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La infidelidad en la pareja

Un fantasma del que se habla poco pero que abre un abanico de preguntas en la mente de cada uno de los integrantes de la pareja: ¿Por qué sucede? ¿Hay un culpable? ¿El infiel siempre es el hombre? ¿Qué hacer ante una sospecha?

Descubrir una infidelidad es como sentir un mazazo en la cabeza, en el amor propio, en la confianza, y la sensación de que “algo se rompió” entre los dos inunda la pareja. ¿Por qué es la infidelidad una de las primeras razones de separación?

Groucho Marx dice que la principal causa de la infidelidad es el matrimonio, y más allá de cuánto se acuerde con su idea, la verdad es que la infidelidad puede estar presente en cualquier pareja estable donde se transgreda la exclusividad sexual hacia el otro, haya libreta de matrimonio o sólo título de “noviazgo”.

La infidelidad en la pareja es el producto de un acuerdo que no está explicitado, porque siempre que hay un tercero es porque dos acordaron  que esto sea así y esto sucede porque hay algo en la pareja que está siendo disfuncional.

Y aunque existe la fantasía de que las culpables son “las otras”, los especialistas sostienen que cuando hay un hombre infiel que mete a otra mujer en la cama es porque la mujer también abrió la sábana. No es culpa de uno sino responsabilidad de dos.

Claro que todo lo dicho hasta ahora puede leerse cambiando el masculino por femenino, porque hoy en día nadie discute que la infidelidad femenina existe. Lo que sucede, es que las mujeres suelen cuidarse más y no develan su secreto porque, históricamente, la infidelidad de la mujer siempre fue mucho más castigada socialmente que la del hombre.

Así, la infidelidad femenina no es una novedad. Pero lo que sí es nuevo es la aparición de Internet y su transformación en el espacio ideal para las relaciones clandestinas. El chateo con un amigo invisible o visible a través de una foto puede deberse a una búsqueda por desplegar algo del orden de la fantasías y si bien esto no implica que sea infiel, hay una luz roja que se prende, porque hay algo que lo está llevando a buscar.

Al consultorio del psicólogo llegan muchas parejas que descubren su crisis por la infidelidad, que funciona como lupa y muestra en grandes dimensiones un problema que venía de antes y del cual la infidelidad es sólo la expresión o el síntoma.

Muchas veces el hombre dice que le dio a la mujer todo lo que quiso y que no entiende qué le puede haber faltado, pero en un pacto amoroso uno debería estar atento al otro y ser cuidadoso de sus necesidades, porque estas necesidades que requieren de un cuidado especial no son sustituibles por cuidados materiales. Si no es como mirar para el otro lado y no hacerse cargo de la fantasía de la parej.

El reclamo de ambas partes tiene que ver, por lo general, con la presencia y la disponibilidad de los tiempos para la pareja, para estar juntos sin las obligaciones, el trabajo o los hijos en el medio, y ese tiempo y esa disposición muchas veces es más difícil de lograr que comprar un ramo de flores o un perfume.

La señal de alarma tendría que encenderse cuando empiezan a aparecer reclamos y esos pedidos no son escuchados, porque en ese momento puede aparecer un compañero de trabajo que escucha y así se abren puertas que pueden llevar a la infidelidad.

Ante la sospecha de infidelidad de la pareja y ante la confirmación,  habría que preguntarse dónde estaba uno para que eso sucediera. Sin embargo, la primera reacción es sentir que uno fue engañado. Así se compite con alguien que no se conoce, se pone el foco en ese lugar y se descuida lo que se puede cambiar en la pareja para que no exista la otra o el otro, y hay que aclarar que la infidelidad es al pacto de la pareja, no al otro, aunque después se plasma, se concreta en el otro cuando hay un encuentro del cuerpo.

Poner el acento en el “tercero en discordia” es una tendencia por la responsabilidad que implica hacerse cargo de lo ocurrido y tomar una decisión, porque una cosa es resignar el amor erótico en la pareja y quedarse con la madre de los hijos y otra cosa es jugarse y entender que nada es para siempre.

Si una persona no tiene en su casa a su pareja del amor, entonces lo que tiene es una  empleada doméstica, o un hombre que es su sustento económico. El amor es para siempre (hasta que dure) y cuando se termina, la infidelidad muchas veces es el camino para poder tomar una decisión, por eso aunque la infidelidad sea ‘una canita al aire’, no hay que quedarse con la tranquilidad de que fue algo pasajero, sino preguntarse qué fue de la pareja.

Hay que tener en cuenta que las personas tienden a ser fieles a lo que sienten y a veces la infidelidad es el motor para no ser infiel a uno mismo. Cuando se sigue con una pareja por otros intereses que son distintos al amor, se está siendo infiel a uno mismo.

Sin duda, una relación de pareja es un vínculo que se construye día a día y que requiere cuidados y atención, porque pensar que la libreta de matrimonio brinda algún tipo de garantía es arriesgarse demasiado.


Asesoró: María Marta De Palma, psicoanalista y especialista
en pareja y familia del Centro Dos.