Pasar al contenido principal

Anorgasmia: el orgasmo que no llega

Este es el problema femenino más frecuente: la incapacidad para experimentar el orgasmo, sola y/o con la pareja. Conocido científicamente como disfunción orgásmica o anorgasmia, implica una inhibición específica de la fase orgásmica de la respuesta sexual.

Se habla de una disfunción orgásmica primaria cuando la mujer nunca ha experimentado un orgasmo; cuando el trastorno aparece luego de un período en el que sí fue capaz de alcanzarlo se trata de una disfunción orgásmica secundaria. A su vez, la disfunción orgásmica puede ser absoluta - si la mujer es incapaz de alcanzar un orgasmo, sea por coito o por estimulación clitorídea, bajo ninguna circunstancia – o situacional - si sólo lo alcanza en ciertas circunstancias especificas.


Disfrutar sin orgasmo


Las mujeres que no alcanzan el orgasmo se excitan, gozan y lubrican abundantemente. Algunas, al no alcanzar el orgasmo se siente desamparadas y deseosas por acceder a lo que suponen que el resto de las mujeres alcanzan; la posibilidad de un nuevo encuentro sexual les produce angustia, miedo de volver a fracasar y esto hace que eviten las relaciones. Otras por temor a dejar de ser amadas intentan complacer a su compañero de un modo tal que no registran sus propias sensaciones y, en consecuencia, no alcanzan el orgasmo.

El supuesto imperativo de practicar el coito cada vez que se realiza un “juego sexual” cohibe a muchas mujeres y sobre todo a aquellas a las que le resulta difícil llegar al orgasmo.



Necesidad De Estimulación

Las mujeres alcanzan el orgasmo mediante la estimulación manual y a veces oral de su pareja pero no durante el coito. Más aún: obtenerlo durante el coito sólo como resultado de éste constituye una experiencia excepcional.

Erróneamente algunos hombres y mujeres suponen que si no se logra durante el coito es síntoma de algún problema emocional o físico. Esta creencia se basa en el mito que Freud levantó sobre la diferencia que existe entre el orgasmo vaginal, que aparece en la penetración, y el clitorideano conseguido mediante la masturbación o la estimulación del clítoris. La doctrina freudiana, más tarde desmentida por los norteamericanos Master y Johnson, provocó innecesarios sentimientos de inadecuación sexual en varias generaciones de mujeres.

Debido a que el clímax femenino depende de aspectos psicológicos en mayor medida que el masculino, cualquier factor cultural en su contra puede impedir que se lo alcance.  Múltiples estudios han demostrado que en las sociedades permisivas al orgasmo, las mujeres lo alcanzan, mientras que si la sociedad está en su contra se sienten incómodas y aparece la anorgasmia.



Factores Psicológicos

 
Aunque la mujer puede prolongar el orgasmo y tener varios picos orgásmicos seguidos, su respuesta sexual es más vulnerable que la del hombre. Basta que se le cruce una idea negativa por la cabeza para que el esperado clímax no se produzca. Es bastante frecuente, por ejemplo, que la mujer se resista a dar rienda suelta a sus instintos como un recurso inconsciente para evitar caer en una posible relación en la que su fantasía la colocaría en el papel de víctima.

Por otra parte, el desconocimiento de la erótica femenina ha llevado a muchas mujeres a buscar frustradamente un climax parecido al que el hombre considera como normal: explosivo, de descarga. Esto muchas veces puede disminuir el deseo sexual y afectar la autoestima de las que no logran vivirlo de esa manera.


Posibles Soluciones


El hecho de tener una dificultad sexual no significa que siempre haya que pedir ayuda especializada. A veces, cambiar la actitud en la pareja – abrir el diálogo, pedir las cosas que se necesitan, escuchar lo que el propio cuerpo dice, descubrir qué estimula y qué enfría-, contribuye a mejorar una situación que se mantuvo estancada por años.

A veces es conveniente acudir a profesionales especializados para que puedan orientar. Cuando las dificultades principales son las peleas y la falta de diálogo, es acertado acudir a un terapeuta de pareja y cuando se trata de una situación en la que la pareja se lleva bien en muchos aspectos pero no se entiende en la cama, lo mejor es consultar con un sexólogo.


Asesoró: Lic. Diana M. Resnicoff
Psicóloga clínica. Sexóloga clínica.

Contenidos Relacionados