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Solos y solas el fin de semana

Las personas que no tienen pareja suelen pasarlo mejor durante la semana, cuando el tiempo está ocupado en actividades pautadas. En cambio, el fin de semana puede llevarlos a enfrentarse con un sentimiento de vacío difícil de superar.

Llega el viernes a la tardecita y el ritmo de actividades baja para dar paso al fin de semana, un momento que la mayoría utiliza para descansar, disfrutar en familia o en pareja y para salir a divertirse. Sin embargo, hay un grupo para el cual la llegada del fin de semana trae más tristeza que alegría: aquellos que, por una razón u otra, no tienen con quién compartir esos días.

La cuestión pasa por el horror al vacío, porque estar solo puede provocar angustia, ansiedad y hasta depresión.

Esto suele llevar a un estado de parálisis que deja a la persona inmersa en el sufrimiento, fantaseando que el resto del mundo está feliz, acompañado y divirtiéndose –cosa que no es exactamente así- y que su soledad no tiene solución.

Pero lo que más le cuesta a la gente que está sola es salir de esta inercia y accionar, hacer un llamado, comprometerse con una reserva en un grupo. Cuando se animan a los cambios, surgen posibilidades insospechadas. La idea es pasar un buen momento con personas con las que se tenga afinidad: divertirse, charlar, jugar, bailar y empezar a generar nuevos vínculos.

Así, existen varios grupos que proponen distinto tipos de encuentros, aunque siempre está la posibilidad de “armar el grupo propio”: si hay algunas amigas, vecinas o hasta amigas de amigas que se encuentran en la misma situación, sería interesante reunirlas para plantear juntas algunas opciones de salidas de modo que el fin de semana deje de ser un momento de angustia para transformarse en un espacio de disfrute.

Habrá que buscar los intereses en común, que pueden ser muchos y variados: anotarse en un club o gimnasio, proponerse ir al cine o al teatro, inscribirse en algún curso o taller, salir a caminar, a mirar vidrieras, a tomar el té u otras ideas que van a ir surgiendo con el tiempo, aunque al principio gane la vergüenza y parezca que “no hay nada para hacer".

Incluso la opción de participar en programas de voluntariado es muy interesante, porque siempre que se da se recibe algo a cambio: saber que hay alguien que nos espera con una sonrisa para compartir un rato da la posibilidad de ayudar y ayudarse.

Las ideas sobran, hay que juntar ganas y llevarlas a la práctica para que brote el entusiasmo.


Asesoró: Jorge Santoro, psicólogo y coordinador
de grupos de encuentro