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Selfies y autoestima: ¿cuándo preocuparse?

¿Qué hay detrás de las “selfies” o autofotos que se publican en las redes sociales? ¿Cómo pueden afectar a nuestros hijos?

Es muy común que el muro de Facebook u otra red social de un adolescente esté repleto de "selfies" o autofotos y poses de moda como las llamadas “cara de pato” (duck face). Frente a tanta exposición, muchos padres se preguntan si es nocivo el hecho de que los chicos estén demasiado atentos a la cantidad de "likes" (signos de aprobación o “Me gusta”) que reciben por sus fotos o videos, o a los halagos cibernéticos, y que padezcan la falta de respuesta o comentarios negativos.

En principio, hay que saber que experimentar con la imagen personal y con la construcción de identidad es parte normal del desarrollo infantil y adolescente. Es decir que, a través de estos autorretratos, los chicos construyen  su mundo, se reconocen, mientras se relacionan con sus amigos, en conversaciones activas donde las fotos cuentan historias y transmiten estados de ánimo y emociones. Y esto es saludable, siempre y cuando no se ponga en juego su seguridad con imágenes que deben permanecer en la intimidad (algo a lo que los padres deben estar muy atentos).

Sin embargo, la alarma parental debe activarse cuando las "selfies" dejan de tener como objetivo la diversión y el autoconocimiento, para poner en primer plano la necesidad de recibir comentarios o aprobación externa. Es aquí cuando los padres deben intervenir para que los chicos cuenten con otras fuentes de autoestima y confianza en sí mismos, a través de las cuales sepan valorar otros aspectos propios más allá de la imagen y su presencia o éxito en el mundo virtual.

Se trata de que los chicos sepan y confíen en que el "quién soy" no se define por el número de likes o de seguidores que tienen en su perfil. Separar la imagen virtual del "quién soy real" les permitirá valorar e integrar todos los aspectos que hacen que cada uno tenga un lugar especial en el mundo. Porque puede suceder que en el intento de demostrarles a los demás una imagen socialmente aceptada, queden relegados aspectos más importantes y que también merecen ser resaltados, como la inteligencia, la bondad , etc.

 

Una clave: la autoestima


Una  autoestima fuerte implica una visión saludable de uno mismo, una visión realista que encierra tanto las fortalezas como las debilidades. Por ende, un niño que tiene una autoestima positiva se evalúa a sí mismo también de forma positiva, y se siente bien con sus puntos fuertes, así como también posee la confianza en sí mismo para mejorar sus  áreas débiles, y puede perdonarse cuando no logra sus objetivos, ya que no depende del pulgar hacia arriba de otros para ser feliz.

Cuando un chico tiene una autoestima saludable se mira al espejo, mira su foto y disfruta de lo que ve. Se siente cómodo con quién y cómo es. Se considera a sí mismo una persona valiosa, que puede hacer lo que se propone y conseguir lo que busca.  En cambio, un chico con baja autoestima busca la aprobación constante de los demás y de sí mismo, y encuentra poco de qué sentirse orgulloso, lo que puede hacerlo más susceptible de angustiarse y retrotraerse ante comentarios negativos en las redes sociales o pocos “me gusta” en las fotos que publica allí.

Por eso, como padres hay que ser conscientes de la importancia de la construcción y el desarrollo de una autoestima alta en los chicos desde que nacen, donde el cariño, el respeto, el cuidado y los límites juegan un papel fundamental. 

 

Asesoró: Lic. Andrea Baldantoni, psicóloga especialista en niños,
adolescentes y familias. Hémera, Centro de estudios del estrés y la ansiedad

 

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