda a entender.

 

¿Qué debemos hacer?

 

Ser firme y claro, tener una presencia real, de tiempo y calidad en forma consistente, o sea, tener el cuerpo y la cabeza en casa cuando estamos con el hijo. Genera muchos cambios ser honesto y aceptar que, a veces, se está con ellos pero nuestra alma está lejos. Ellos lo advierten y muchas de sus rebeldías apuntan a que los papás “vuelvan” de donde están.

Estar donde uno está es uno de los mayores desafíos.

Si voy a bañarlo no me quedo con el celular al lado de la bañera. Si le doy la teta, no me pongo a mirar la tele. Si lo busco en el jardín no me quedo hablando con todas las madres, y a él ni le pregunto si está bien... Si lo saco a pasear no me distraigo con vidrieras, o un libro, o el bendito chat. Si llego a casa no me encierro en el Face.

La autoridad se gana con presencia concreta. Con ejemplo, con palabras rellenas de contenido. Si leo un cuento no es para que se duerma, es para que incorpore nuevas historia con mi voz, para que deguste el buen uso de las palabras.

¡Hablemos con ellos!

Muchos padres no hablan con sus hijos. Todos hablan de sus hijos.

Hablar con los hijos es una práctica que debería inaugurarse desde la panza. No creer como dicen muchos "para qué le vamos a hablar si no entiende!". Un niño entiende más allá de las palabras. Tiene una sensibilidad que le permite captar sutilezas, gestos, hasta un rubor o un cambio de gesto.

Hay que utilizar esos recursos para decir lo que sea. Crear momentos de confesiones donde les digamos qué nos gusta de él, qué nos molesta, qué nos haría bien que mejorara. Hablar de nosotros, de lo que sentimos, de lo que soñamos, de cómo éramos cuando éramos como él.

 

Sin miedo

 

Tener miedo a los hijos es la piedra fundamental de muchas desgracias que pueden venir. Hay que estar confiados fundamentalmente en nuestro amor por ellos, en nuestros buenos deseos e intenciones, así todo va a ser mejor.

Si estamos allí sin miedo, sin culpa, con deseos verdaderos de dar lo mejor de nosotros, si no estamos parados en la vereda del egoísmo, de querer que el hijo sea bueno porque es nuestro, si deseamos lo mejor para él, porque lo respetamos como ser humano, todo tomará un camino de mucha alegría y las desobediencias cesarán.

Bebés Crianza, familia y educación