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La adicción a las drogas

El uso de sustancias que alteran el estado de ánimo y son potencialmente adictivas puede conducir a la drogadicción, una enfermedad que conlleva graves riesgos para la salud de las personas que la padecen y para su relación con el entorno.

Las sustancias que pueden producir distintos niveles de adicción son muchas: el café, el té, el mate, la hoja de coca que se suele mascar en Bolivia, los edulcorantes, los somníferos, las pastillas para adelgazar, las gotas para la nariz, la comida, etc.

Por eso se llama “droga” a los alucinógenos, barbitúricos y, en general, a todas las sustancias estupefacientes o tóxicas que sean capaces de producir adicción. Además de las drogas ilegales, existen muchos psicofármacos y sustancias legales como el cigarrillo, las bebidas alcohólicas o los pegamentos que pueden ser usados como drogas.

Las drogas ilícitas –o ilegales- son aquellas sustancias cuyo consumo está prohibido y penado por la ley, como la cocaína, el opio, la marihuana, la heroína, la pasta base de cocaína –también conocida como PACO-, el éxtasis, etc.

La compulsión a consumir una sustancia, la dependencia física y psicológica que provoca, la tolerancia cada vez mayor hacia ella -lo que lleva a la persona a necesitar cada vez más cantidad y cada vez con mayor frecuencia para producir el mismo efecto- y el síndrome de abstinencia que se produce si se deja de consumir y decae la cantidad de droga a la que el cuerpo está acostumbrado, son algunas de las características de la drogadicción.

Hoy en día se sabe que no todas las personas tienen la misma posibilidad de convertirse en adictos y que existen factores psicológicos, genéticos, sociales y culturales que inciden en esto, por eso no todas las personas que prueban drogas se transforman en drogadictos.

En un primer momento, el acercamiento a la droga es experimental y se realiza, generalmente, por curiosidad y por influencia del entorno –por ejemplo, un grupo de amigos que consume e incita a otro a probar-. Una vez que la persona conoce el efecto que le causa esa sustancia, puede empezar a consumirla de manera aislada, en situaciones específicas –fiestas, bailes, etc.-. En un tercer momento el consumo adquiere continuidad y luego se pasa a la dependencia, cuando la droga se necesita imperiosamente.

Cuando la droga se instala en la vida de una persona, comienza a causar graves efectos en su salud –de hecho, puede llevar a la muerte por sobredosis o, más a largo plazo, por los daños que va produciendo en el cuerpo- y afectar tan profundamente su vida de relación que el drogadicto puede llegar a robar para conseguir droga, puede perder su trabajo y puede aislarse de su familia y amigos para centrarse en el entorno con el que comparte la adicción.

El primer paso hacia un correcto tratamiento de la drogadicción es el reconocimiento del problema por parte del enfermo y el deseo de curación. Y si bien no existe un tratamiento único que sea eficaz para todos los casos, por lo general se trabaja con grupos de apoyo y hasta con internaciones en centros de desintoxicación cuando es necesario. La presencia y la contención de la familia y los amigos del paciente constituyen un punto fundamental en el camino para librarse de la droga.

La desintoxicación es el primer punto a resolver en el tratamiento, cuando se trabaja contra el síndrome de abstinencia que provoca el dejar de consumir la droga a la que el sujeto estaba habituado física y psicológicamente. Más adelante se apunta a prevenir –o tratar- las recaídas y a desarrollar un programa a largo plazo.

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