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¿Qué son los fibromas o miomas?

Una de cada cuatro mujeres en edad reproductiva tienen fibromas. Si bien hay muchas de ellas que no tienen síntomas, hay otras que sufren molestias leves o fuertes debido a estas formaciones benignas que se alojan en el útero.

Los fibromas uterinos son formaciones benignas (no cancerosos) que se desarrollan dentro de la pared del útero o matriz y que son muy comunes en las mujeres en edad fértil. También llamados leiomioma o mioma uterino, estos fibromas formados por tejido muscular parecido al de la pared del útero pueden aparecer de a uno o en racimos o grupos y su tamaño es muy variable: pueden ser tan chiquitos como una arveja o más grandes que un pomelo.

Aunque se los llama tumores, no es para preocuparse, porque los fibromas rara vez se convierten en cáncer (en menos del 0,1 por ciento de los casos) y tenerlos no aumenta las probabilidades de que una mujer tenga cáncer de útero.

La localización de los fibromas es variada: pueden encontrarse apenas dentro del útero (submucosos), en la pared del útero (intramurales) o entre la pared muscular y la capa que recubre al útero llamada serosa (subserosos). Y sus causas, aunque no se saben con certeza, suelen estar vinculadas a factores hormonales, genéticos, ambientales o a una combinación de los tres.

 

Síntomas de los fibromas


Si bien la mayoría de los fibromas suelen ser asintomáticos, hay ciertos síntomas que se presentan en algunas mujeres y que dan la pauta de que pueden deberse a un mioma:

  • Sangrado abundante durante la menstruación
  • Períodos menstruales dolorosos
  • Sangrado entre períodos menstruales
  • Ganas de orinar más frecuentes de lo normal
  • Dolor durante el coito
  • Dolor de espalda
  • Problemas reproductivos como infertilidad o más de un aborto espontáneo
  • Partos pretérmino o prematuros


Fibromas y embarazo


Debido a la carga hormonal, los fibromas pueden crecer, en algunos casos, durante el embarazo, y a veces producir abortos espontáneos, partos prematuros o la necesidad de practicar una cesárea porque el mioma impide que el feto se coloque de cabeza hacia el final del embarazo. En casos más raros pueden bloquear la salida del útero impidiendo que el bebé pueda salir por el canal de parto, caso en el que también se practica una cesárea.

Los fibromas de crecimiento submucoso son los que pueden tener efectos más perjudiciales para el desarrollo del embarazo. Pueden impedir que el óvulo fecundado se implante correctamente o, si se implanta con éxito, impedir su desarrollo. Esto lleva a que se produzcan pérdidas espontáneas o interrupción del embarazo durante el primer trimestre de gestación.

Los fibromas diagnosticados durante el embarazo, que conviven con él, se van controlando a través de las ecografías para ver si crecen y para adelantarse a posibles complicaciones durante el parto. Estos miomas no son extirpados durante el parto o la cesárea porque pueden producir hemorragias importantes, sino que se esperan varios meses para sacarlos, aprovechando que suelen achicarse bastante después del nacimiento.

Diagnóstico y tratamiento


Los fibromas pueden detectarse a través de un examen pélvico normal como una ecografía vaginal, (transvaginal de elección) que suele ser muy precisa para diagnosticarlos. Esta permite evaluar correctamente su tamaño, ubicación, si está comprometido o no el endometrio y su estado. Muchas veces estos miomas al ser de grandes tamaños sufren lo que se llama una necrobiosis (parte de su interior se desintegra) y esto es una de las causas de los fuertes dolores.

Además de los exámenes de imágenes, en algunos casos se puede necesitar un procedimiento quirúrgico para saber con certeza la presencia de fibromas. En esos casos el médico puede indicar:

  • Laparoscopia: es una cirugía con anestesia total que permite el diagnóstico y su eventual tratamiento. En esta intervención el médico hace tres incisiones  en el abdomen e introduce un pequeño tubo con luz y dos pinzas para ver y extirpar los fibromas. Es muy útil para extirpar los miomas intramurales y los subserosos.
  • Histeroscopía: es una cirugía en la que se introduce un tubo con una cámara a través de la vagina y directamente dentro del útero para ver los fibromas. Esta técnica permite extirpar los miomas submucosos y también otro tipo de patologías como las adherencias y los pólipos.


Más allá del tipo de fibroma, su tratamiento va a depender también de otros factores: si se tienen síntomas o no, si se quiere ser madre postratamiento, el tamaño de los fibromas, su ubicación y la edad de la mujer.

Si no hay síntomas y los miomas son descubiertos como un hallazgo en un estudio de rutina o por otra razón, solo se controlan con ecografías anuales para evaluar su crecimiento. 

Si en cambio producen dolores, sangrados o ciclos muy prolongados o su tamaño hace que el útero sea más grande, el médico puede recetar medicamentos, anticonceptivos hormonales o una embolización uterina (es un tratamiento que corta el suministro de sangre a los fibromas para que estos disminuyan de tamaño, y que se hace según la edad y proyecto reproductivo de la mujer).

Otra de las opciones en caso de que se trate de fibromas con síntomas más graves, es la cirugía, que puede ser una miomectomía (una cirugía para extirpar fibromas sin quitar el tejido sano del útero), una ablación endometrial (se destruye el recubrimiento endometrial del útero) o una histerectomía, que se realiza para extirpar el útero.

Tanto la embolización como la ablación y la histerectomía, se tienen en cuenta como opciones cuando la mujer no quiere tener hijos, porque después de estos tratamientos o cirugías, puede disminuir la fertilidad o directamente desaparecer la posibilidad de tener hijos, como en el caso de la histerectomía.

Si una está en edad reproductiva o con deseos de tener hijos y decide con su médico hacerse una cirugía para extirpar miomas, lo mejor es que esta intervención sea realizada por especialistas reproductólogos cirujanos, porque ellos cuidarán el útero con una visión desde la fertilidad.


Asesoró: Dra. Martina Carro, gineco- obstetra

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