¿Cómo elegir un perfume?

Entrar a una perfumería o recorrer un free-shop para comprar un perfume es una tarea difícil si no se sabe exactamente lo que se está buscando: "El olfato es el sentido de la imaginación", dijo hace mucho tiempo el filósofo Jean Jacques Rousseau, y todavía parece sugerir que hay que dar vuelo a la fantasía a la hora de elegir una fragancia.

Para el momento de la decisión, cuando una mujer y un perfume se van a unir para comunicar algo, hay que estar atentas a la forma en que se publicita la fragancia: si aparece una modelo con un vestido lleno de brillos, tal vez no sea una fragancia adecuada para el día, y si se lo asocia al deporte, quizás no sea el mejor para ir a una fiesta. Más allá de estas consideraciones generales, el perfume es el más libre de los elementos de arreglo, a diferencia, por ejemplo, de un vestido de lentejuelas, que puede llevarse en circunstancias muy particulares.

Como los perfumes son caros, la mayoría de las mujeres espera muchas cosas de una misma fragancia, pero lo ideal sería pensar para qué se va a usar ese perfume: si es para ir a una fiesta, si es para trabajar o para hacer deportes y elegir la fragancia según su función.

Ahora, si el presupuesto es acotado y hay que decidirse por un solo perfume, lo ideal es un floral, que es como el tailleur negro del ropero, es el comodín y el multipropósito de los perfumes y puede ser más voluminoso o más transparente, según la personalidad de quien lo lleve.

Otra opción es elegir una buena colonia para el día, que se asocia mucho al hábito del baño y la higiene, y reservar el perfume de diseñador para la noche o para salir el fin de semana.

Una vez transpuesto el umbral de la perfumería, hay que elegir sólo tres fragancias y aplicarlas en los brazos, en zonas determinadas: en el ambiente de las perfumerías hay bastante contaminación olfativa, así que conviene elegir sólo tres perfumes, aplicárselos en el brazo y volver al día siguiente. Cuando te vas de viaje te los podés probar a la ida y comprarlos a la vuelta. Al dejar pasar un tiempo se pueden apreciar las distintas notas del perfume: la nota de salida, que es lo primero que se huele, el cuerpo del perfume, lo que se percibe al convivir con la fragancia y el fondo, lo que queda en la piel al final del día.

Si lo que se busca es un estilo moderno, hay que ir a la perfumería y preguntar qué es lo último que llegó. En cambio, si se busca algo más clásico, hay que revisar las marcas famosas. Y siempre hay que guiarse por la personalidad, leyendo lo que nos dice el perfume, porque el nombre y la publicidad nos hablan de él: por ejemplo, Amarige remite a matrimonio, Happy muestra a una chica sonriente en un jardín, Rash es una sensación química de intensidad similar al picante, anais anais es muy inocente, opium muy sensual, etc. Hay una gran diferencia entre los años 70, cuando cada perfume tenía un mensaje muy claro y un público muy específico y el día de hoy, con una mujer más camaleónica, que es de hacer zapping en todos los aspectos, incluido el perfume.

Una vez elegida la fragancia, hay una técnica para hacerla durar: antes de aplicarlo hay que encremarse, porque cualquier medio graso ayuda a retener el perfume, y también conviene perfumar la ropa para que llame la atención. Si la idea es inundar un lugar con el aroma, hay que aplicarlo en las zonas del cuerpo que se mueven, como los brazos y las piernas. También se pueden perfumar chalinas y polleras. En cambio, si la idea es que sólo lo huela la pareja, o la persona que se acerca a saludarnos, hay que ponerlo en el cuello y el torso.

Después de estos consejos no queda más que probar la propia “nariz” con las fragancias para elegir el perfume que más se adapte a la personalidad.

Asesoró: Bernardo Conti, gerente de
Evaluación de Perfumes de Firmenich S.A.
La sede argentina de la famosa compañía suiza de perfumes