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Cuidados de la piel durante el verano

Esperado verano... El sol y el intenso calor actualizan deseos estacionales: playa, piscina y refrescantes arboledas. La piel sometida a las altas temperaturas, en contacto con el agua o expuesta al sol se torna vulnerable y es necesario tomar precauciones para evitar el deterioro y disminuir los riesgos para la salud.

El sol brinda importantes beneficios para el organismo: estimula la producción de vitamina D, esencial para la absorción de calcio que fortalece los huesos y previene la osteoporosis, alivia algunas patologías de la piel como la psoriasis o el acné, aumenta la circulación sanguínea y genera una sensación de bienestar que mejora el estado de ánimo, entre otros efectos positivos.

Sin embargo, los rayos ultravioleta, uno de los componentes de la luz solar, pueden causar daños en la piel como quemaduras -enrojecimiento hasta lesiones de gravedad-, envejecimiento prematuro -arrugas y manchas-, enfermedades oculares y aumento de las probabilidades de contraer cáncer de piel.

Los efectos de la radiación son acumulativos y producen daños irreversibles. La primera manifestación de daño es el eritema, una respuesta inflamatoria, que enrojece la piel y determina secundariamente el bronceado, una reacción del organismo que intenta amortiguar el daño sobre el ADN celular que provocan los rayos ultravioleta.

Para protegerse de los efectos nocivos del sol es recomendable tomar los siguientes recaudos:

  • Evitar exponerse al sol entre las 10 y las 16 hs., horario en que los rayos ultravioleta son más intensos.
  • Usar gorro o sombrero de ala ancha, remeras de trama apretada y anteojos de sol con filtro para rayos ultravioleta.
  • Utilizar protector solar de amplio espectro (que proteja de los rayos UVB-UVA) con factor de protección 15 o mayor. Aplicar abundante cantidad y renovarlo cada dos horas. Para pieles claras o una exposición intensa se sugiere que la protección no sea menor de 30.
  • No olvidar que las nubes dejan pasar el sol. La arena, el agua y la nieve reflejan los rayos y aumentan su acción nociva.
  • Recordar que existen medicamentos que pueden ocasionar reacciones en la piel ante la exposición al sol.


Las personas que tuvieron quemaduras con ampollas y grandes superficies denundadas (ampollas que generaron grandes superficies donde la piel cayó, y la zona quedó despojada, desprovista de piel hasta que volvió a regenerarse), antes de los 15 años tienen mayor riesgo de padecer cáncer de piel. Por eso es fundamental evitar las quemaduras agudas.

La sobreexposición solar en busca del “bronceado ideal” puede ocasionar graves riesgos. Hoy se utiliza el concepto de tanorexia - adicción al bronceado-, un trastorno que define a quienes nunca se ven lo suficientemente tostados y cuya consecuencia es el envejecimiento prematuro de la piel y una mayor incidencia de cáncer.


No sólo el sol


Durante el verano, la piel, además, está expuesta a otras afecciones. El calor y la humedad propician la aparición de micosis, infecciones producidas por hongos. Generalmente, se localizan en partes del cuerpo donde el roce de la piel y la transpiración generan un espacio favorable y se manifiestan con enrojecimiento, picazón e irritación.

En los natatorios, la piel en contacto con el agua se resquebraja y puede contaminarse con hongos producidos por la humedad. Las micosis también aparecen por un mal secado. Además, el cloro puede provocar dermatitis de contacto, una reacción inflamatoria de la piel debida al producto. Se aconseja ducharse después de estar en el agua porque ayuda a eliminar los restos de cloro y gérmenes, usar jabones suaves o específicos para pieles sensibles y colocar cremas hidratantes.
 
La deshidratación es otra de las consecuencias características del verano. La piel evapora agua a través de la transpiración y la pérdida se incrementa al bañarse con más frecuencia y por el contacto con el cloro en las piscinas. La sugerencia es ingerir abundante líquido, consumir una dieta sana (verduras que contengan gran cantidad de agua como lechuga, tomate, acelga, frutas, cereales, carnes blancas, entre otros).

Los cuidados básicos para mantener la piel saludable en verano son: el uso de protector solar o bases y cremas que lo contengan, utilizar limpiadores para quitar el maquillaje y aplicar crema humectante, tanto de día como de noche. Los cosmecéuticos -cosmético y medicamento- atenúan el fotodaño. Entre ellos están los antioxidantes, como la vitamina C, el té verde o la coenzima Q10.

La piel es una barrera que relaciona y protege al organismo y saber cuidarla es una medida de salud.


Asesoró: Dr. Alberto Velasco, dermatólogo, coordinador de la
campaña de prevención del cáncer de piel de la
Sociedad Argentina de Dermatología
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