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Cómo despegarnos de los pensamientos negativos sin fracasar en el intento

¿Cuántas veces nos hemos molestado con nosotros mismos por darle vueltas a un asunto sin poder resolverlo?. Retomar con nuestros pensamientos el mismo tema una y mil veces, es a lo que los psicólogos llaman pensar en modo rumiante.

Los pensamientos sufren un proceso similar al de la rumia: los masticamos, los movemos de un lado al otro, intentamos expulsarlos, pero volvemos a tragarlos, y así podemos estar días, semanas o meses, a un costo más alto de lo que imaginamos.

La razón por la que hacemos esto, es en parte por nuestra necesidad de contarnos las cosas para encontrarles un sentido y para llegar a entenderlas. Así lo explica el psicólogo Xavier Guix en su libro “Pensar no es gratis”, donde hace hincapié en que cavilar demasiado requiere de mucho tiempo y energía provocando, en muchos casos, que nos agotemos mentalmente.

Nuestros pensamientos pueden llegar a alegrarnos o a arruinarnos el día en sólo un segundo, por su capacidad de influir en nuestro estado de ánimo a través de las imágenes, sensaciones y voces con las que están construidos.

El psiquiatra Jesús de la Gándara considera que las mujeres rumian más, aspecto que las hace más susceptibles a las crisis. El fenómeno tan femenino de darle mil vueltas a todo, aumenta la permanencia de los problemas en la conciencia y causa fatiga emocional. A las mujeres las perturba más la opinión que tienen sobre lo que les pasa que el hecho en sí mismo, asegura Gándara. Sin embargo, el experto explica que son más maleables y rápidas buscando la solución.

Para algunos psicólogos, recurrir a la clásica reunión de amigas para hablar durante horas sobre un problema que nos tiene a mal traer, puede ser nocivo, porque en realidad, lo que hace, en muchos casos, es consolidar nuestra obsesión ante un tema haciendo que ocupe más espacio en la mente.  

Por eso es importante darse cuenta que muchas veces, lo que creemos una solución a nuestros problemas, termina convirtiéndose en un problema en sí mismo. Dar vueltas sobre un asunto, intoxicando todo y a todos los que nos rodean, puede jugarnos en contra.

Si bien una de las funciones de la memoria es la de ayudarnos a sobrevivir evitando que tropecemos con la misma piedra, es normal que volvamos sobre nuestros pasos para escarbar en el pasado. Giux explica que el pasado puede servir para justificarse, para crear una identidad o para ahondar en la adicción a determinados estados de ánimo a los que nos hemos acostumbrado.

Claves para ahuyentar los pensamientos negativos

 

  • Poner una distancia cada vez mayor entre el pensamiento y el pensador: observar los pensamientos, sus idas y venidas, nos da la capacidad para intervenir en ellos y decidir dónde fijar la atención.
  • Identificar cuáles son los pensamientos negativos y si es necesario verbalizarlos.
  • Recurrir a un estímulo de corte que haga posible dejar de pensar. Como por ejemplo cambiar de lugar, ir a otra habitación o espacio, ahuyentar con una palmada o un “¡Basta!” los pensamientos negativos o iniciar una conversación con otra persona.
  • Lograr entrenar la atención para dirigirla adonde queramos sin que sea esta la que nos dirija.
  • No hacer mil cosas a la vez sin concentrarse demasiado porque la mente continuará su curso si no está del todo ocupada.
  • Concentrarse en lo que sucede aquí y ahora, estar sumamente conciente del presente sin tratar de juzgarlo enseguida ni de interpretarlo constantemente.

Los ejercicios para lograr ahuyentar el pensamiento rumiante requieren de concentración y tranquilidad:

  • Respirar profundamente dos o tres veces cerrando los ojos si es necesario.
  • Concentrar la atención en la respiración y a medida que surjan pensamientos, tratar de retirarlos imaginariamente del cuerpo.
  • Si es necesario, llevar a cabo una cuenta regresiva mientras retiramos los pensamientos negativos de la mente.
  • Una vez que se está centrado dirigir la atención a las imágenes externas e internas que aparecen y contemplarlas.
  • Hacer lo mismo con los sonidos, repitiendo luego el mismo esquema con las sensaciones corporales. 
  • Para ir terminando, centrar la atención sólo en el cuerpo y en la respiración.
  • Intentar estar en silencio, lejos de todo pensamiento invasivo, por un largo rato.

Fuente: Diario La Nación