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Vacaciones y conflictos familiares

Poder irse de vacaciones es una alegría y en el momento de armar las valijas las expectativas son muchas. Sin embargo, la experiencia de pasar varios días “a tiempo completo” con la pareja o con la familia, puede ser difícil.

La vida cotidiana en época laboral y escolar hace que los momentos para compartir en pareja o en familia sean cada vez más scasos. Por eso mismo, hay conflictos que no llegan a percibirse hasta que las vacaciones, con sus jornadas completas y sus semanas enteras en las que se cuenta con un tiempo al que nadie está acostumbrado, los ponen de manifiesto.

Es posible que durante las vacaciones se perciban cuestiones que, a lo largo del año, quedaron ocultas por la vorágine del trabajo y de las obligaciones domésticas y es común que al regreso de las vacaciones, las consultas al psicólogo aumenten porque se percibió que algo no estaba funcionando bien, ya sea con la pareja o con los hijos. El atracón de convivencia familiar puede plantear desencuentros que, a la vuelta de las vacaciones, lleva a las personas directo al consultorio.

Los conflictos que surjan durante las vacaciones van a tener que ver con el momento que se esté transitando. Si hay un malestar en la pareja no es que las vacaciones vayan a hacernos decidir algo, pero puede pasar que en marzo, cuando se pone el motor en marcha, surjan inquietudes y se planteen cambios.

Pero es aconsejable no tomar decisiones apresuradas y entender que hay todo un malestar relacionado con el regreso y con el fin de las vacaciones que se suma a los conflictos que se registraron en el verano. Si es necesario, hay que consultar con un profesional y no hay que tener miedo porque nadie te va a decir si tenés que separarte o no tenés que hacerlo, la decisión la toma cada persona.

Los chicos que se ponen difíciles, se pelean, piden cosas constantemente, el tema del dinero que se gasta, de las salidas que se realizan y las expectativas de cada uno, que no siempre son las de todos, pueden armar un cóctel que estalle en la arena o en la montaña, dejando muy lejos las vacaciones ideales que se soñaron al emprender el viaje.

Tener en cuenta los posibles conflictos, buscar la manera de tener ratos a solas, de repartirse aquellas tareas que en vacaciones siguen presentes –como cambiar al bebé o ir al supermercado-, no ponerse a la defensiva y tratar de disfrutar lo más posible son actitudes que pueden ayudar a pasar mejor ese tiempo tan esperado.

Y si surgen los conflictos, darse tiempo para pensar, para dialogar y, en todo caso, consultar con un especialista para poder resolverlos y empezar el año de la mejor manera posible para todos los integrantes de la familia.


Asesoró: Cristina Castillo, psicoanalista,
coordinadora docente y supervisora de pareja y familia