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¡No tengo tiempo para nada!: las madres y el uso del tiempo

Ya antes de ser madres la vorágine diaria nos hacía sentir que necesitábamos un día de 48 horas para poder con todo. Y ahora con hijos, ¿qué será de nosotras?

Si en la vida diaria uno siente que las horas del día no alcanzan para todo lo que se propone, con la maternidad este dilema crece y el tiempo se convierte en un bien tan preciado, como acotado y escaso.

Y aunque termine siendo contraproducente, lo primero que relega una madre son sus intereses personales, esas actividades que la gratifican más allá de la maternidad y de las obligaciones, y también el tiempo con su pareja.

Sucede que la distribución de las horas del día responde a un delicado equilibrio en donde entran en juego diversos factores que demandan una gran dedicación de tiempo: los hijos, la pareja, el trabajo, el hogar; todas cosas importantes y demandantes para las mujeres.

 

Madres sin tiempo para ellas mismas


Cuando Planeta Mamá, de la mano de la consultora Wonder Panel, realizó una encuesta sobre este tema a más de 5000 madres de su comunidad, las respuestas con respecto a la distribución del tiempo durante el día mostraron que los intereses personales más allá de la maternidad, la pareja, el trabajo y el cuidado de la casa, quedan relegados a un último lugar:

  Horas Promedio
Hijos 41%
Trabajo 24%
Pareja 14%
Cuidado de la casa 14%
Otros intereses personales 7%

Fuente: Encuesta de la consultora Wonder Panel junto con Plantea Mamá (5100 casos)

 

Al preguntar “¿Para cuál de los siguientes ítems sentís que te falta tiempo?” Las madres respondieron:


 

Otros intereses personales  73%
Pareja 61%
Cuidados de la casa 28%
Hijos 27%
Trabajo 11%
Ninguno 6%

Fuente: Encuesta de la consultora Wonder Panel junto con Plantea Mamá (5100 casos)
       

Y ante la pregunta “Si el día tuviera 2 horas adicionales, ¿a qué las dedicarías?” Las respuestas fueron:

Otros intereses personales 36%
Hijos 30%
Pareja 28%
Cuidados de la casa 3%
Trabajo 3%

Fuente: Encuesta de la consultora Wonder Panel junto con Plantea Mamá (5100 casos)

 

Es decir que aunque las madres le dedican una mayor cantidad de horas promedio a sus hijos y desearían tener más tiempo para sus intereses personales o su pareja, cargan con la sensación de que en realidad deberían dedicarles aún más tiempo a los chicos. 

El problema es que al exigirse tanto, tratando de destinar todas las energías a los hijos, pero sintiendo culpa a la vez porque no pueden dedicarles más tiempo, o porque no pueden estar más con su pareja, o haciendo esas cosas gratificantes que tanto disfrutan, lo más probable es que cuando llegue el fin de semana se sientan tan desbordadas que terminen en cama.

Para evitar que esto suceda, hay que tratar de despojarse de la culpa, porque no hace más que agregar peso, e intentar organizarse. Que las tareas del hogar o el cuidado de los hijos no sean solo territorio femenino; pedirle a una hermana, amiga, abuela, tía que una vez cada tanto se quede con los chicos para poder salir en pareja o quedarse solos en casa; programar la comida de la semana y organizarla de manera que el lunes no se convierta en ese fantasma al que nadie quiere enfrentarse; dejar unas horas a los chicos en la casa de algún amiguito e irse a dar una vuelta al sol, mirar una linda película o simplemente sentarse en un banco de una plaza a descansar la mente. En fin, todas maneras de renovar la energía para no llegar a ese límite tan temido.

Saber pedir ayuda a tiempo también es clave. No intentar ser la “mujer maravilla” que todo lo puede, todo lo hace y debe hacerlo todo bien, porque es imposible lograrlo sin desmoronarse, o sin sentir culpa todo el tiempo por no poder hacer las cosas a la perfección o como una se las imaginaba.

Y si los hijos son muy chiquitos, recordar siempre que es solo una etapa. Que, es cierto, son muy demandantes, es casi imposible dormir bien, comer bien, hacer las cosas de las casa, pero no va a ser siempre así. En estos casos también pedir ayuda es indispensable, y poder apoyarse en la pareja dándole lugar para que aprenda a bañarlo, cambiarle los pañales, a dormirlo sin hacerle sentir que lo está haciendo mal o que solo es la mamá la que sabe y puede hacerlo, es fundamental.



Asesoró: Lic. Claudia Yellati, psicóloga

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