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Morder y pegar en el jardín de infantes

Es bastante frecuente que, después de una jornada de jardín , especialmente en la sala de los más chiquitos, alguno de los chicos salga con un mordiscón o un golpe.

Es bastante frecuente que, después de una jornada de jardín, alguno de los chicos salga con un mordiscón o un golpe fruto de un encuentro complicado con un compañero. Esto sucede fundamentalmente en las salas de los más chiquitos –especialmente sala de 2 y sala de 3- y no se ve tanto en las salitas de 4 y 5 años.

Lo que sucede con los más pequeños es que el nivel de desarrollo del lenguaje todavía no les permite expresar sus emociones por medio del mismo y por eso algunos chicos manifiestan su enojo o disgusto pegando o mordiendo a otro. Ahora, cuando son más grandecitos, por ejemplo en las salas de 4 y 5 años, un chico que recurre muy frecuentemente a la violencia para solucionar sus conflictos ya debería ser un llamado de atención para sus padres y maestros, porque indudablemente necesita ayuda.

Como padres, saber que nuestro hijo es el que pega en la sala resulta una situación muy incómoda frente a los demás padres y, además, genera dudas acerca de “qué es lo que se hizo mal”. Muchas veces los padres del nene que pega sienten que se los juzga negativamente, que se cuestiona la educación que le están dando al niño y pueden sentir culpa en relación a los chiquitos que fueron mordidos o golpeados por su hijo.

En el caso de que esto suceda habitualmente, es importante que los padres puedan hacer una consulta con un profesional –sin llevar al niño-, para que les dé herramientas de manejo y para que pueda contenerlos si se sienten angustiados o superados por la situación.

Las razones por las que un niño de entre 3 y 5 años pega o muerde pueden ser varias:

  • Dificultad para expresarse verbalmente
  • Búsqueda de atención
  • Muy baja tolerancia a la frustración (lo que hace que no soporte que las cosas no sean todo el tiempo como él quiere)
  • Imitación (si es educado a los golpes, va a aprender que así se obtienen las cosas)
  • Expresión de la angustia por alguna situación que se esté dando en el seno de la familia (separación de los padres, muerte de un abuelo, nacimiento de un hermano, etc.)

Más allá de la consulta con un profesional, que en algunos casos se impone, cuando las situaciones violentas se dan sólo en la escuela (o también en la escuela), es muy importante poder tener reuniones tanto con la maestra de la sala como con la directora y la psicopedagoga del jardín. Trabajar en equipo y poder tener una mirada más abarcativa del niño y sus actitudes permitirá buscar más y mejores estrategias para ayudarlo.

Si sólo sucede en casa, también se puede pedir una reunión con alguno de los profesionales del jardín para recibir orientación y, de ser necesario, buscar un profesional externo. La actitud de los padres, en el momento del golpe, debe ser de mucha firmeza señalando que no se pega, que no se muerde y que hay otras formas de pedir o expresar lo que se desea. La enseñanza de la paciencia, los tiempos de espera, la tolerancia, la generosidad y el valor de compartir debe estar presente en todo momento.

Si bien es importante poner límites claros, que los chicos noten que no está bien y que sus padres no van a permitir que él pegue, de ninguna manera hay que decirle que es “malo”. Lo negativo es la acción, no el niño: lo que hizo está mal, no es que él sea malo. Por otro lado, hay que tener en cuenta que los chicos que necesitan recurrir al golpe para resolver sus conflictos no lo disfrutan sino que, por el contrario, están mostrando con su actitud que hay algo que no está funcionando y que están pidiendo ayuda.

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