Pasar al contenido principal

Relaciones amistosas

Las relaciones de amistad surgen a partir de interacciones sociales en las que dos o más personas intercambian afectos, valores, emociones o experiencias. Se trata de relaciones recíprocas en las cuales ambas partes se entregan en forma desinteresada y sincera.

Además de basarse en la confianza y el mutuo afecto, las amistades contribuyen a fortalecer la personalidad, elevando la autoestima y la confianza en uno mismo. Contar con el apoyo de un amigo que escucha y comprende, es muy importante en la vida de toda persona.


Hay muchos tipos de amistad, que generalmente tienen que ver con el contexto y el momento de la vida de cada uno. Así, están los amigos de las vacaciones, los del colegio, el trabajo, la facultad. Sin embargo, existe una serie de características que tienen en común:

Confianza: en cualquier tipo de relación, la confianza es fundamental para establecer la comunicación con el otro.

  • Sinceridad: mostrar la personalidad de cada uno tal cual es, sin tener miedo a ser rechazado, es uno de los eslabones de la cadena amistosa, donde las dos partes se comprometen a aceptarse y respetarse.
  • Reciprocidad: es imprescindible saber dar y recibir en la relación. Poder escuchar y aconsejar al otro es muy importante para fortalecer la amistad. 
  • Respeto: respetar las opiniones y la forma de ser del otro es ayudarlo a abrirse para mostrar todo de sí, colaborando a que crezca la amistad.

Las relaciones amistosas son una parte fundamental de cada persona, que confía en ellas sus temores y alegrías. Por eso es tan importante conservar estas relaciones que uno elige para sentirse aceptado y contenido.

La amistad no es neutra. Uno elige a los amigos y muchas veces replica en ese vínculo algunos rasgos que se presentan en las relaciones de hermandad, que por lo general no están ausentes de conflicto. La diferencia es que la amistad es una especie de hermandad elegida, donde los lazos de amor se construyen en base a una historia compartida y decidida por ambas partes sin que interfiera la parte genética – es decir, sin la “obligación” de quererse.

Los vínculos de amistad pueden debilitarse si a partir de algún conflicto que pueda suscitarse, no se habla de él. Ahí se produce el distanciamiento. Por eso es importante ser concientes de que hay múltiples variables en juego, y que con cada amigo se dan o se reciben diferentes gestos o emociones. Se comparten diferentes intereses sin por ello restar a los demás vínculos.

Lo que sucede es que la rivalidad, los celos, las diferencias que pueden vivirse como deficiencias pueden, si no se las pone en palabras, minar uno de los vínculos mas genuinos, enriquecedores y perdurables que pueda existir.




Asesoró: Lic. Alejandra Libenson, Psicóloga, Psicopedagoga
Especialista en crianza, vínculos, pareja y fertilidad.
Autora del libro “Criando hijos, creando personas”