Mal de Chagas: Los controles hasta el año de vida son indispensables

En muchos casos, a pesar de la recomendación del Ministerio de Salud de continuar con el seguimiento hasta el año de vida, se descarta la infección cuando el primer control da negativo.

Si bien se estima que en la Argentina cada año nacen 4000 bebés infectados congénitamente con el virus del mal de Chagas y que el 9 por ciento de las embarazadas están infectadas, sólo se diagnostican unos 300 casos.

Para determinar si el bebé se contagió o no congénitamente la enfermedad, es fundamental llevar a cabo un análisis adecuado hasta el año o año y medio de vida. La detección sumada a un tratamiento correcto, hace que la curación del mal de Chagas sea cien por ciento posible.
 
Como explica Rita Cardoni, investigadora del Conicet en el Departamento de Investigaciones del Fatala Chabén, no sólo es fundamental continuar con los controles hasta pasado el año de vida, sino que además deben llevarse a cabo por lo menos dos o tres pruebas para saber si el bebé está infectado congénitamente.

Si se determina que el bebé se contagió la enfermedad, hay que comenzar con un tratamiento que es muy sencillo y que además de ser gratuito, dura dos meses con muy buena tolerancia y mínimos efectos secundarios. Evita complicaciones futuras y problemas sobre todo de discriminación, ya que, como explica Cardoni, el parásito del Chagas está vinculado con la pobreza.

Si bien no está comprobado que haya transmisión a través de vinchucas (el insecto que transfiere el parásito que provoca la enfermedad) en la provincia de Buenos Aires, esta es justamente la zona con mayor cantidad de población migrante e inmigrante desde y hacia las áreas endémicas, incluidos países como Bolivia y Paraguay, y que puede estar transmitiéndole a sus bebés el virus del mal de Chagas, según apuntó Sonia Terragona, directora general de la Fundación Mundo Sano.

Con respecto al 9 por ciento de las embarazadas que están infectadas en el país, la investigadora Rita Cardoni, explica que por lo general son jóvenes crónicamente infectadas pero sin la enfermedad, que deben estar atentas a la posibilidad de transmitirles el parásito a sus hijos para que en el caso de que eso suceda, se inicie el tratamiento adecuado.

Fuente: Diario La Nación 30 de diciembre de 2009