Visitar museos con los chicos

Coloridas pinturas, esculturas inmensas, obras que pueden resultarles raras y hasta divertidas para tratar de dibujarlas en casa, son parte de lo que pueden ver los chicos en un museo. No hay que olvidar que la mirada de un niño está ávida de imágenes nuevas, y que un paseo o una actividad artística puede ser igual o más entretenido que otras actividades para chicos.

De todas maneras, antes de armar alguna salida a un museo hay que recordar que los chicos se dispersan rápido y que no les divierte mucho estar frente a una obra más de unos segundos. Por eso, y si la actividad no cuenta con una visita guiada especialmente diseñada para ellos -que hoy en día la mayoría de los museos ofrecen-, hay que tratar de ponerle ritmo y, dependiendo de la edad, acercarlos a aquellas obras más coloridas, con texturas, animales o formas que puedan llamarles la atención. Preguntarles qué es lo que están viendo, qué les gusta y qué no, qué colores distinguen, si la obra les parece linda, fea, triste o alegre, si les hacer acordar a algo, etc.

Después de la visita, es posible seguir experimentando artísticamente en un atelier improvisado en casa, provisto de témperas, acuarelas, tizas, fibrones, papeles de colores, pinceles y hojas para dibujar, pintar y crear todo lo que se les ocurra, y de elementos como cola de pegar y papel maché para que inventen esculturas. A los más chiquitos, darles masa para modelar, papeles recortados para que armen un collage, o proponerles una recorrida por el barrio para buscar hojitas o flores caídas de los árboles y de las plantas, para que armen su propio paisaje.  


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