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Las dos caras de las redes sociales

Facebook se ha convertido en una fuente generadora de nuevas relaciones y reencuentros varios. ¿Qué pasa cuando esta y otras redes sociales de características similares terminan siendo contraproducentes?; ¿Se puede vivir sin ellas en una era en la que están cada vez más instauradas?

En un comienzo existía My Space que hizo conocida y popular la utilización de la página personal. Lanzada en 2003, esta red social permitió compartir experiencias, fotos, videos, música, entre otras cosas, con el resto de los usuarios. Todo esto fue aplicado y popularizado por Facebook, cuyo “¿Qué estás pensando?” se ha convertido en la base del mundo Twitter , un blog que invita a expresarse y comunicar algo con una extensión límite de 140 caracteres y que ya cuenta con millones de usuarios que incluyen a reconocidas celebridades.

En el caso de Facebook, su alcance ha sido sorprendente. Esta red cuenta con 300 millones de perfiles, casi un 5 por ciento de la población mundial, la mitad se conecta a diario y el usuario medio tiene una lista de 130 amigos.

Según el psicólogo clínico Michael Fenichel esto se debe a que Facebook puede satisfacer necesidades muy variadas, demostrar que uno es popular con listas de contactos largas y permitir el reencuentro con amigos. Fenichel señala también que las relaciones a través de este tipo de redes pueden ser muy positivas y permitir por ejemplo que una persona que debe permanecer en su casa por razones de salud tenga la posibilidad de hacer amigos o conocidos que comparten el mismo tipo de problema, o que no se imaginan que él los padece, y esto puede llegar a ser muy liberador.

Si bien sus beneficios son evidentes, la utilización de redes sociales también provoca algunos inconvenientes, sobre todo en el trabajo donde la tentación de escapar virtualmente es muy alta. Una encuesta de la consultora Nucleus Research reveló que cuando una empresa no prohíbe el acceso a Facebook, pierde un 1,5 por ciento en productividad laboral de sus empleados. Razón suficiente para entender por qué varios empleadores han optado por impedir el ingreso a este tipo de aplicaciones.

No sólo el hecho de conectarse desde el trabajo cuando no está permitido es fuente de problemas, sino que además a esto se suma el peligro potencial que representa el material mostrado: Según un reciente estudio de un prestigioso sitio norteamericano de información laboral, un alto porcentaje de empleadores utiliza distintas redes  para comprobar si un candidato a un puesto de trabajo es el indicado o no.

Hay casos en los que el riesgo de ser despedido o de ver perjudicada la imagen por la participación en redes sociales, es muy alto. Una vez que se ingresa a Facebook o a otro tipo de aplicación de las mismas características, el límite entre lo público y lo privado se desdibuja. Sin embargo, es difícil darse de baja cuando se vislumbra un futuro “enredado”, donde no pertenecer a este tipo de estructuras puede llegar a convertirse en sinónimo de no ser.


Fuente: Diario La Nación, Miércoles 11 de noviembre de 2009